Vaya por delante que, en mi opinión, las criptomonedas están aquí para quedarse. Y que su importancia no va a dejar de aumentar en paralelo al incremento exponencial que veremos en la tecnología ‘blockchain’. Pero una cosa son las criptomonedas como medio de pago natural en un mundo ‘blockchain’ y, otra, muy distinta, las criptomonedas como inversión.
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Yo me voy a limitar a darles mi opinión desde mi “negociado”, es decir, qué me parecen como inversión.
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Lo primero que hay que tener en cuenta cuando se va a hacer una inversión es la liquidez. Incluso antes que hablar de valoración o de perspectivas de revalorización. Porque de poco me sirve ganar si no puedo convertir en dinero de uso corriente lo que he ganado.
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Los fans de las criptomonedas dirán que no tienen ninguna necesidad de convertir sus bitcoins en dólares o en euros. Y así será en el futuro, cierto. Pero a día de hoy, algo me dice que mucha gente que invierte en criptomonedas anhela convertir sus bitcoins en dólares o euros. De hecho, cotiza en dólares.
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Es en la liquidez donde veo el mayor inconveniente del bitcoin como inversión. Convertir pequeñas cantidades de bitcoins en euros o en dólares es fácil. Hasta puedes sacar el dinero de un cajero. Ahora bien, si hablamos de inversión tenemos que comparar con otras inversiones. Cualquier inversor puede invertir cincuenta mil euros en un piso – acompañándolo normalmente de un crédito hipotecario -, así como en fondos de inversión o acciones cotizadas en bolsa. El piso no es tan fácil de convertir en liquidez como los fondos o las acciones, pero, salvo crisis inmobiliaria de por medio, tampoco es tan difícil.
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Si invertimos en fondos y decidimos vender tendremos el dinero en unos días. Con las acciones cotizadas ocurre normalmente lo mismo. Pero a día de hoy, si invertimos 50.000 euros en bitcoin vamos a tener un problema para convertir de nuevo en euros el principal y la posible plusvalía. Hasta donde yo sé –y dado lo novedoso del tema no lo puedo asegurar – las conversiones automáticas tienen límites en el entorno de los 600 euros por operación.
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En EEUU puedes llegar a convertir hasta 10.000 dólares con cierta facilidad. Pero a partir de ahí hay que ponerse en contacto con los responsables de la aplicación o la web. Incluso en ese caso, para un inversor particular, cambiar 50.000 euros puede ser un problema. Y en todos los casos que conozco tienes que dar tu numero de cuenta o de tarjeta de crédito. A alguien absolutamente desconocido y, que yo sepa, no regulado (por la autoridad monetaria o financiera).
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La otra opción de cambio – publicitarlo en la red para encontrar a alguien interesado – a mi me da mucho reparo. Así que, en nuestra particular prueba, el bitcoin obtiene muy mala calificación como inversión si nos atenemos al parámetro de la liquidez . Y más bien pobre en cuanto a la seguridad de la transacción para convertir el dinero a divisas comúnmente aceptadas (otra cosa es mientras te limitas a moverte en bitcoin, ahí parece muy seguro).
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La liquidez sí importa
El razonamiento de que no importa la liquidez porque siempre voy a mantener el dinero en bitoins es como decir que nunca voy a realizar beneficios. Si tengo una plusvalía implícita y cae la cotización de bitcoin, también baja la plusvalía. Es de Perogrullo. Para realizar la plusvalía tengo que llevar la inversión a liquidez o a otro activo.
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Otra opción para realizar beneficios es pagar bienes o servicios con las criptomonedas. Pero si hablamos de grandes cantidades hay que convertirse en un consumidor compulsivo de productos cuyos distribuidores acepten bitcoin como medio de pago, mientras que nadie te obliga consumir lo que ganas con un fondo de inversión o con la venta de un piso.
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Respecto a la valoración, difiero de la opinión generalizada en este mi sector de que un bitcoin no vale nada. Para mi algo vale lo que alguien esté dispuesto a pagar por ello en un momento determinado. Y ahora mismo se puede convertir un bitcoin en 10.000 dólares, aunque sea con cierto “curro” por parte del inversor. Pero va a ser difícil si lo que tengo son cinco o diez bitcoins.
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Y lo que no pueda convertir en divisa de uso generalizado – o en bienes y servicios – no vale nada. Así que, por el momento, el valor del bitcoin es algo relativo: depende de la cantidad de bitcoins que tengas. Irónicamente, en la práctica los bitcoins del “rico” – que tiene muchos – pueden valer menos que los del “pobre”, que tiene menos.
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En cuanto a la forma de operar, el bitcoin pone en valor el análisis técnico. Si observan un gráfico de esta criptomoneda, verán que funcionan todas las reglas del análisis chartista. Pero cualquier otra consideración analítica carece de fundamento.
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En cuanto al riesgo, es obvio que es máximo. No me voy a detener en esto porque entiendo que la mayoría de la gente que invierte en bitcoin es consciente de ello. Y si alguien piensa que un activo con muy baja liquidez que puede subir un 900% en un año no tiene riesgo, entonces no debería dedicarse a ningún tipo de actividad inversora o especulativa. Y por supuesto que veremos un ‘crash’ del bitcoin. Y a más de uno quedarse con un florero digital. Pero seamos honestos: burbujas y floreros también las hay en los activos tradicionales.
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¿Invierto yo en bitcoin? No ¿significa esto que no lo haré nunca? No digo que no. Cuando el bitcoin sea como una divisa más, con su liquidez, su regulación y un nivel razonable de información que ayude a valorarlo por un método que no sólo sea el del análisis técnico ¿porqué no? Pero, a día de hoy, las criptomonedas son y, sobre todo, serán, un excelente medio de pago, pero no se pueden calificar de inversión, al menos como yo entiendo ese concepto.
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Yo las veo más como una diversión. Mucha gente apuesta porque le divierte y mientras no se juegue mucho, no hay nada de malo en ir al casino. Pero, por las mismas, les diré que para cuando yo me jubile es muy posible que en todas las inversiones – bonos, acciones, fondos, inmuebles, – las criptomonedas sean el medio de pago habitual.
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