Mayoría absoluta de la derecha: El PP obtiene el 31% de los votos, los socialistas el 27% y la extrema derecha el 26%

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Efectivamente, no es una encuesta. Es una victoria de la derecha por al menos el 57% de los votos. Podría ser más porque al PP y la extrema derecha se le podrían sumar los liberales de NEOS, con un 5,1%. Obviamente no estamos hablando de España sino de Austria, de Europa, tal vez no sólo de Europa, de la caída del socialismo y del auge de la extrema derecha salvo donde, como en España, el extremismo carga a la izquierda.

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Pese a la baja autoestima de España, lo cierto es que una vez más se vuelve a probar que contando votos no hay quien nos gane. Igual es lo único que hacemos bien o igual es sólo una de las cosas que sabemos hacer mejor que los demás, salvo infravalorarnos. En este sentido los resultados de las elecciones austriacas todavía no son definitivos porque existe un alto porcentaje de votos por correo y el voto por correo no se termina de computar hasta el jueves. Así y todo, por lo que ya se sabe y las proyecciones que se han realizado, parece segura la victoria del PP austriaco (el OVP) liderado por el joven Sebastian Kurz (en la foto), de 31 años, una especie de Macron a la derecha del centro en vez de a la izquierda. Kurz se puede convertir en el mandatario más joven del mundo, si bien su meteórico currículo incluye ya haber sido ministro de exteriores en 2013, con 27 años.

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Para conseguir la presidencia, Kurz previsiblemente podría llegar a un acuerdo con la extrema derecha de Heinz-Christian Strache, del FPO. La suma de ambas formaciones rondaría, a falta del citado remate del recuento, el 57%. Austria pide un giro a la derecha, o como queramos llamarlo, y no parece un caso aislado. El gran perdedor es el hasta ahora canciller el socialista Christian Kern. Al margen de estas tres formaciones aún queda el voto de los liberales (5,1%) y el de los verdes, escindidos en dos formaciones, una de las cuales obtendría el 4,3% y otra el 3,8%, que además quedaría fuera del parlamento austriaco de no alcanzar el mínimo exigido de representación del 4%.

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¿Cómo ha pasado esto?

Sin duda no es el único factor a tener en cuenta en la ecuación, pero sería absurdo negar que en el centro del debate político en Austria ha estado la inmigración y la crisis de los refugiados. Con una población de poco más de 8,5 millones de habitantes, en Austria hay casi 800 mil musulmanes. Kurz ha apostado por una inmigración basada en la integración, negándose a la existencia de una sociedad paralela en Austria basada en los valores islámicos o a que incluso sea el conjunto de la sociedad austriaca la que resulte asimilado por el Islam. En un país en el que la mayoría de los niños en las escuelas empiezan a ser hijos de inmigrantes, no se cierra la puerta a los musulmanes, pero se les exige la integración.

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El líder de la extrema derecha, Heinz-Christian Strache, podría convertirse ahora en el vicecanciller del nuevo gobierno. Strache es frecuentemente señalado por militar en su juventud en organizaciones consideradas próximas al nazismo. De ser así obviamente se trata de un lastre que no trataremos de suavizar, aunque en estos casos siempre nos gusta reclamar el mismo estigma para los políticos de extrema izquierda que aparecen con banderas de la URSS, reivindican los valores de la revolución soviética o ensalzan en Twitter la figura de Castro.

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Por lo demás, en la victoria de Kurz parecen repetirse ciertos patrones como la decadencia de los partidos y circuitos del régimen, la exaltación de la juventud, la importancia de la imagen, o la capacidad para comunicarse en las redes y viralizar mensajes directos y sencillos. Podría añadirse un factor añadido porque señalábamos que defender el comunismo no es un estigma, pese al atroz pasado del comunismo: pues resulta que ahora empieza a no serlo tampoco el ser tachado de ultraderechista. Los antibióticos del sistema ya no son efectivos contra las formaciones emergentes ni en la orilla izquierda ni en la derecha. De hecho, acaso por méritos propios, empieza a pensarse que la auténtica enfermedad son los antibióticos del sistema. Igual que la inmigración sin control y sin integración genera inevitablemente problemas reales y a su vez estos una reacción social, la falta de regeneración del sistema provoca también el ascenso de formaciones alternativas, a menudo no tanto por las virtudes de estas formaciones como por la degradación y desilusión de las formaciones que pertenecen al sistema.

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2 respuestas

  1. A ver si se une pronto al grupo de Visegrado para detener la invasión musulmana que estamos sufriendo. ¡Perdón! quería decir la crisis de refugiados, en qué estaría yo pensando…

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