El estado lo pagamos quienes no somos estado. Cuanto más crece el estado, mayor es el estado y menor la proporción de quienes no somos estado. Esto tiene una vertiente económica inmediata, y es que cada menos tenemos que pagar más para sufragar el estado. También tiene una vertiente directamente relacionada con la libertad del individuo: cuanto más grande el estado, más aspectos de nuestra vida controla y menos capacidad de decisión nos deja. Hasta hace no mucho tiempo, a pesar del teórico fracaso planetario del socialismo en las elecciones europeas, era la Administración quien tenía que acudir a los ciudadanos a pedir financiación para desarrollar tal o cual proyecto, cuya necesidad debía justificar adecuadamente. De algún modo ahora sucede todo lo contrario. La Administración vacía los bolsillos del ciudadano que luego tiene que esperar “la paga” del gobierno (nueva falta de libertad) para poder comprarse un televisor, un coche, o remodelar el cuarto de baño. Muchos ciudadanos agradecen estas ayudas como si no se les ayudara a costa de su propio bolsillo. El siguiente paso lógico es subir los impuestos porque, evidentemente, Miguel Sanz y Zapatero no pagan de su bolsillo ningún frigorífico. En este caso, además, se trata de impuestos indirectos como la gasolina. El litro de gasolina, evidentemente, le cuesta lo mismo en la gasolinera a Miguel Sanz que a cualquier navarro mileurista, aunque la diferencia de sueldo de ambos sea más que notable. Todo sea por la gobernabilidad de Navarra.
Los lectores de Navarra Confidencial críticos con los planes anticrisis.
Resulta sorprendente que un porcentaje tan abrumador de nuestros lectores, casi el 90%, manifieste abiertamente que el dinero mejor empleado contra la crisis no es el que la Administración les otorga graciosamente para comprarse un televisor, sino el que la Administración les deja en el bolsillo para hacer con él lo que quieran. Lo tienen ustedes claro.