Después de que el Comité Regional de PSN aprobara el acuerdo con Nabai por 104 a 1, lo menos que se puede esperar en el partido ante este nivel de ninguneo es dolor, irritación, desconcierto. La militancia partidaria del pacto con Nafarroa Bai, la más hostil a UPN, no quiere ahora ni oir hablar de poner las cosas fáciles a los regionalistas. Todo lo contrario. La dirección del PSN no se atreve a castigar más a esta parte del partido, lo que produce una delicada situación próxima al bloqueo. El partido contempla con pavor cuál sería ahora la reacción de su electorado en unas hipotéticas elecciones.
Es en este contexto, los socialistas han pasado del “la opción más realista, a día de hoy, parece ser la convocatoria de nuevas elecciones” de ayer, al “si a Miguel Sanz se le ocurre amenazarnos y jugar a elecciones anticipadas, nos echará en brazos de Nafarroa Bai” de hoy. Como si no vinieran de desechar esa jugada, o como si lo que ahora pretendieran fuera otra cosa que echarse en brazos de Nabai pero en la oposición. No son pocos los que fuera del PSN, de hecho, anhelaban ese pacto. Era la forma en que, si el PSN pretendía decidir en Navarra, que lo hiciera al menos desde el gobierno y responsabilizándose de sus actos. Es justo esto lo que provocó la llamada de Ferraz dinamitando las negociaciones.
La conclusión de todo lo anterior para UPN parece obvia: UPN tiene que hacer exactamente lo contrario de lo que le aconseje Ferraz. Aquello que Ferraz más teme, es aquello que a UPN más le conviene. Debe optar por nuevas elecciones, y las ganará. El PSN, para evitarlo, no pactaría con Nabai porque perderían las Generales. UPN sólo puede perder cometiendo los mismos errores que en la campaña y precampaña: Falta de iniciativa, perfil bajo, y miedo. El PSN se ha quedado sin jugada y UPN debe aprovecharlo.