Soy un convencido de que el estado debe vivir con lo justo. Es un mamotreto que no genera recursos pero consume los de todos los demás si se le deja. La única forma de crear eficacia es la competencia. Como último recurso, podemos intentar limitar la voracidad pública limitando el dinero de que dispone. En unos meses, mis 400 euros se habrán convertido en una subvención a un festival de la marihuana, en el sueldo de otros 100.000 vigilantes de la zona azul o en un lote de absurdos sismógrafos para la presa de Itoiz. ¡Quiero mi dinero!
Y no me vale eso de que no lo tienen. Sé que tienen por ahí unas acciones que compraron con todo el dinero que ya les di antes y que no supieron qué hacer con él. Calculan que el coste de la devolución de los 400 euros sería de unos 165 millones de euros. Según compruebo, la venta de las acciones de Iberdrola que posee el Gobierno de Navarra generaría una cantidad mucho mayor de dinero líquido. Y creánme, por más vueltas que le doy no entiendo porqué el Gobierno de Navarra tiene que dedicarse a invertir dinero en bolsa con MI dinero. Entiendo lo de las carreteras, discutiría con placer respecto al sistema público sanitario o el cheque escolar, naturalmente estoy dispuesto a que una parte de mi dinero sirva para atender las necesidades comunes o las situaciones particulares de personas necesitadas. Otra cosa sería discutir cómo se atienden esas necesidades y esas situaciones. Pero desde luego no entiendo lo de las acciones de Iberdrola. Se ve que la Administración va muy sobrada de recursos. No tiene sentido privatizar la empresas públicas para que ahora las administraciones públicas empiecen a recomprarlas con el dinero de los contribuyentes y a colocar sus peones en los consejos de administración. Primero porque me da pavor eso, y segundo porque… ¡Quiero mi dinero!