Ellos erre que erre, en su búsqueda por la apariencia de legitimidad, no fue un referéndum fue una performance. Ni legalidad, ni lealtad, ni garantías, ni apoyos internacionales, ni…. Eso sí, todo una apuesta por provocar escenas emotivas y sentimentales, una deleznable utilización de niños, no cuentan con la mayoría de los catalanes, lo de los mozos esperemos que juzguen a los responsables, cabrero generalizado en el resto ¡Sedición!
No solo su activismo sino que nuestra inacción y tontuna nos ha llevado al bochorno del 1-O. Les hemos facilitado demasiada visibilidad. La torpe actuación de los medios de comunicación, donde no sólo exponían sus razones en portada los sediciosos, sino que a continuación no se les criticaba con contundencia, ni aparecían los otros catalanes contrarios a sus posiciones. Por la incompetencia de los buenos hemos fortalecido a los malos, que no son más ni les ampara la razón pero que utilizan sus falsedades con gran descaro.
Quizás no hay mal que por bien no venga si aprendemos de la lección catalana de una vez, si abandonamos tanta pereza mental y saquemos conclusiones de futuro. Recapitulemos: en la transición se quiso estructurar a España como Estado de las Autonomías para encajar en la democracia a los nacionalistas periféricos. Eso sí, sobre la base de una única nación la española, se hablo de nacionalidades y regiones, para que dentro de su ambiguo título octavo, todos se sintiesen cómodos. Luego por el juego democrático de las mayorías, los dos grandes partidos nacionales en vez de acordar entre ellos unas líneas rojas, se apoyaron en los independentistas para sus mayorías a cambio de más y más concesiones y competencias. Los independentistas las utilizaron para ir ganando posiciones, en el caso catalán pretenden destruir desde dentro al propio estado español ¡Así vamos muy mal, no hay que esperar al último minuto para actuar, habrá que corregir el rumbo!
Ahora fracasada la sedición, sin prisas, con calma lo primero será aplicar la ley a todos los delincuentes. Si estos continúan con la declaración unilateral de independencia se incrementará la aplicación de todos los recursos que dota la Constitución Española. A la vez habría que trabajar para acordar entre los constitucionalistas una hoja de ruta (incluyendo un nuevo pacto constitucional) que sirva para una futura negociación, sin este acuerdo previo no se debería avanzar. Pero la verdad es que vistas algunas declaraciones de socialistas hoy no es para estar esperanzados. Esta vez se debería descartar el pactar en una sola dirección, no se trata como hasta ahora de dar más y mayores cuotas de poder a los insaciables independentistas con lo que solo ganaríamos tiempo, tan solo postergaríamos el problema.
Hay que pensar de donde nos vienen los problemas y como vamos a seguir. En cualquier caso el tema es que necesitamos tiempo, años para enderezar el encaje de Cataluña en España. En un nuevo pacto constitucional habrá que recuperar la Educación pues ya hemos comprobado que en manos de los independentistas desleales no puede continuar, habrá que ir a un sistema parecido al vasco o al navarro para que todas las autonomías que lo deseen puedan realmente fijar los impuestos y cobrarlos, con una condiciones pactadas para todos, donde se fijen la manera de contribuir todos a los gastos comunes.
Sobre la base de la Lealtad al proyecto común podríamos avanzar, pero ante la deslealtad ¡estacazo! y aplicación de la ley de manera inmediata. Todo se podría montar sobre un acuerdo constitucional de no volver a contar con los independentistas para las mayorías de gobierno, a esas minorías egoístas y succionadoras se toman lo cedido y luego dicen que no se pueden retrotraer competencias. Se debe hacer pedagogía y labor política para convencer a muchos que no hay ningún bálsamo de fierabrás, y que si se termina reformando la constitución habrá que pensarlo bien y fijar correctamente los límites. Nos jugamos el futuro de un gran país con una magnífica trayectoria histórica y con un futuro prometedor que llamamos España, que sentimos y queremos, y que debemos aprender de nuestros errores e ingenuidades en cómo se han comportado las minorías independentistas. La lección para aprovechar también aquí en Navarra es que dejemos de ser ingenuos, pasivos ante tanto desmán identitario de los nacionalistas vascos del cuatripartito, para que no caminemos hacia la extinción de nuestra identidad Navarra.