Conciliar…..en la peluquería

Desde que un amigo me puso en la pista, soy cliente de una peluquería china cerca de mi casa. Al principió acudí un poco inquieto y con curiosidad. Llevo ya más de dos años y ahora entro con total tranquilidad. El alma mater del negocio es un peluquero que sin llegar a los cuarenta años ejerce de maestro en el oficio. Ahora que se que está casado, que  tiene una niñita preciosa, que antes estaba en el cochecito siempre en la peluquería y ahora que ya anda está haciendo monerías por la peluquería, como pedro por su casa.

También trabajan otros dos jóvenes varones aprendices de unos 20 años que hacen de todo, los he visto estar mirando pacientemente al maestro en cómo realizaba los trabajos, ya que durante una temporada larga, muchos meses sólo observaban como realizaba todo tipo de faenas (corte, lavado, mechas, etc, etc.) a los clientes. Se me olvidaba que la peluquería es mixta, de chicos y chicas, hombres y mujeres.

La clientela es muy diversa, desde muchas personas mayores porque los precios son rompedores pasando por muchos emigrantes sudamericanos, mucho oriundo navarro por supuesto e incluso monjas. No hay que olvidar que los precios son la mitad que los de una peluquería normal, a 7,5 € el corte de pelo de chico.

Hoy estaba la peluquería estaba a tope de clientes, se notaba el nerviosismo pre Sanferminero, gente esperando, clientes ocupando sus cuatro sillones de peluquería, atendidos por el maestro, su joven mujer y los dos jóvenes aprendices que ahora ya andan mucho mas sueltos en el oficio.

La joven madre china, que  se encontraba en plena faena de corte: dice en español alto y claro a su clienta (una señora de edad española) de manera sorpresiva  «perdón la niña tiene caca», deja las tareas de peluquera, coge a la niña y se va para el interior de la trastienda, y en un plis plas cambió el dodotis de la niña, y volvió rápidamente para continuar su tarea. Nadie dijo nada, todo fueron sonrisas, la niña salió pizpireta por la pelu y se fue al rincón desde donde se espera el turno y donde existe permanentemente encendida una tele que solo se ven canales chinos.

De manera sencilla, sin despeinarse, en medio de todo aquél guirigay nos han demostrado que muchas veces las cosas son más sencillas de lo que suponemos. Quizás hace falta mas sentido común, y no tanta reglamentación que impide resolver bien estas realidades.

 

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