Como se pueden ustedes suponer, cuando alguien sufre un maltrato o es asesinado somos los primeros en horrorizarnos. Lo que sucede es que a menudo no nos queda más remedio que cuestionarnos algunas de las teorías que intentan explicar la “violencia de género”. Para empezar, ¿es realmente violencia de género? No discrepamos en la condena, pero sí en el diagnóstico. Si no se acierta en el diagnóstico, difícilmente reduciremos el tamaño del problema, que por otro lado es lo que parece estar sucediendo. Tampoco aceptamos que los defensores de la ideología de género intenten monopolizar el rechazo o la condena a la violencia contra las mujeres, aunque no sólo contra las mujeres, ni mucho menos aceptamos la idea de que quien discute sus planteamientos es que está a favor de la violencia contra las mujeres, los homosexuales, los transexuales o los fumadores de cigarros eléctricos. Dicho esto he aquí una serie de noticias singulares y perturbadoras ocurridas el año pasado.
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Primero la de una chica muy joven que mata a su novio con la pistola de su padre, en Argentina. Tras matar al novio sube una foto a las redes sociales con el texto: “Te amo para siempre”. El diagnóstico estaría claro… si el asesino fuera un hombre.
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La segunda noticia tiene que ver con la violencia dentro de las parejas homosexuales, extraordinariamente frecuente caso de ser cierto este estudio. El hecho es que, ¿cómo llamamos a esa violencia entre personas del mismo género? ¿Violencia de género? ¿Tiene sentido llamar “machista” a cualquier violencia aunque la practique una hembra sobre un macho o una hembra sobre otra? ¿No es injusto y degradante para los machos llamar machista a cualquier violencia? ¿No es como llamar “violencia inmigrante” a todas las violencias, incluso a la violencia entre no inmigrantes, porque la tasa de delincuencia es mucho mayor entre los inmigrantes?
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Recogemos también en este recopilatorio de género la noticia de una madre arrepentida que ejerció como “vientre de alquiler”, la cual ahora se opone a esta práctica, la considera degradante y quiere recuperar a su hijo.
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Otra noticia de nuevo inquietante es ésta de la denuncia de una agresión sexual en grupo, ampliamente difundida en los medios que, sin prejuzgar nada en ningún sentido, al parecer puede acabar dando un giro copernicano. Naturalmente que un hombre abuse de una mujer es algo absolutamente repugnante, pero eso no significa tampoco que cuando la denuncia la hace una mujer y el denunciado es un hombre, o varios, ya no haga falta probar la denuncia, sólo por el género del denunciante o el denunciado.
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De algún modo se nos está vendiendo la especie de que la ideología de género acabará con todo este tipo de problemas, y que como acabará con todo este tipo de problemas hay que castigar a quien la cuestiona, pero al mismo tiempo da la impresión de que los problemas no sólo no se resuelven sino que se multiplican. Y encima ni siquiera nos dejan cuestionar la ideología de género.
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Hace unos días una persona con problemas psiquiátricos paseaba desnuda por Tudela en actitud violenta y golpeando los vehículos. Ciertamente era una persona con problemas psiquiátricos, bien que cabría preguntarse si alguien que mata a su pareja o a sus hijos tiene bien la cabeza. Esta persona de Tudela, por otro lado, fue reducida sin que llegara a causar mayor daño. El caso es si no cabe dudar de que lo tengamos siempre todo bajo control. Parece bastante obvio que el origen del episodio tudelano no es lo que ponía o dejaba de poner en el libro de sexto de EGB que estudió esta persona. O que un suceso de esta naturaleza ni se hubiera prevenido ni se evitará en el futuro mediante una campaña indicando a la gente que no vaya desnuda por la calle pegando a los coches. ¿Realmente son menos desrazonados otros actos o más evitables mediante campañas? ¿Hay una ideología que es tan maravillosa que nos vaya a librar de todo mal de género pero cuyos argumentos son tan estupendos que hay que prohibir cuestionarlos? Mucho nos tememos que la imposición de la ideología de género es mucho más visible y eficaz que sus resultados.
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Finalmente, cerramos esta galería de curiosidades de género de 2017 con esta noticia de que desde el 2012 hasta 2016, un total de 1.676 españoles y españolas se han operado para “cambiarse” el género. De ellos, 996 han sido hombres que se sentían mujeres y en los 680 casos restantes el sexo de origen era mujer. La información vuelve a resultar llamativa porque hay 1,46 hombres que se sienten mujeres por cada mujer que se siente hombre. ¿Y por qué en un mundo supuestamente machista y heteropatriarcal hay más hombres que quieren ser mujeres que a la inversa?¿Y por qué el porcentaje no es igual? ¿Por qué el universo no es políticamente correcto? La desigualdad natural parece empezar en el propio inconformismo respecto a lo natural.
