El diputado de Geroa Bai en el Parlamento de Navarra, Patxi Leuza (conocido por interponerse para estorbar una carga policial contra la horda que destrozó el Paseo Sarasate en la huelga general nacionalista de 2012), protagonizó la semana pasada a cuenta de la sentencia de la manada un pequeño episodio de agitación tuitera, al comparar algunos de los argumentos contenidos en esa sentencia con el secuestro de Ortega Lara:
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En cuanto publicó el tuit se desató una fenomenal tormenta en torno a la publicación del diputado que saltó de las redes a los medios navarros, al punto que Leuza acabó borrando el tuit y publicando en su lugar una explicación.
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Lo cierto es que el ciberlinchamiento de Leuza puede estar bastante fuera de lugar, por lo que esperemos que de momento los linchamientos, pese a los síntomas preocupantes, sólo sigan existiendo en las redes sociales, donde ya son de por sí bastante desagradables.
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Es decir, Leuza a fin de cuentas vino a comparar a los etarras con los miembros de la manada, no a denigrar a Ortega Lara, que en todo caso es comparado con la víctima de la manada. No se trata tampoco aparentemente de establecer una comparación por arriba para decir lo estupendos que son tanto los etarras como los miembros de la manada, sino más bien para señalar lo abyectos que son ambos en una comparación por lo bajo.
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La comparación en todo caso viene a debatir el punto relativo a la falta de rechazo de la denunciante de la manada y si esta falta de rechazo, que es una de las cuestiones principales del debate, equivale no obstante a un innegable rechazo a la luz de las circunstancias del caso. Porque “no es no”, ¿pero y cuando ni siquiera, como en este caso, se dice no? Sin duda alguien puede sentirse tan intimidado en determinadas circunstancias que no pueda ni decir que no, ¿fue eso lo que pasó? Pese a su voto particular, la sentencia dice que sí.
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La comparación con Ortega Lara, sin embargo, aunque seguramente no merece un ciberlinchamiento ni albergaba propósitos ofensivos, tampoco en cambio se puede aceptar como acertada. Es decir, si repasamos la crónica de aquel secuestro nos encontramos con que a Ortega Lara le encañonaron dos etarras pistola en mano para meterlo en un maletero.
Un comentario
Patxi Leuza es un impresentable, además de un cobarde. No pierde ocasión para echar mierda por la boca. Solo en España tenemos en las instituciones a gentuza como esta