Hace diez años, con el secuestro y asesinato de Miguel Angel, nació el Espíritu de Ermua. La sociedad entera, un gigante dormido hasta entonces, despertó con el fin de ETA reflejado en los ojos, y la mirada del gigante encolerizado produjo pavor en los terroristas y esperanza y asombro en las gentes libres que hasta entonces no habían tenido consciencia de su fuerza. El Espíritu de Ermua ha sido muchas veces traicionado desde entonces, pero gracias a Miguel Angel, siquiera por un momento, muchas personas vimos que el fin de ETA era posible y vivimos un anticipo de ese fin. Nunca lo olvidaremos. Lo último que verá el último etarra al entrar en su celda, cuando derrotado vuelva la mirada hacia la libertad que deja a sus espaldas, será esa misma mirada de la sociedad que ya llenó de pavor a los terroristas cuando la vieron en Ermua. La vamos a recuperar.