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Hace 3 meses, el gobierno del cambio se sacó de la manga un conflicto con el estado, en virtud del cual decidió pagar 93 millones menos de los previstos en el Convenio. Es decir, hay una serie de servicios que el estado presta en Navarra y por los que Navarra paga al estado según los cálculos estipulados en el Convenio, se trata de un amplio catálogo de servicios que van desde la seguridad hasta el tráfico aéreo. Los 93 millones no pagados eran parte del dinero debido al estado por todos esos conceptos.
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Cuando hace 3 meses el gobierno del cambio decidió pagar 93 millones menos de los que le tocaban, ya adelantamos que la batalla la tenía perdida. En las relaciones entre Navarra y el estado por una parte tenemos el Convenio, lo que los navarros pagamos por los servicios que presta el estado central en nuestro rincón de la nación. Pero por otra parte, el estado paga a Navarra una importante cantidad para compensar los impuestos que pagan los navarros cada vez que hacen un gasto en una empresa que tributa en el régimen común. Para que nos hagamos una idea, lo que Navarra paga al estado suelen ser unos 600 millones anuales y lo que el estado devuelve a Navarra por el IVA y otros ajustes fiscales ronda los 800 millones anuales.
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¿Qué es lo que ha sucedido? En cuanto el cuatripartito ha decidido unilateralmente pagar 93 millones de menos (que al final fueron 82,6), el estado se los ha cobrado devolviendo a Navarra 82,6 millones menos en concepto de ajustes fiscales. Como lo que el estado devuelve en concepto de ajustes fiscales es más de lo que Navarra tiene que pagar por el Convenio, el estado tiene claramente la sartén por el mango, aunque el gobierno del cambio decidiera pagar indefinidamente cero euros.
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¿Qué sentido tiene el conflicto?
Económicamente, como hemos visto, la creación del conflicto no tiene ningún sentido. Políticamente, la CAV es una experta en la generación de este tipo de situaciones y existen dos explicaciones. De una parte, mantener permanentemente un conflicto abierto con el estado está en la naturaleza del nacionalismo. El estado nos roba, el estado no nos comprende, el estado atenta contra nuestro autogobierno, etc. Quien dice el estado, por cierto, con razón o sin ella está pensando en España más que en el estado español o administración pública española. O eso es lo que se quiere que pensemos. Naturalmente el conflicto creado por los nacionalistas no tiene nada que ver con lo que es justo o no es justo pagar al estado por los servicios que presta, lo cual sería un debate razonable sólo si previamente nos salieran las cuentas. Se puede estar pagando menos de lo debido al estado y seguir alimentando indefinidamente el conflicto y la idea de que España nos roba, para esto se crea el conflicto. La otra razón por la que tiene sentido abrir un conflicto, al menos para la CAV, es que llegados a cierto punto los diputados del PNV siempre son necesarios para investir un presidente o aprobar unos presupuestos. Esto sucede porque en España es imposible que la izquierda le deje a la derecha sacar adelante unos presupuestos si puede obstaculizarlos, aunque la izquierda no pueda gobernar ni sacar adelante sus propios presupuestos.
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Obviamente los separatistas, como se verá, hacen todo lo posible por mantener esa situación de que la izquierda y la derecha españolas no puedan entenderse frente al nacionalismo, aunque la izquierda y la derecha nacionalista se entiendan permanentemente para fastidiar al conjunto de España. Y es que cuando se necesitan sus diputados, el precio que ponen los nacionalistas a cambio de su apoyo es, al margen de otras concesiones políticas, que se revise lo que tienen que pagar al estado por el Cupo, por ejemplo. Es seguramente por esto que la CAV paga mucho menos que Navarra al estado. Muy probablemente no porque Navarra pague de más, sino porque la CAV paga bastante de menos. En todo caso, es por este segundo mecanismo y por la negociación de los votos en el Congreso que se puede obtener un beneficio económico, no por descontar a las bravas 82 ó 93 millones del Convenio.
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El pensamiento del estado debe ser el inverso
Para el estado español, la visión de los conflictos por el Cupo, el Convenio o la financiación de cualquier comunidad como la catalana, debería adoptar exactamente el punto de vista opuesto. Si los nacionalistas plantean un conflicto que, a cambio de unos votos, desemboca en que tal o cual comunidad paga de menos al estado, los votantes de esa comunidad, lógicamente, extraen la moraleja de que votar al nacionalismo es bueno para la comunidad, porque se acaba pagando menos. En este sentido, los partidos de ámbito estatal deberían plantearse una estrategia común para, gobierne quien gobierne, no tener que conceder ventajas a los nacionalistas que a su vez actúen como un estímulo estatal al voto nacionalista. Por el contrario, lo deseable sería pasar a un escenario en el que los electores percibieran que económicamente la lealtad es más interesante que la deslealtad. Es por ello que alguien como Uxue Barcos no debería poder sacar nunca una ventaja de crear un conflicto con el estado. Lamentablemente, viendo la dinámica de los partidos estatales o la de fuerzas emergentes como Podemos, parece que de momento los nacionalistas pueden estar tranquilos. Desde el punto de vista de los navarros que además somos españoles leales, se trata de pagar al estado lo justo por los servicios que nos presta (no más, pero tampoco menos), y de fiar nuestra prosperidad, para bien o para mal, al autogobierno y a la gestión eficaz de nuestros recursos.
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2 respuestas
Si no existiera esa permanente pinza entre la infame izquierda española y el corrosivo nacionalismo, España sería una verdadera potencia mundial. Claro, que pedir patriotismo a la izquierda es pedir peras al olmo. Y si luego la blandurria derecha no aprovecha sus mayorías absolutas …
El chantaje de los separatistas se inició en la transición. Y ahí sigue.