Spiderman y el Privilegio de la Unión, otra vez

Los concejales de Aranzadi-Podemos no participarán hoy en el desfile conmemorativo del  Privilegio de la Unión, argumentando que se trata de una “mascarada” y rechazando un protocolo que “marca para los y las concejales a la hora de asistir al desfile, de disfrazarse con unos trajes carísimos, anacrónicos y sexistas, nos parece una falta de respeto y de dignidad intolerable, para los y las representantes públicos y, sobre todo, para la ciudadanía a la que representan».
Además, el grupo arácnido critica que «se incluya en el programa una ofrenda floral en la Catedral de Pamplona a los reyes Carlos III y Leonor, por muy de Navarra que sean, es un atentado a la laicidad y un gesto ridículo de pleitesía monárquica por parte de la institución municipal».

Aunque podría parecer anecdótico, lo cierto es que la actitud de Podemos resulta propia de una cierta izquierda radical que se caracteriza por dos rasgos, típicamente adolescentes: el conflicto permanente con todo y con todos, salvo los colegas, y el  asumir que nada de lo hecho por los demás hasta el presente tiene sentido alguno.

Es por ello que los concejales de Podemos, como don Quijote, allá donde van encuentran una batalla épica que librar contra el fascismo (retrospectivamente), el heteropatriarcado o cualquier otro molino de viento. El 99% de la batalla está en su imaginación, como es obvio.

De este modo, un podemita no puede entender que la vestimenta peculiar de un determinado acto resulta esencial para el acto. ¿Qué clase de película sería Ben Hur si los actores, en vez de ir vestidos de romanos, fueran vestidos de astronautas? La gracia de las fiestas de moros y cristianos en Alcoy es precisamente el ir vestidos de moros y cristianos. Si la gente en Alcoy saliera a la calle con unos vaqueros y una camiseta, siguiendo la filosofía Spiderman, la fiesta se iría al carajo.

Ya que mencionamos a Spiderman, el concejal podemita no ha debido caer siquiera en la cuenta de que el propio Spiderman va disfrazado. El disfraz tiene múltiples funciones para superhéroes como Batman y Spiderman, como ocultar su identidad secreta e incorporar diversos artilugios y mecanismos, aparte seguramente de resultarles útiles y resistentes a los superhéroes en su incansable lucha contra el mal. Es posible que Batman pudiera salir a trabajar más cómodo en pijama, pero el bat-traje y la capa seguramente tienen propiedades irrenunciables como la resistencia al fuego y las balas o incluso cualidades para actuar como paracaídas. No puedes llevar la camiseta de un tipo disfrazado mientras hablas contra los disfraces.

La alusión a la monarquía también carece de sentido. En primer lugar ser una monarquía no es nigún anatema. Todos los estados o son monarquías o son repúblicas, no tiene sentido que la mitad de la población renegara de ciertos eventos porque o no es republicana o no es monárquica. Es además como pensar que participar en la Cabalgata es un intolerable acto de sumisión a la monarquía. La Cabalgata, por cierto, es otro de esos “teatrillos” en los que, aunque Podemos no lo entienda, la gracia es ir vestido de rey, de paje o de pastorcillo, o te cargas la Cabalgata. Por cierto, hay países estupendos que son una monarquía, como Suecia, y países detestables que son una república, como Corea del Norte.

Pretender sacar la Catedral de la celebración tampoco tiene sentido y revela bastante el concepto que tiene Podemos de espacio público: en privado que cada uno piense lo que quiera, pero en la vida pública sólo cabe la ideología de Podemos. Si en Podemos son ateos pues todos ateos. Frente a esta visión propia de regímenes donde el ateísmo es oficial, el espacio público debe ser concebido como un espacio en el que cabe todo el mundo, precisamente por ser un espacio público. Caben por tanto los ateos, pero también los creyentes, los oscilantes y los dudosos. El espacio público deber ser un espacio abierto a todos y no un espacio en el que todo el mundo, hablando de disfraces, tiene que ir disfrazado de ateo.

En cuanto al Privilegio de la Unión, tan sólo hay que recordar que se trata de una decisión de Carlos III para unificar a los pamploneses, eliminando las barreras que separaban a los burgos-fortalezas de Pamplona, habitualmente en guerra entre ellas. Es decir, que en 1423 no existía una Navarra bucólica euskaldún, sino una Navarra pluricultural, dividida y enfrentada. Ni alianza de civilizaciones ni vascoparlantismo universal. De hecho, el Privilegio de la Unión está redactado en romance, ni en latín culto ni en vascuence. Y el escudo de Pamplona se determina que incluya el rojo de las armas de Navarra y las cadenas de las Navas de Tolosa. Por alguna extraña razón el Privilegio de la Unión no dice ni palabra de la ikurriña, tal vez porque es un símbolo que sabido Arana no se inventa hasta casi 500 años más tarde. Por tanto hay muchas razones históricas por las que un podemita podría no sentirse cómodo celebrando el Privilegio de la Unión, pero la razón más ridícula para que se sienta incómodo es tener que llevar sombrero.