Hace 337 días exactamente que se completó el llenado de Itoiz. Toda la construcción del pantano encontró desde el principio una feroz e incomprensible resistencia por parte del nacionalismo vasco en Navarra. La razón por la que los navarros deberíamos haber renunciado al agua de Itoiz sería el pasmoso e inminente peligro de ruptura que ofrecería la presa. Desde el año 2004, cuando comenzó el llenado del pantano, el entorno de mesas, gestoras y asambleas contra el pantano han contabilizado más de 2.000 terremotos en la presa. Incomprensiblemente la presa ha aguantado no uno, sino los 2.000 terremotos.
La hidrofobia de Nabai: Yesa tampoco se rompe.
El pavor a una ruptura inminente de la presa no se limitó al caso de Itoiz. Ante el asombro generalizado de los navarros, el nacionalismo vasco también aseguró que los montes de Yesa que lo rodean estaban a punto de abalanzarse sobre el pantano, provocando un tsunami de consecuencias catastróficas nunca vistas en la historia de Navarra. Incomprensiblemente de nuevo, el pantano de Yesa tampoco ha reventado.
Para lo que sí han servido los pantanos.
Durante todo este tiempo, lo que sí ha sucedido es que los pantanos navarros han servido, en momentos de importantes precipitaciones y crecida de los ríos, para evitar graves inundaciones. Inundaciones que sí hubieran sucedido de haber dependido de Nafarroa Bai, Batasuna u otras fuerzas “de progreso” opuestas en general a los pantanos. También han servido para proporcionar agua a los navarros para el consumo humano y el riego de los campos. Han servido, incluso, para dar lustre a la Expo de Zaragoza durante el verano.
Lo progre es inundarse y no compartir.
Hoy mismo, las lluvias y nieves de los últimos días amenazan la Ribera de Navarra con importantes desbordamientos. Frente a estas avenidas de agua, hay quien defiende que lo progre es inundarse. Pero esto y todo lo anterior no es lo único insólito que hemos visto sostener en los últimos tiempos en nombre del progreso. También hemos tenido que escuchar que compartir el agua no es progresista. Que desde un punto de vista de progreso, toda el agua que se vierta al mar es poca. Y llevamos años escuchando cómo se repetía este discurso, justificado a menudo por la descalificación de aquellos con los que no se compartía. En un día como hoy hay que preguntarse si en este momento tampoco podríamos trasvasar un poco de agua. Tal vez interese recordar el discurso y la credibilidad de quienes en nombre del progreso se niegan a compartir el agua con otros españoles. O el de quienes no pueden explicar porqué tras dos mil terremotos, crujidos y explosiones no se rompe la presa de Itoiz. Es más, ni siquiera se forma un tsunami en el pantano de Yesa. Cada vez que falte o sobre agua y necesitemos los pantanos, alguien tendrán que insistir en ello tanto como ellos han insistido en aterrorizarnos. Si lo que no se hunde son las presas, lógicamente debería hundirse la credibilidad de quienes predijeron tal catástrofe.