Si atendemos al criterio de la popularidad, la candidatura de Pamplona es actualmente la penúltima de las 14 ciudades españolas que aparecen en la lista.
Zapatero apoya a Córdoba.
A nivel institucional, llama la atención que el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, haya declarado en una entrevista la preferencia gubernamental por la ciudad de Córdoba: “Apoyamos que Córdoba sea declarada Capital Cultural Europea en el 2016”.
La Corona apoya a Córdoba.
Por si fuera poco, el mismísimo Príncipe de Asturias, durante una visita a la ciudad, también se manifestó partidario de la candidatura cordobesa al proclamar que: “me uno sin dudarlo al objetivo de conseguir la Capitalidad Cultural de Europa, pues coincido con vuestra convicción de que este acontecimiento será la culminación y el resumen de una trayectoria y unos méritos largamente acreditados”.
Con estos precedentes, parece complicado que prospere la candidatura de Pamplona. Pero aunque el corazón de todos nosotros esté con Pamplona, ¿es eso algo indiscutiblemente malo?
El caso de la EXPO de Zaragoza.
Ya se trate de unas olimpiadas, una Expo, o más modestamente la capitalidad europea de la cultura, los grandes proyectos son siempre una debilidad de los políticos. Una debilidad que aplauden y sufragan los contribuyentes sin preguntarse a menudo por el sentido económico de la inversión de su dinero. Un sentido que estas inversiones pueden tenerlo o no tenerlo. O no más que otras inversiones alternativas. Parece oportuno por tanto que el contribuyente, antes de entusiasmarse, encare siempre estas propuestas con espíritu crítico.
Tras Madrid y Málaga, Zaragoza se ha situado tras la EXPO entre las capitales más endeudas de España, tanto en términos absolutos (690 millones de euros) como por habitante (1.032 euros por habitante). Todo esto se traducirá sin duda en tasas, impuestos e incluso multas que deberá soportar el contribuyente.
¿Quién compra ahora los edificios de la Expo?
Una parte sustancial del dinero que se espera ingresar finalmente a cuenta de la Expo, resulta precisamente de la venta de los edificios y terrenos del recinto. A este respecto, sin embargo, es preciso señalar que en gran parte de los casos es la propia Administración quien los puede acabar comprando: Ayuntamiento, Gobierno de Aragón, Confederación Hidrográfica del Ebro, Tráfico, la Tesorería de la Seguridad Social, el Servicio Público de Empleo… De este modo, al convertirse en una mera transacción entre administraciones, se convierte en una ficción que la venta de los terrenos reporte beneficio alguno al contribuyente.
Las atracciones son deficitarias.
El Grupo Aramón reconoce que no le salen las cuentas con la telecabina de la Expo. El interés del público, sencillamente, es muy escaso, con lo que la atracción amenaza con convertirse en un déficit crónico para el Ayuntamiento. El presidente del grupo anuncia que “habrá que tener conversaciones con el Ayuntamiento y llegar a una solución buena para ambos”.
El barquito solar.
Recordamos con especial cariño el barquito solar que, como pudieron ustedes comprobar en el video que colgamos en su momento, no podía remontar la suave corriente del río con su motorcito ecológico. Este año han decidido rendirse a la evidencia y, prescindiendo del encanto, ponerle un contaminante motor fuera borda en condiciones.También se ha comprobado que, para hacer navegable el río, habrá que dragarlo, balizarlo y montar los pantalanes todos los años, con el coste consiguiente. En el año 2008, naturalmente la empresa contratista tuvo pérdidas.
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¿Quién es la actual capital europea de la cultura 2009?