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¿Es cierto, como se viene repitiendo en algunos medios, que las empresas aprovechan la crisis para bajar los salarios y mejorar sus beneficios?
¿Existe un antagonismo radical entre los trabajadores y las empresas?
¿Tiene que irle mal a la empresa para que le vaya bien al trabajador?
¿Existe una relación inversa entre beneficios y salarios de forma que cuanto más suben los unos más bajan los otros?
Que si a una empresa le va muy mal al trabajador también acabará por irle mal es algo que no necesita mayor demostración, pese a que parece haber muchos ideólogos empeñados en procurar que a las empresas les vaya mal. No obstante, el resto de cuestiones parecen mucho más enraizadas en la mitología popular.
Un artículo de Juan Ramón Rallo, aportando como argumento los datos publicados periódicamente por el Banco de España, viene a desmontar de manera contundente todas estas afirmaciones.
Sirva como ejemplo esta primera gráfica, en la que se comparan los ingresos empresariales con los gastos de personal y el valor añadido de las empresas (ingresos menos gastos por productos semiterminados adquiridos a proveedores). El resultado habla por sí mismo. De entrada los ingresos y los salarios bajan a la vez, es falso que los unos suban cuando los otros bajan. No sólo eso, los ingresos han bajado bastante más que los gastos de personal. Lo que en todo caso se aprecia, por consiguiente, es que los salarios caen como consecuencia de la caída de los ingresos de las empresas.
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La gráfica de los beneficios empresariales resulta no menos reveladora. ¿Quién dijo que a los empresarios no les afectaba la crisis o que cuando a los trabajadores les iba mal a ellos les iba bien?
Una excusa para negar todo lo anterior podía ser la de que estas gráficas reflejan lo que sucede en el conjunto de las empresas, incluyendo las pymes, pero no lo que pasa en las grandes empresas. Bien, pues esto tampoco es cierto. Por el contrario, los salarios de los trabajadores han aguantado mejor en las grandes empresas que en las pequeñas.
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Tampoco todo esto quiere decir que los intereses de los empresarios y los de los trabajadores resulten plenamente coincidentes. Es evidente que no lo son. Pero ese sería otro asunto y merecería su propio análisis y su propio artículo.
Un comentario
Y a pesar de la realidad, lo guachy es negarla.
Están los negadores aficionados, que dicen quela cosa sigue tirando mal, pese a que ellps mismos acaban de comprar cochazo nuevo, se van a Eurodisney, han reforma la casa…son como los agricutores jatorras, siempre todo
va mal, si llueve porque llueve, si no llueve porque no llueve.
Y luego están los negadores profesionales, estos son los peores. Las cosas siempre van mal cuando ellos no gobiernan, si mejora el empleo con la derecha hay que fijarse en los que continúan parados, casualidad que quedaron parados cuando gobernaba la izquierda, pero eso no se cuenta. Y así todo.
Cuando no haya productos básicos en las estanterías, productos de higiene, ni medicinas, entonces la economía irá cojonudamente. Cuando el ejército rojo vuelva a «apatrullar» las calles, disparando sus fusiles contra los estudiantes desarmados, entonces estaremos llegando a la verdadera democracia.
De locos.