El mapa político navarro y el mapa lingüístico.

La principal amenaza que pende sobre el vascuence es su politización. El vascuence, objetivamente, es un patrimonio cultural de Navarra. A pesar de ello, muchos navarros observan con recelo todo aquello que tenga que ver con esta lengua. Las razones son principalmente dos. Por un lado, la identificación entre el vascuence y el nacionalismo, de modo que el avance de uno se asocia inevitablemente a un avance paralelo del otro. El nacionalismo, por su parte, parece llevar a cabo la misma identificación sólo que en sentido contrario, lo cual nos lleva a la segunda razón por la que se recela del vascuence. Las políticas de inmersión lingüística practicadas en las comunidades gobernadas por el nacionalismo hacen percibir esta lengua como una amenaza a la libertad cuyo aprendizaje acabará convirtiéndose en obligatorio.

El mapa lingüístico y el mapa político.

De algún modo, en torno a la cuestión del vascuence siempre subyace la existencia de estos dos mapas. El mapa que refleja la lengua y el mapa que refleja la ideología política. Es tan tentador como políticamente incorrecto superponer ambos mapas pero, ¿tendría sentido hacerlo? ¿Se trata de dos piezas que encajan entre sí? Nosotros nos limitamos a presentar ambos mapas.

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Entre el respeto y la transformación.

Buena parte de la desconfianza que despierta el vascuence, como decíamos, es el carácter expansivo que pretende conferirle el nacionalismo. Así, mientras que la Ley del Vascuence establece una zonificación que pretende reflejar y respetar la realidad lingüística existente, el nacionalismo va mucho más allá pretendiendo modificar y alterar esa realidad lingüística navarra. De esta forma, en un primer paso, Nafarroa Bai incluye en su programa electoral la propuesta de implantar el vascuence como lengua oficial en toda Navarra. Después de esto, exactamente esos mismos partidos que componen la coalición nacionalista en Navarra, han dado un paso más en la Comunidad Autónoma Vasca a través del “currículo vasco”. Dicho currículo establece obligatoriamente que “la lengua principal en el ámbito escolar será el euskera”. En nombre de la libertad, la cultura y el respeto, paradójicamente el modelo D pasa de ser voluntario a ser obligatorio. Y es entonces cuando, comparando el mapa político y el mapa lingüístico, cabe preguntarse si no es el nacionalismo el que superpone ambos mapas y pretende diseñar un nuevo mapa político a partir de un nuevo mapa lingüístico.

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