Puede que usted nunca haya pirateado una canción o una película. Puede que en el último DVD que compró haya guardado las fotos digitales de su familia. Puede también que, en vez de los grandes éxitos de Ramoncín, usted haya pirateado Prsion Break o Los Soprano. En cualquiera de estos casos, la SGAE le está cobrando preventivamente un canon por unos derechos de autor que, o usted jamás ha violado, o ha violado pero no a la SGAE. De hecho puede que usted rehuya como la peste piratear los productos “artísticos” de la SGAE. No por respeto a los derechos de autor sino a sus propias neuronas. El absurdo alcanza tales cumbres que usted está pagando derechos de autor… ¡al comprar un disco en blanco! Cabe dudar incluso de la misma existencia del pirateo puesto que el supuesto pirata, en virtud del canon, no hace sino descargarse algo por lo que ya ha pagado previamente. Si por el contrario usted está pagando el canon preventivo, indiscriminado y obligatorio, pero no realiza descargas piratas, pregúntese entonces quién es el que realmente le está pirateando.
Mamá, quiero ser artista.
La SGAE cuenta ya con más de 90.000 afiliados. Tal proliferación de “artistas” parece confirmar que el Siglo de Oro español será una nota a pie de página frente a la generación de Ramoncín, Teddy Bautista, Kako Senante y compañía. Sin embargo, un reciente estudio explicaba que el 75% de los ingresos se los repartían el 1,73% de los afiliados. Unos 223 millones de euros quedan para unos 600 artistas. Esto es, 370.000 euros anuales para cada uno de ellos. Si ampliamos el círculo hasta los 6.000 artistas, el reparto es de 310 millones de euros y la parte alícuota anual de 50.000 euros por cabeza. Y esto sólo por vender discos en blanco.