La llegada de la Segunda República tiene su precedente inmediato en el llamado Pacto de San Sebastián, que reunió a quienes posteriormente se convertirían en principales actores del régimen republicano: Alcalá-Zamora, Maura, Lerroux, Manuel Azaña, Ángel Galarza, Casares Quiroga, o Indalecio Prieto. Del pacto se derivó la creación de un comité revolucionario presidido por Alcalá-Zamora que, de hecho, posteriormente se convirtió en el gobierno provisional al proclamarse la República.
Este comité conspiraba junto a un grupo de militares en la preparación de un golpe de estado que instaurara por la fuerza la república. La intentona militar se inició en Jaca el 12 de diciembre de 1930, al sublevarse la guarnición al mando de los capitanes Galán y García Hernández. El levantamiento, que se adelanta al calendario previsto por diferencias con el Comité Revolucionario, es rápidamente sofocado siendo Galán y García Hernández fusilados. Son los protomártires de la República y en la actualidad proliferan por toda España calles, plazas y avenidas que llevan sus nombres. Sin embargo, en cuanto al carácter autoritario de estos protomártires republicanos, así como en general al talante del inminente régimen republicano, resulta bastante explícito el bando dictado en Jaca a las pocas horas del levantamiento:
Como Delegado del Comité Revolucionario Nacional, a todos los habitantes de esta Ciudad y Demarcación hago saber:
Artículo único: Aquel que se oponga de palabra o por escrito, que conspire o haga armas contra la República naciente será fusilado sin formación de causa.
Dado en Jaca a 12 de Diciembre de 1930. Fermín Galán.
Toda una declaración del carácter “democrático” de la república en ciernes, respecto a la que probablemente hoy nadie tendrá un recuerdo.
Una republica y una constitución que jamás fueron votadas por los españoles.
Las elecciones del 12 de abril de 1931 desencadenaron la caída de la monarquía al imponerse las candidaturas republicanas en las principales ciudades de España. No se trataba sin embargo de un plebiscito entre monarquía y república, sino de unas elecciones municipales. En realidad, las elecciones las ganaron los monárquicos, que obtuvieron 40.324 concejales por los 40.168 republicanos. Los partidarios republicanos, tratando de buscar alguna legitimación, tan sólo pueden alegar el hecho de que las candidaturas republicanas ganaron en la mayoría de las capitales de provincia. Pamplona, sin embargo, fue una de las capitales donde se impusieron los monárquicos. Viendo a la nación dividida y no sintiéndose suficientemente respaldado, temiendo también un enfrentamiento, el rey Alfonso XIII decide abandonar el país provocando la orfandad de sus partidarios. En un día como hoy resulta imprescindible subrayar precisamente que ni el régimen republicano ni su constitución fueron jamás votados por los españoles. Los españoles nunca votaron la Constitución de 1931. Un curioso hecho que seguramente tampoco será recordado en este nuevo aniversario.
La Ley de Defensa de la República.
Ley de Defensa de la República, de octubre 1931, prohíbe en su artículo 1.6 ser monárquico.
Artículo 1.: Son acto de agresión a la República y quedan sometidos a la presente ley:
6-La apología del régimen monárquico o de las personas en que se pretenda vincular su representación y el uso de emblemas, insignias o distintivos alusivos a uno u otras.
Nos encontramos por tanto en este aniversario ante una curiosa paradoja. Los actos conmemorativos que hoy celebrarán los nostálgicos de la Segunda República, serían perseguidos si la monarquía parlamentaria ésta les aplicara el mismo rasero que aquélla. No es probable tampoco que hoy éste sea un hecho particularmente recordado.
Cuando los que celebran el aniversario de la República, se rebelaron contra ella.
Posiblemente la contradicción más clamorosa en el día de hoy consiste en que, quienes ahora celebran la instauración de la República, olvidan cómo menos de 3 años después se levantaron en armas contra ella. La piedra de toque de todo el régimen quiebra en 1933 cuando la derecha gana limpiamente las elecciones en las urnas. La izquierda republicana, incapaz de encajar democráticamente el resultado, abandona la senda de la democracia y prepara el golpe fallido de 1934 contra el régimen republicano. La República sólo se acepta cuando la gobierna la izquierda. Buena parte de los partidos que hoy celebren la instauración de la Segunda República, sin duda olvidarán que fueron los mismos que poco más tarde se levantaron en armas contra ella.
A este respecto, hemos encontrado un video realmente curioso para los aficionados a la historia. Se trata de una emisión del programa Negro sobre Blanco, presentado por Fernando Sánchez Dragó y emitido por la 2 hace unos años. En este caso los invitados eran Gustavo Bueno y Santiago Carrillo. El documento tiene especial interés al ser Carrillo, en calidad de miembro del Comité Nacional Revolucionario, uno de los protagonistas de la intentona golpista de 1934. Una intentona contra la legalidad republicana que admite haber vivido “responsablemente” y que no sólo no niega sino que justifica en el video. La polémica con Gustavo Bueno surge ante la evidencia de que Carrillo tiene una distinta vara de medir los golpes de estado según los protagonice la derecha o la izquierda.
Reconciliación.
El recuerdo de todo lo anterior, no obstante, no pretende sino bajar del mito y situar en su auténtico contexto los hechos que tuvieron lugar alrededor de la proclamación de la República. De los hechos que anteceden, se deduce claramente que la memoria histórica a la que continuamente se alude hoy en día resulta claramente selectiva. Cabe sospechar también que, cuanto menos selectiva, también sería un elemento menos recurrente en la política. A tal propósito pretende servir el presente análisis. Cabe preguntarse cuál sería el interés de los asesores políticos por la memoria histórica en el momento en que llegaran a la conclusión de que ésta no era útil para ganar un sólo voto. Han pasado 79 años. Que nos dejen ya reconciliarnos.