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El Origen de los Fueros de Navarra proviene de la tradición que se concreta en formas de organizarse la sociedad que se acaban constituyendo normas de funcionamiento que contemplan la realidad social propia. En ellos se asientan también nuestras creencias, cultura, tradición y con ello la base de nuestra forma de ser o identidad profundamente sentida. Por eso responde al sentimiento natural de nuestra tierra. El Fuero es consustancial con Navarra.
Y, ¿Desde cuándo hemos aprendido a gobernarnos y organizarnos los navarros?. Posiblemente en su origen pueda estar en parte el trabajo en «auzolan», que al final se traduce en que la sociedad se organiza para sacar adelante juntos sus problemas.
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Los primeros pobladores conocidos de nuestra tierra, los vascones, tras la romanización y cristianización, se organizan eligiendo un caudillo y formando inicialmente el Reino de Pamplona, regido por sus propias normas y leyes, del que posteriormente surge el Reino de Navarra. Este paso progresivo de «pueblo tribal» a reino, no se consolida en torno a un monarca totalitario que gobierna a sus súbditos según su capricho, sino con un rey que tiene que jurar los Fueros. Por eso los Fueros navarros no son un privilegio otorgado por el que manda sino un pacto entre los navarros y sus reyes que supone una garantía frente a los posibles abusos de poder. No viene de arriba abajo, como merced graciosa, sino que viene de abajo hacia arriba como mutuo acuerdo.
Y este es el pacto: Para ser coronado el rey jura previamente guardar la tradición, leyes y costumbres del pueblo, es decir, los Fueros, y a cambio el pueblo le asegura su fidelidad.
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Tras la conquista de 1512, Navarra mantuvo sus Fueros mediante el pacto sancionado en las cortes de Burgos de 1515, por el que quedaba claro que la incorporación a la corona de Castilla, lo hicieron ambos reinos «por vía de unión eqüeprincipal, reteniendo cada uno su naturaleza antigua, así en leyes como en territorio y gobierno». Es decir, era un acuerdo por el que Navarra seguía siendo «Reino de por sí» con sus instituciones y leyes propios. No hablamos de una concesión o privilegio que pueda darse o quitarse sino de un acuerdo de igual a igual. Por eso los navarros también exigían a los monarcas de España el juramento de guardar y hacer guardar los Fueros, sin quebrantamiento alguno, mejorándolos.
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Navarra siguió siendo «Reino de por sí» hasta 1841, cuando tras la derrota carlista de 1839 se abrió el camino a la llamada Ley Paccionada de 1841 que sancionó de nuevo el pacto para adaptar el Fuero a la constitucionalidad liberal imperante. Navarra pasó así de reino a provincia Foral. La renovación del pacto era: Navarra renunciaba a la condición de Reino a cambio de conservar sus Fueros y con ellos una amplia autonomía administrativa, con sus peculiaridades y sus propias instituciones, y mostrando una vez más que el Fuero no era un simple estatuto otorgado por el legislador sino previo a él y que no puede depender de su capricho.
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Ni monarquías, ni repúblicas, ni dictaduras han suprimido nuestros Fueros, y aunque haya habido contrafueros y recortes, siguen siendo algo consustancial a Navarra.
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En la encrucijada actual los Fueros son más necesarios que nunca, ya que son la fórmula propia de Navarra para organizarnos, previos a cualquier constitución o estatuto, y suponen la defensa frente a las pretensiones independentistas y las intrusiones centralistas. Son algo mucho más importante que un mero convenio económico.
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Por eso nuestros Fueros han ido evolucionando a lo largo de la historia de Navarra, donde la tradición recibida de nuestros antepasados se convierte en modos de vida que cada generación mejora y transmite. Renunciar a nuestros Fueros sería renunciar a nuestra identidad forjada a través de generaciones. No mejorarlos y trasmitirlos sería privar de esta riqueza a las venideras.
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Acabo con una cita de D. José Yanguas y Miranda, que pese a no ser santo de mi devoción, escribió que, gracias a los Fueros, «Navarra se hizo española sin dejar de ser Navarra». En esto acertó.
2 respuestas
Si Navarra tiene fueros y Aragon no, es porque Navarra tuvo la suerte de haber ganado, y no perdido, la guerra de Secesión… un mero accidente histórico. Porqué negar a Aragón, Galicia, Extremadura o Cataluña el autogobierno del que disfruta Navarra?
Tras la invasión española de Navarra, con ayuda de mercenarios guipuzcoanos, convirtieron ésta en una suerte de reino vasallo de España.
En la llamada Guerra de Secesión apostó a caballo ganador y salvó los muebles.
En la Primera Guerra Carlista perdió Navarra su apuesta y le raparon el pelo, imponiéndole el que se deje de tonterías y se olvide de ser reino nominal, que tenía que cambiar las leyes, que para eso habían perdido una vez más y, a lo que le quede, que lo llamen como quieran
Hoy todavía hay que escuchar la vaciedad que supone la frase: «Navarra se hizo española sin dejar de ser Navarra».