El Angel de Aralar y la ikurriña

El Angel de Aralar visitirá un año más el Parlamento de Navarra; eso sí, con el voto en contra de Podemos y Bildu.

¿No es contradictorio que algunos partidos pretendan imponer la ikurriña en las instituciones en nombre del respeto al sentimiento de una minoría y en cambio pretendan vetar al Angel de Aralar?

Pero es que además Podemos y Bildu niegan la pluralidad donde debe haberla y pretenden imponerla donde no la puede haber, porque ni siquiera se trata de situaciones equivalentes.

España no es un estado ateo ni un estado confesional. Es decir, en la vida pública cabe todo el mundo. Esto es así porque en España viven muchos millones de personas con muy diversas creencias e increencias. No vivimos en un país en el que todos, menos los ateos, tienen que renunciar a sus ideas para participar en la vida pública. Ni vivimos en un país así, ni queremos vivir en un país así, una “ateocracia”. Es por ello que el Parlamento debe estar abierto a todo el mundo, obviamente también al Angel de Aralar. Distinta cuestión es lo de la ikurriña.

Los españoles son católicos , ateos, agnósticos etc … y hoy pueden ser ateos o agnósticos y mañana volverse creyentes, y en todo momento serán españoles. Lo que no puede suceder es que España sea España y Perú al mismo tiempo. España es “confesionalmente” española, como es lógico. Sin duda habrá una minoría que se sentirá peruana, o rumana, o ucraniana, lo cual no puede llevarnos a colgar junto a la bandera de España en las instituciones españolas la bandera peruana.

Por las mismas razones, tampoco tiene sentido colocar la bandera andaluza en las instituciones catalanas o, ya puestos, la ikurriña en las instituciones navarras.

Tampoco es aceptable pretender que la bandera de Navarra no representa a los navarros con raíces y cultura vasca y que los vascoparlantes necesitan otra bandera para representarlos. La bandera navarra es de todos los navarros, no la de los navarros castellanoparlantes, o la de los riberos, o la de los descendientes de inmigrantes, o la de los navarros de derechas, o la de los navarros calvos. No hay una bandera para una parte de los navarros y otra para el resto. Las instituciones navarras no pueden aceptar esto sin dinamitar, precisamente, la realidad institucional de Navarra.

La ikurriña, por otro lado, no puede ser la bandera de los navarros que hablan vascuence (como si no hubiera navarros que hablan vascuence y no se identifican con ella). La ikurriña es la bandera de la CAV, incluso la bandera de los votantes nacionalistas. No se puede pretender que en las instituciones se tengan que colgar, para representar a todas las sensibilidades, la bandera de la CAV, la bandera del PP, la bandera de Ciudadanos, la bandera republicana, la bandera de la Cruz de San Andrés, la bandera del PSOE, la bandera de Murcia y la bandera del Vaticano, salvo que queramos autodestruirnos como sociedad. Porque claro, o todas o ninguna. Una sociedad incapaz de encontrar símbolos comunes camina hacia su liquidación. Si no nos identificamos con los símbolos comunes y cada partido o facción tiene que añadir sus propios símbolos a los comunes, estamos condenados a la autodestrucción.

Llevada la lógica nacionalista al extremo, en un estado vasco independiente no tendría sentido que junto a la ikurriña ondeara la bandera de España. Y sin duda bien se cuidarían los nacionalistas en ese escenario hipotético de que tal cosa sucediera, tanto que incluso actualmente, allí donde gobiernan, eliminan la bandera española o no la ponen de manera voluntaria, y eso que aún no han alcanzado la independencia.

Volviendo al principio de nuestra reflexión, uno puede ser creyente y navarro, o ateo y navarro, o ateo y riojano, pero no puede ser creyente y ateo o navarro y riojano. Es por esto por lo que el Angel de Aralar cabe donde no cabe la ikurriña, y es por esto por lo que Bildu y Podemos quieren ser plurales donde no pueden y no quieren ser plurales donde no sólo pueden, sino hasta deben.