Contaba Octavio Paz que los aztecas tenían dos maneras de medir el tiempo, una la manera de contar los espacios cortos y otra la de los espacios largos. Lo mismo le pasa al PNV que tiene muy presente la cuenta larga, frente a los socialistas vascos en este caso, que cuentan el tiempo a la manera corta.
El PNV ha aprovechado esta ocasión, tenía un panorama complicado ante un Bildu atemorizado por el ascenso de Podemos en País Vasco, sabedor de que no podría apoyar al PNV en Ajuria Enea. Con un Podemos a su bola, con sensación de derrota por la pérdida de 150.000 votos respecto a las generales. Con un PP al que después de robarle mucho voto útil en la autonómicas, le quieren obligar a que acepte los postulados nacionalistas, para ello necesitan macerarlo más para que los termine aceptando y los reconozcan en Madrid.
El PNV ha optado por aprovechar la debilidad de un PSE con los peores resultados de los últimos años. El PNV como buen cazador y con la vista puesta en la cuenta larga, a cortejado a los socialistas vascos. Ofreciéndoles como tabla de salvación a los Mendia&boys, tres consejerías técnicas ya que necesitaban agarrarse a un triunfo que les ayude a sobrevivir y a posibilitar el resurgir de los Sanchistas, dando unas posibles pistas prácticas por donde intentar desatascar lo de Cataluña.
El gradualismo peneuvista, el del poco a poco pero sabiendo hacia donde va, centrándose en fortalecer su poder cultural mayoritario con el menor ruido posible. Necesitan tiempo para poder domesticar a la izquierda abertzale, para que acepten su gradualismo reformista, en esta operación son imprescindibles los socialistas vascos que por debilitados acepten hablar del “derecho a decidir” y de la “nación vasca”, cuestiones no menores, aunque eso sí bien envueltos en el celofán de unas maneras aseadas, con aceptación y respeto de la legalidad, vigente, etc. El sueño del PNV es dar pasos hacia un nuevo encuadre autonómico, que sea aprobado por el Parlamento autonómico y ratificado en referéndum. Todo ello sin dejar de pertenecer al Estado Español, pues la mayoría de los vascos no quieren estar fuera, quieren garantizarse desde dentro una estabilidad grande necesaria para poder avanzar de facto hacia un estado propio.
Para ello reivindican que en los próximos cuatro años alcancen dos acuerdos estratégicos e históricos para el País Vasco: en materia de autogobierno y en el área de paz y convivencia. Para ello insistirán en que «Euskadi es una nación que debe ser reconocida» y que, además, «necesita mecanismos de bilateralidad efectiva que garanticen lo pactado con el Estado» (sic). Dicen buscar un punto de encuentro respetuoso con la pluralidad de sentimientos de pertenencia nacional, han demandado altura de miras y empatía, para que todas las distintas sensibilidades políticas puedan encontrar su lugar en el país, por la vía reformista. Quieren que una vez más, la realidad política y social sobrepase a ETA y a su mundo, advirtiéndole que si no desaparece «volverá” a frustrar la posibilidad de un final ordenado y definitivo de cese de la violencia. Vuelven a la carga al defender «una nueva política penitenciaria acorde a este nuevo tiempo» = presos a Euskadi.
El PNV ha amarrado al PSE en un pacto desigual y desequilibrado. Todo quieren hacerlo en 8 meses, con prisa con mucha prisa. Recuerdan que España es una nación de naciones, Cataluña es una nación dentro de otra nación que es España, como lo es también el País Vasco, de estas tesis son a las que ahora Idoia Mendia se declara leal seguidora. Ya en su día el PSC afirmaba que “Cataluña es una nación” que “forma parte de la España plural reconocida por la Constitución” y que pretende “profundizar en el carácter federal, plurinacional, pluricultural y plurilingüísmo del Estado español”.
La desgracia de España es que el PSOE y sus sucursales autonómicas nunca han terminado de interiorizar la idea de España, nunca han sabido que hacer con España, con amar a España y preservar su unidad como un bien superior capaz de asegurar paz y libertad frente a la amenaza de los distintos reinos de Taifas que regentan las distintas elites locales. Los socialista vascos han puenteado a la Gestora, el PSOE que hoy conocemos ha dejado de defender la unidad de España. Hoy hay un PSOE en la sombra que intenta comandar Pedro Sánchez, que decididamente se ha pasado al bando de los malos enarbolando la bandera de la España plurinacional que reconoce el derecho a decidir.
Vivimos con la tragedia de la confusión ideológica de nuestras izquierdas, que no quieren negociar con el PP pero les encanta hacerlo con las derechas independentistas. Ahora incluso en Aragón dicen que es un “nación” los podemitas de Echenique, y lo mismo reclama para Andalucía, Teresa Rodríguez. Detrás del lío vasco está Patxi López que prepara en sigilo su candidatura para liderar el PSOE. El PNV utilizó todas sus posibilidades desde la transición para amarrar jurídicamente los fueros provinciales, el llamada “cupo” etc. Ahora el PNV junto con el PSE apuestan por impulsar una reforma constitucional, no pensando en la mejora de la calidad de la democracia española, cuestión que al parecer les importa un bledo, sino para “garantizar el autogobierno” que dicen que demanda la sociedad vasca.