¿Qué puede pasar el 21 de diciembre en Cataluña? Nadie lo sabe. Las encuestas que se siguen publicando, con ligeros cambios, ofrecen un resultado muy ajustado. Dentro de esas oscilaciones hay encuestas que le dan la victoria a los independentistas o que se le dan al bloque no independentista por un diputado. Obviamente las encuestas pueden equivocarse y de hecho suelen equivocarse bastante en los últimos tiempos. ¿Pero qué podemos concluir a la vista de las encuestas que a fin de cuentas son ahora mismo lo único que tenemos?
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Para empezar, las encuestas nos están ofreciendo unos resultados muy similares a los de las elecciones catalanas de 2015, al menos en los porcentajes de voto por bloques. La conclusión de esto sería que todo el estrambote de la declaración unilateral jocoseria, la aplicación del 155, las detenciones, la estampida de Puigdemont o la fuga masiva de empresas tendrían escasa repercusión sobre la intención de voto de la población catalana. El que votó precipicio en 2015 parece decidido a votar precipicio otra vez en 2017, siempre según las encuestas, incluso después de haber tirado una piedra al vacío y contado lo que tardaba en llegar hasta el fondo. ¿Cómo es posible esto?
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Cuando los hechos no desmovilizan a los crédulos y el nacionalismo como sustitutivo de la religión
Hay quien compara esta obcecación suicida, blindada frente a la realidad de los hechos, con la de los componentes de una secta que esperan el fin del mundo para tal día a tal hora, momento en que una nave espacial extraterrestre recogerá a los elegidos de la cima de un monte mientra el resto de la humanidad se carboniza. Llegado el día y la hora, subidos todos los miembros de la secta a la montaña, cuando no llegan ni el fin del mundo ni la astronave todos bajan sin embargo reafirmados en sus creencias. Dicen los psicólogos que la estupidez no explica completamente el fenómeno. De algún modo existe una relación entre lo que invertimos en nuestras creencias y nuestra capacidad para admitir que son falsas. Cuanto más hemos invertido en una creencia, más difícil es reconocer su falsedad. Para las personas que han puesto casi el sentido de su vida en ser nacionalistas, resulta muy difícil asimilar el fracaso del proyecto nacionalista, sus consecuencias negativas en el mundo real o directamente su inviabilidad, porque no se trata sólo de aceptar el fracaso de un proyecto político sino del fracaso de su propio proyecto vital y personal. Pensemos que a muchos niños catalanes se les ha inculcado el nacionalismo en las escuelas como si fuera una religión, en vez de la religión, tratando de llenar el tipo de vacío y contestar el tipo de preguntas que intenta llenar y contestar la religión.
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No hace falta tener mayoría absoluta para conseguir la presidencia
Hablábamos de que las encuestas pronostican un resultado muy ajustado. Se da además la circunstancia de que el voto nacionalista resulta favorecido por el sistema electoral. En 2015, por ejemplo, el nacionalismo obtuvo una clara mayoría de diputados teniendo menos de la mitad de los votos. Este escenario podría volver a repetirse aunque el bloque no nacionalista mantuviera e incluso ampliara su diferencia de votos con el bloque separatista. A este hecho se suma la circunstancia de que en Cataluña, para elegir al presidente de la Generalidad, el presidente del Parlamento de Cataluña propone un candidato que, si no consigue la mayoría absoluta en un primer intento, es nombrado presidente de la Generalidad si obtiene mayoría simple en el segundo, lo que nos lleva al tercer y último punto.
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¿Qué hará Podemos?
No hay duda de que todos los separatistas votarán juntos llegado el momento, como han hecho hasta ahora. Por el contrario, aunque tuviera mayoría de votos y escaños, está por ver que el bloque no separatista votara de forma conjunta. Esto significa que, por ejemplo, si Podemos se abstiene el candidato separatista obtendría la presidencia de la Generalidad al tener más votos a favor que en contra. ¿Pero y si Podemos vota en contra? El misterio sería entonces si Podemos votaría a favor, en contra o se abstendría en la elección de un candidato no separatista. Si Podemos vota en contra o se abstiene, no podría elegirse ni un candidato separatista ni uno antiseparatista. Lo que prevé entonces el Estatuto catalán es volver a convocar elecciones si en dos meses no prospera la candidatura de ningún candidato que además tiene que ser miembro del parlamento catalán.
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El milagro de la Navidad
Atendiendo a las encuestas, siendo pesimistas y asumiendo que Podemos no votaría nada mejor, las alternativas tras el 21-D podrían ser: mayoría independentista, repetición de las elecciones o una alianza entre Podemos, PSC y ERC. Es duro vivir en un mundo en el que, aunque en primera instancia los separatistas habrían perdido el pulso, la opción menos mala en Cataluña podría ser un gobierno entre Podemos, PSC y ERC. Por otro lado, puestos a esperar un milagro alternativo, el momento del año elegido es ideal.
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2 respuestas
La implicación de Mariano en la campaña catalana ¿es para darle más votos al PP o para liquidarlo definitivamente de esa región? ¿Va a estar convocando elecciones en Cataluña cada dos meses hasta que se jubile?
Efectivamente, unas elecciones del régimen de partidos no resolverán nada.
De elecciones en el sistema de listas de partidos Estatales sólo puede salir a lo sumo otro reparto distinto de oligarquías Estatales, todas mirando por sus propios intereses y en contra de la nación.