Después de un parón de 315 días, el nuevo Gobierno es objeto de multitud de análisis cortoplacistas. Los periodistas dicen que es continuista, que es poco novedoso, que no ha incorporado a los más jóvenes, que es un gobierno muy pero que muy Rajoy. Está claro que Rajoy tiene experiencia y no ha querido hacer una renovación total al estilo de lo que le solicitaban sus adversarios para que les facilitasen el papel de desmontar lo del gobierno de la mayoría absoluta.
No es poca cosa nombrar a seis ministros nuevos en: Defensa, Interior, Fomento, Sanidad, Energía y Exteriores. También hay que reconocer que otros tres no llevaban tanto tiempo en el Gobierno: Agricultura, Justicia y Educación. Así que tan solo son cuatro los que continúan del primitivo Gobierno Rajoy: la Vice, Trabajo, Economía y Hacienda.
Un Gobierno que en clave de equilibrio diríamos que es un Gobierno donde Rajoy estará cómodo: pues cuenta con sus dos cabezas en lo económico, que es continuista porque para que mover lo que funcionó y transmiten confianza en Europa, mejor no cambiar. Es equilibrado también entre las chicas fuertes del PP, es un gobierno donde el alma mater de la negociación seguirá siendo el propio Rajoy, pero que ha incorporado a todos los que negociaron con C´s el acuerdo de investidura. Rajoy no ha desmantelado ni el Partido, ni el equipo de fontaneros de Moncloa, ni la maquinaria electoral, porque igual las pueden necesitar. Rajoy no ha apostado ingenuamente a que todo les salga bien, sino que deben estar preparados para incluso hacer frente a otra nueva contienda electoral.
La mejor cosa es que todos los ministros tienen la característica de ser gente rodada en el día a día de la política y de la representación de España, son gente con capacidad técnica sobrada, bien lejos de algunos de aquellos ministros de la época de ZP que dejaban bastante que desear, así como de tantos políticos de Podemos con nula preparación para las tareas que deben acometer.
Ciertamente parece un equipo solvente que es lo que Rajoy va a necesitar, desde la solvencia es más fácil negociar, dialogar, y hacer ver incluso al otro que el alcance de sus propuestas aveces no son viables. Es un Gobierno preparado ante cualquier eventualidad, porque nadie sabemos que va a pasar en el futuro, pues la estabilidad la tendrán que asegurar cumpliendo el pacto con C´s, desarrollando las medidas pactadas y dándole cancha a un PSOE que hoy está paralizado por el tremendo estado de sock en el que le ha dejado Sánchez, dividido y pendiente de definirse en su próximo congreso. El papel del PNV no hay que despreciarlo, pues en el actual contexto político puede ser muy positivo para desatascar más temas de lo que hoy se puedan pensar. Casi todo el mundo necesita tiempo, con lo que lo lógico es que el Gobierno durará. Que no estará todo el día contra las cuerdas porque haciendo de la necesidad virtud, planteara un día a día, mucho más negociador.
Al margen de la recuperación económica y el cumplimiento de los compromisos con Bruselas, los temas políticos son muy importantes: desde acometer el desafío de los catalanes, las reformas pendientes (educación) que tendrán que hacerlos de acuerdo con los demás posibles. Tampoco olvidamos que cuando el PP tenía mayoría absoluta no hizo nada en temas importantes para al menos parte de su electorado, ya que les faltó energía y confianza en sus posiciones. Ahora en minoría no le va a ser posible desandar aquellos puntos tan polémicos, como: contemplar el aborto como derecho, el matrimonio homosexual, la ley de la memoria histórica, la política de género con el apoyo descarado al LGTB, etc., incluso se habla de que la Ministra de Sanidad, la catalana Dolors Montserrat puede ser sensible a extender a toda España lo que plantea la ley madrileña contra la LGBTfobia.
Todos estos temas son muy graves, pero reconozcamos que deberemos trabajar todos los días para que agrandemos la parte de la opinión pública favorable a la defensa de unos valores, que hoy aparentemente muchos han abandonado. En cualquier caso, gobernar no es fácil, necesitaran suerte y desde aquí se las deseamos, aunque seguiremos insistiendo en nuestras discrepancias.