Tanto desde la filosofía clásica, como desde todas las religiones, el hombre siempre ha contado con capacidad para discernir el bien del mal. La declaración de Derechos Humanos, refleja lo que hoy es la Humanidad y para nada recogen esos nuevos derechos, apoyados hoy por la nueva izquierda y parte de la derecha. Sabemos que todo derecho se apoya en su reverso, en un deber. Estos nuevos derechos, están erosionado el sentido del deber, debilitando el ejercicio de la autoridad y a menudo jalean unos malos ejemplos sociales. Los medios de comunicación se han instalado entre la irresponsabilidad y la falta de referencias. Un proverbio africano dice que a un niño lo educa todo un pueblo. Necesitaríamos que los personajes públicos den un buen ejemplo. Pero hoy vivimos en una sociedad televisiva necesitada del espectáculo, las luchas por la cuota de pantalla posibilitan que se potencien a personajillos a la mode, con comportamientos en muchos casos poco ejemplarizantes.
Cabe preguntarnos si ¿estamos en una crisis de valores o en una crisis del sistema? Para cierta izquierda no se puede apoyar a un sistema, que permite a unos pocos utilizar la democracia en su propio beneficio. Ellos por supuesto nunca se culpabilizan, siempre son los otros, los culpables. A nadie se nos ocurre cuestionar la validez de la democracia, porque se produzcan habitualmente casos de corrupción, tanto en la izquierda como en la derecha. No debemos cuestionar el mercado, porque hayan fallado los controles. En este año centenario de la Revolución Rusa, ya sabemos que no es el mejor camino volver a implantar el socialismo. Ya comprobamos dramáticamente que las alternativas al capitalismo han sido mucho peores que aquel.
Pero después de la feroz crisis económica y de la ausencia de ética en muchos comportamientos individuales, es un buen momento para volver a repensar los fundamentos del capitalismo, que siempre supusieron la existencia de límites económicos y morales para su desarrollo. La propiedad se fundamentó a través del trabajo, con una dimensión religiosa y moral en sus orígenes: trabajaras con el sudor de tu frente. El capitalismo inicial, exigía del hombre de éxito, una modestia en la proyección de sus atributos, que hoy se han perdido. En la vorágine antes de la crisis sólo aplaudíamos la ganancia rápida y astuta, obtenida por cualquier medio. Olvidábamos ponderar el esfuerzo, el mérito y el trabajo como elementos importantes para sostener el triunfo personal. Sabemos que sin principios morales y religiosos es muy difícil que funcione cualquier sociedad, no bastando sólo con la autorregulación. Sabemos que el mal existe, y que cualquier poder siempre tiende a abusar de los ciudadanos. Las instituciones deben actuar dentro de los límites de la ley, y para que el sistema funcione necesitamos compartir unos valores morales, que sostengan una legalidad donde se sancione con todo el peso de la Ley los comportamientos antisociales. Tampoco es de recibo que los costes sociales recaigan casi siempre sobre los más débiles, como pretenden los poderosos.
2 respuestas
La verdad es que yo no entiendo, que comparando un sistema de libertad y progreso económico con otro que lleva a la dictadura y la pobreza, de manera contrastada y repetida cual experimento científico , todavía haya brujos que vendan el curalotodo del comunismo.
Bueno, si lo entiendo. Por la manipulación gramsciana del sistema educativo y de los medios de supuesto entretenimiento, realmente de manipulación masiva.
Como con la «Meryl Stripper»
Sr. Ciudadano Caña, se base en el poder de control sobre las personas. Tanto el comunismo como el capitalismo atroz y sin moral buscan un enriquecimiento propio. El primer caso te convierten en un borrego vendiéndote la moto de la igualdad y para eso el gobierno ejerce un control total de todo porque las personas son estado y ya de paso forrarse (vease los conocidos casos de los castro y chavez). En el segundo caso el ciudadano cuenta con la herramienta de la libertad pero los buitres sin escrúpulos fagocitan alrededor y sálvese quien pueda