Hace poco más de un año el barril de petróleo estaba a 100 dólares, alrededor del doble de su precio actual. Sin embargo, el precio de la gasolina o el gasóleo no están a la mitad, ¿de quién es la culpa?
Describir con detalle la composición del precio de cada uno de los elementos de la gasolina daría pie a un análisis sumamente extenso y complejo, pero una simplificación del mismo nos puede ofrecer una idea bastante aproximada de lo que sucede.
Como seguramente todo el mundo sabe, en el precio que estamos pagando en la gasolinera por cada litro de combustible tienen un peso enorme los impuestos.
1-El Impuesto de Hidrocarburos, que es una cantidad fija al margen del cambiante precio del petróleo, el transporte o el refinado.
2-El IVA del 21%
3-El Impuesto sobre Ventas Minoristas
En conjunto, estos 3 impuestos acumulados representan más de la mitad de lo que estamos pagando por cada litro de gasolina.
Imaginemos que el barril de petróleo se estuviera pagando a 100 euros.
En ese momento, pongamos que el litro de gasolina nos estuviera costando 1 euro.
De ese euro que pagamos en la gasolinera, unos 50 céntimos serían impuestos y otros 50 precio del combustible.
¿Qué sucede si el precio del petróleo baja a 50 euros el barril?
Pues que los 50 céntimos de precio del combustible bajan a 25 céntimos, pero los 50 céntimos de impuesto se mantienen, o por lo menos una parte sustancial de ellos.
O lo que es lo mismo, aunque el petróleo baje el 50% no pasaremos de pagar el litro a 1 euro a pagarlo a 0,5, sino a 0,75 euros. Esto es así porque la parte de lo que pagamos que corresponde al coste del combustible es sólo la mitad de lo que pagamos en total, la otra mitad son impuestos y la mayor parte de esos impuestos son fijos.
¿Son entonces unas santas las petroleras? No. Los santos somos nosotros. Pero el estado tiene al menos la mitad de la culpa en que los descensos del precio del crudo no se traduzcan en una rebaja equivalente del precio de los combustibles, al César lo que es de Drácula.
Otro efecto de la bajada del precio del crudo es que el porcentaje de impuestos respecto a lo que pagamos cada vez es mayor. Con el crudo a 100 pagábamos un 50% del precio final en impuestos, con el crudo a 50 pagamos el 66% en impuestos.
En cualquier caso, todo esto sirve para entender una parte (la que no es de las petroleras) de por qué las caídas del precio no se traducen automáticamente en una caída proporcional del precio que estamos pagando por el combustible en la gasolinera.
Un comentario
Y la falta de competencia ancestral del empresariado espaňol, más atento al BOE o al BO local, que al mercado.