La nieve no tapa la verdadera cara de algunos vecinos de Alsasua

Efectivamente, los vecinos de Alsasua tuvieron una actuación de sobresaliente ayudando a las 1.400 personas que se habían quedado atrapadas en sus vehículos por la nieve en las inmediaciones de la localidad. Desde luego se movilizaron todos los servicios de emergencia primero para rescatar a los ocupantes de los vehículos inmovilizados y después para poder alojarlos en alguno de los espacios habilitados, ya fuera el albergue del Instituto Navarro de Deporte y Juventud, el Polideportivo Zelandi o el frontón Burunda. A esto hay que añadir las personas alojadas en domicilios particulares ofrecidos por los propios vecinos de la localidad.

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Lo uno no quita lo otro

Tan evidente como que la gente de Alsasua no tiene un gen de la maldad incorporado a su ADN es el hecho de que lo sucedido en las últimas horas no borra de la historia lo sucedido con la manada que agredió a los guardias civiles y sus parejas. Son dos situaciones reales que han ocurrido y que no se anulan, sino que se suman. Ambas son ciertas.

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Por un lado tenemos un pueblo en el que, como en tantos otros de nuestra tierra, se fomenta desde algunas instancias un clima de odio y violencia hacia ciertos colectivos. Se empuja a los más descerebrados de la localidad a cometer actos que les conducirán a prisión y después se lamenta lo que sufren ellos y sus familias por estar en prisión. Si en un pueblo donde hay una organización que pide a los negros que se vayan del pueblo y quema muñecos de color negro una noche les pegan entre varias docenas a dos negros, no se puede decir que ha sido una simple “trifulca” tabernaria. En esa localidad existe un problema. En Alsasua existe un problema. Con nevada o sin nevada. Bajo la capa de nieve sigue existiendo el problema.

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La manada no es toda Alsasua

Huelga decir que quien ensucia la imagen de Alsasua no es quien denuncia la actuación de la manada de Alsasua, sino que quien ensucia la imagen de Alsasua es para empezar la manada con sus actos, y el tipo de discurso que se convierte en caldo de cultivo de la manada. No habiendo sido todavía ni condenados, las constantes manifestaciones a favor de la manada tampoco ayudan a la imagen de Alsasua. La imagen que se ha trasladado todos estos meses es que Alsasua está con los agresores, no con las víctimas. Por lo demás ya sabemos que no toda Alsasua es la manada, ni la izquierda abertzale, ni la masa que apoya a la manada. Pero ésa es una realidad innegable. En las últimas horas también ha sido llamativo que, entre los múltiples agradecimientos a Bomberos, Cruz Roja o Policía Foral, absolutamente merecidos, haya quien sistemáticamente haya omitido e agradecimiento a la Guardia Civil, que evidentemente ahí estuvo también volcada para ayudar.

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Hay algo malo y peculiar en Alsasua

Que en Alsasua existe el bien no admite discusión. Que hay buena gente, no tendría sentido negarlo. Que la buena gente es mayoría, tampoco debería ser puesto en cuestión. Pero tampoco creamos que sólo en Alsasua los vecinos se habrían volcado en ayudar a la gente atrapada. En realidad, podemos y queremos pensar que en casi cualquier pueblo la gente se hubiera portado de forma similar. Es por eso que hay que mirar con una cierta tristeza lo que sucede en Alsasua y otras localidades contaminadas por la ideología del odio. Porque lo peculiar de Alsasua no es que haya mucha gente dispuesta para ayudar en una emergencia, aunque la haya, lo peculiar de Alsasua es que también haya mucha gente dispuesta a actuar en manada para dar palizas políticas. Lamentablemente para Alsasua que la gente ayude no es extraordinario, no es algo que no suceda en el resto de pueblos. Lo que sí es extraordinario y peculiar de Alsasua es esa violencia latente que existe en Alsasua y en algunos otros lugares. La buena noticia para Alsasua es que esa violencia y ese odio cuidadosamente cultivado en invernadero puede ir desapareciendo. Pero hasta que eso no suceda no se puede negar su existencia. Y tampoco se va a conseguir su erradicación tapándolo sino denunciándolo.

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Un comentario

  1. Lo triste es que efectivamente hay una conexión entre ambos asuntos. Alsasua es un pueblo solidario, generoso, valiente y decidido para acoger a quien necesite ayuda. ¿Quién lo pone en duda? Yo no lo hago. Nunca lo he hecho. Pero al mismo tiempo, durante décadas ha existido y existe un problema de fanatismo que lleva al mismo que da su vida por ayudar a odiar con un fanatismo impropio de una sociedad sana.

    Todas las sociedades y países tienen cosas buenas y malas. Fijémonos en México. ¡Qué espanto las imágenes de cuerpos degollados! Qué sevicia…. México tiene un problema gravísimo, porque ha naturalizado esa violencia. La ha adaptado a su cultura. Del mismo modo ha ocurrido aquí con el problema de ETA. Y del mismo modo ha ocurrido en Cataluña con dos millones de personas que han sido azuzadas en sus sentimientos identitarios para oponer la ley y la policía contra la lógica de una sociedad moderna.

    Ese es el problema: que ese fanatismo social realimente a una clase política extremista, deseosa de crear conflictos. Y después, que esa clase política azuce sentimientos peligrosos, como hace Puigdemont. Por eso creo que Cataluña ha involucionado, ha ido por el camino contrario a lo correcto. Al mismo tiempo, el país vasco ha ido por el camino correcto. Ya no vemos gente justificando que se destrocen cuerpos con bombas lapa, ya no vemos niños de 14 años quemando autobuses en pleno San Sebastián….

    Pero eso no quiere decir que hayamos alcanzado la normalidad. No es normal que un puesto policial dedicado a atender a los vecinos, al robo de la bicicleta, al accidente de tráfico, a la nevada que colapsa las carreteras, sea un búnker propio de una guerra. No es normal que los muros del cuartel de la GC sean infranqueables. Los jóvenes guardias de Alsasua quisieron romper esos muros…. y se encontraron con que sus pares jóvenes del pueblo los recibieron con el odio que vieron en sus mayores, a pesar de no haber ya bombas, a pesar de no haber ya cócteles molotov.

    Hemos dado pues un paso atrás en la convivencia. Me gustaría que el Ministerio pudiera consignar un presupuesto para que el cuartel de Alsasua esté en el centro del pueblo y no tenga muros; es lo normal. Pero no puede ser porque se arrastra un odio que nos impide avanzar. De todos depende que ese odio se diluya y los jóvenes de Alsasua puedan tomar unas cervezas con los jóvenes guardias. Como pasa en cualquier pueblo y país normales.

    Y ojo, del mismo modo creo que es hora de criticar que los jóvenes de la paliza estén en la cárcel con una posible condena de terrorismo. Durante décadas la legislación se adaptó al problema terrorista. Pero al desaparecer ese terrorismo, aplicar tan severamente esa ley para este caso sólo añade tensión a un pueblo que ya no puede avanzar.

    Los jóvenes de Alsasua no son víctimas de la guardia civil, como sí lo fue José Pardines de Txabi Etxebarrieta, y éste de la respuesta de la guardia civil. Medio siglo después de ese primer atentado de ETA, los jóvenes encarcelados de Alsasua son víctimas de su propia historia social. De su pasado. No han conocido las bombas, pero sí el «alde hemendik». Si leen esto, les pido que se rebelen contra esa historia y abracen a los que consideran sus enemigos. Porque no me cabe duda, esos supuestos enemigos les devolverán el abrazo. Y así la próxima generación de Alsasua podrá vivir en convivencia e ir a denunciar el robo de su bicicleta sin tener que ir a un cuartel militar de altísimos muros de hormigón.

    Me da miedo que esto retroalimente a los más duros de la izquierda abertzale, que se impida el crecimiento del pensamiento liberal no nacionalista en Alsasua y en general en Navarra…. Al contrario, crece el nacionalismo, la autarquía, el extremismo y el rechazo al diferente.

    Alsasua es un pueblo valiente y generoso. Ojalá sea un pueblo «normal» pronto.

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