Así muere un banco, y cae un ayuntamiento tóxico.

Acaba de quebrar el estado de California. Unos meses antes lo hizo Islandia. Lo cierto es que el mundo camina por un estrecho sendero al filo del abismo. La razón es que ese dinero que usted depositó en un banco sirvió para comprar un papel, respaldado en otro papel, a su vez respaldado en muchos otros papeles, tras el último de los cuales se supone que hay como aval una casa cuyo precio se desploma. No hubo ningún problema para convertir su dinero en papel, pero podría haberlo para convertir de nuevo el papel en dinero. Es por ello que los gobiernos han creado fondos como el FAAF, que son los únicos que compran esos papeles a los bancos para que estos dispongan de algún dinero para hacer frente a sus propios pagos, mejorar su solvencia o, eventualmente, para prestarlo. Fuera de estos fondos no hay mercado. O nadie compra el papel o lo compra por una fracción de su precio teórico.

Así muere un banco.

La situación no es grave, es gravísima. Lo que van a ver a continuación es la gráfica de la evolución bursátil de los dos principales bancos de los EEUU y del mundo: el Bank of America y el Citigroup. Estas dos gráficas seguramente debieran ser portada de todos los grandes medios, pero quizá da demasiado miedo publicarlas. Sólo echarles un vistazo da idea de la magnitud de la catástrofe.

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Cuando una acción cualquiera pierde el 94,% de su valor en poco más de un año, sobran los comentarios porque el diagnóstico del mercado es evidente: se trata de una empresa que se dirige de cabeza a la quiebra. Sólo que esta vez estamos hablando de los grandes gigantes del mundo financiero, de las entidades donde la gente tiene depositado su dinero.

Un dato más para que se hagan una idea de la rapidez y la magnitud de la catástrofe. Todavía en octubre del 2007, el Bank of America reafirmaba su objetivo de obtener 4 dólares por acción de beneficio en el año 2008. El valor de la acción era entonces de 52 dólares. El precio de la acción es hoy de sólo 5 dólares.

Así cae un ayuntamiento tóxico.

En el origen de todo esto se encuentra el reventón de la burbuja inmobiliaria, una burbuja que alimentada por los bajos tipos de interés creció paralela a una burbuja del crédito donde ambas burbujas se retroalimentaban. Hasta que fue imposible vender una casa más, y los precios primero se estancaron, y luego empezaron a bajar, y luego se desplomaron. Todo esto después de que por una casa valorada en 100 se concedieran créditos por 120, a –por ejemplo- parejas cuya hipoteca suponía el 50% del sueldo de cada uno. Ahora la deuda sigue siendo de 120, pero el precio de la casa es de sólo de 70 y uno de los dos miembros de la pareja ha perdido su trabajo. Para los bancos, el resultado es que sus preciadas titulizaciones basadas en hipotecas son ahora sólo trozos de papel sin valor alguno en el mercado. En estas condiciones, ni pueden ofrecer financiación a otros ni obtenerla para ellos. El problema no sólo es de liquidez sino de solvencia. Adiós al crédito. Para los ayuntamientos, el resultado es que ha desaparecido su principal fuente de ingresos a lo largo de los últimos años: el ICIO, o Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras. No es la economía española quien, sobre todo, debe cambiar el modelo de crecimiento basado en el ladrillo. Quien debe cambiarlo sobre todo es la Administración local, que de golpe y porrazo ha visto secada de forma radical su hasta ahora inagotable fuente de ingresos. Véase como ejemplo pionero el caso de Cintruénigo.

Cintruénigo era un ayuntamiento que ya en 2006, cuando aún ingresaba más de medio millón de euros en concepto de ICIO, ostentaba un alarmante remanente de tesorería negativo. En 2007, acabamos de obtener el dato, todas las alarmas rojas se encendieron al incurrir en ahorro neto negativo con una situación añadida de remanente de tesorería catastrófico. En 2008, como todos ya sabemos a estas alturas, Cintruénigo (la caja mágica, siendo grave, es lo de menos) pasó a convertirse directamente en un ayuntamiento tóxico.

El problema, también lo venimos anunciando, es que todo tiene una relación. Hay un hilo que une el Citigroup con Cintruénigo. Se trata de dos erupciones, en una economía global, del mismo Armagedón financiero. Y en Navarra hay (o habrá) muchos más Cintruénigos. Podrían salvarse un banco o un ayuntamiento tóxico. Pero no pueden salvarse todos los bancos o todos los ayuntamientos tóxicos. Como decíamos al principio, el mundo camina por un estrecho sendero al borde del abismo. Realmente nadie sabe lo que va a pasar. Pero según vaya pasando, en Navarra Confidencial se lo iremos contando. De momento, parece que Obama ha hecho bien en empezar su mandato rezando.

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