Miguel Sanz.
El presidente del gobierno navarro analizaba así la pérdida de 14.000 votantes por parte del Partido Popular respecto a las europeas del 2004, antes del divorcio con UPN: “los navarros no aceptamos las deslealtades y se ha castigado la deslealtad de algunas personas que, indudablemente, no han respondido a la confianza que su partido les otorgó en un momento determinado”.
Llama la atención significativamente que Miguel Sanz no dijera “no aceptan”, sino “no aceptamos”, lo cual da a la frase un matiz claramente distinto al sugerir que se incluye entre esos 14.000 votantes que castigaron la "deslealtad" del PP.
Yolanda Barcina.
La presidenta de UPN, por el contrario, semanas atrás explicaba la postura de UPN, que no pedía explícitamente el voto para ningún partido pero decidía “hacer públicos nuestros principios y valores para que sean tenidos en cuenta en las próximas elecciones europeas”. Todo el mundo, en aquel momento, interpretó que con ello orientaba a los votantes de UPN hacia la candidatura del Partido Popular.
Esta interpretación se confirmó el domingo, cuando Yolanda Barcina calificó la victoria del PP en Navarra como “previsible”, explicando que “la ciudadanía navarra se ha inclinado mayoritariamente por quien ha defendido unos principios y valores sólidos, principios y valores coherentes con los que defiende UPN”. Yolanda Barcina, a posteriori, confirmaba así que los principios y valores a los que se había referido antes de las elecciones eran los que había defendido el PP. El sentido del voto de la presidenta de UPN parece bastante claro.
El jardín de Sanz.
Aparte de la anterior interpretación, que parece evidente pero ofrecemos con toda la prudencia de no haber visto a Miguel Sanz ni a Yolanda Barcina introducir físicamente sus respectivas papeletas en la urna, la disquisición de Miguel Sanz sobre la deslealtad ha sido celebrada con alguna ironía. El comentario general a las palabras de Sanz se refiere al hecho, siguiendo la propia lógica del presidente, de convertir a los 85.000 navarros que votaron al PP (muchos de ellos presumibles votantes de UPN) en desleales. Un hecho todavía más sangrante a la vista de que sólo 15.000 se habrían mostrado leales, o por lo menos no habrían tolerado la deslealtad. Todo ello ha hecho dudar de la oportunidad del comentario del presidente. El reproche se ha hecho extensivo a muchos de los votantes del centro derecha, mayoritariamente acostumbrados a votar sin problemas por ambas siglas e incómodos con las inútiles disputas cainitas. La declaración, además, ha sido aprovechada desde posiciones alejadas de la formación regionalista para insistir una vez más en la bicefalia de UPN.
A la luz de todo el análisis anterior, aún se podría hilar mucho más fino al haber introducido Sanz el matiz de que sólo “los navarros” somos quienes “no aceptamos las deslealtades”. Interesante matización acerca de cuya inocencia o malicia no nos atreveríamos a pronunciarnos. Lo dicho, un jardín.