Lo que crece sin parar es el número de presos. Y el de presas. Y eso por no hablar del número de los multados que merece un capítulo aparte. Crece también el número de los no-libres porque no llegan a nacer. Y el número de los dependientes. Y el de los internos en todo tipo de instituciones. O sea que de aumento de libertad nada de nada. A no ser que consideremos más libre al vagabundo o al que ya no tiene que ir cada mañana al trabajo porque lo ha perdido. La situación merece un análisis en profundidad y el que crea que todo esto se va a solucionar con la construcción de una nueva macro cárcel no ha entendido nada de nada. La imitación del modelo liberal americanista no nos podía llevar mas que a padecer este escenario. Hay tantas leyes, y tan pocos motivos para ser buenos, que resulta lo más fácil del mundo conculcarlas y ser privado por ello de libertad de movimiento. La solución es sencilla y complicada a la vez. Pero entiendo que costará mucho reconocerla a quienes han puesto toda su ilusión en el progreso tecnológico y legislativo y funcionarial. La solución pasa por el famoso rearme moral, y ético, y religioso que están pidiendo a gritos los profesores sensatos, espectadores de primera fila en la fabricación de los nuevos ciudadanos. Todo lo que no sea apuntar en esa dirección será perder el tiempo. Jerónimo Erro