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Batacazo bursátil de las acciones del Santander, que el viernes perdieron un 14% tras anunciar su presidenta, Ana Botín, una ampliación de capital por valor de 7.500 millones, con un importante descuento sobre el precio de cotización. Además, la presidenta del banco adelantó una significativa reducción del dividendo.
Desde la cúpula del Santander se ha venido a decir que la ampliacíón abrirá una era de oportunidades y crecimiento, enmascarando la evidencia de que más bien viene a tapar un importante agujero en cuanto a la solvencia. Lo cual nos devuelve al asunto del dividendo.
En un momento dado, el Santander decidió empezar a pagar sus dividendos mediante la fórmula del scrip dividend. En realidad, eso no sucedió en un momento cualquiera sino en 2009; es decir, en plena crisis bancaria. Y estas cosas, como esta ampliación de capital, no suceden cuando las cosas van bien sino cuando lo hacen apreciablemente mal, de lo cual constituyen un síntoma más.
Eso sí, noten ustedes cómo se nos ha mentido sistemáticamente a los ciudadanos, los inversores, contribuyentes y depositantes a lo largo de toda la crisis. Las fusiones de las cajas eran estupendas y no fruto de la desesperación. Como las ayudas del FROB. O las preferentes. O las salidas a bolsa de estas entidades. O las ampliaciones de capital. O los scrip dividend.
Naturalmente estas mentiras afectaban más que nada a los inversores más humildes, a la gente normal con escasos conocimientos financieros. La cotización del Santander ha caído en los últimos 5 años de 12 a 6 euros. Los pequeños inversores del Santander sencillamente contemplaban atónitos cómo una acción que repartía un dividendo de 0,6 euros podía costar sólo 6 euros.
Ahora que le Santander oficializa un recorte salvaje, de modo que el dividendo pasará de los 0,6 a quizá los 0,2 euros por acción, se demuestra que había buenas razones para que el precio fuera tan bajo respecto al aparentemente elevado dividendo.
Porque era elevado, pero insostenible.
Y el mecanismo que permitía mantener la ficción era el scrip dividend, al que Navarra Confidencial ya dedicó un polémico y discutido artículo. El tiempo parece que nos ha dado la razón.
¿En qué consiste el scrip dividend?
En que el accionista puede elegir entre cobrar el dividendo en metálico o en acciones.
¿Dónde está el truco?
Imaginen una empresa que vale 10 millones, que tiene 1 millón de acciones cada una de las cuales vale 10 euros, que gana 1 millón y que lo reparte a los accionistas en forma de dividendo. Es decir, que les reporta una rentabilidad anual del 10%, un euro por acción.
A los accionistas en principio les da lo mismo cobrar en metálico o en acciones. Imaginemos un accionista que tiene 10 acciones. Si cobra en metálico tendrá 10 acciones y 10 euros en el bolsillo de dividendo. Si cobra en acciones tendrá 11 acciones de una empresa que ahora valdrá 11 millones y tendrá 1,1 millones de acciones. En ambos casos tendrá 110 euros.
Pero ahora imaginemos que la empresa de 10 millones, en vez de haber ganado 1 millón, ese año gana cero euros. ¿Cómo mantiene la ficción de que sigue repartiendo un dividendo del 10%?
Pues mediante el scrip dividend.
En vez de pagar a los accionistas con dinero (que no se tiene), se les paga con papel.
Por cada 10 acciones se les regala 1.
Pero eso ya no equivale a un 10% de dividendo.
Si una empresa que vale 10 millones tiene 1 millón de acciones, cada acción vale 10 euros.
Si la empresa pasa a tener 1,1 millones de acciones, cada acción pasa a valer 9 euros.
Si dividimos una tarta en 11 pedazos tenemos 1 pedazo más que si la partimos en 10, pero la cantidad de tarta es la misma, lo único que conseguimos es hacer un poco más pequeños los pedazos.
En este caso el accionista tiene un 10% de acciones más, pero que cada una de ellas vale un 10% menos.
El scrip dividend ha permitido al Santander mantener la ficción de que seguía repartiendo un dividendo del 10% pero era mentira, simplemente se partía la tarta en más trozos. La tarta era siempre igual de grande y los trozos cada vez eran más y por tanto más pequeños y menos valiosos.
Cada vez que se repartía un dividendo repartiendo acciones había una dilución del valor de la acción más o menos equivalente, por las continuas ampliaciones de capital que no venían acompañadas del correspondiente incremento del beneficio. Si la acción subía era a pesar de esto, no gracias a esto o al margen de esto.
Hay que decir a favor del Santander que esta es una práctica bastante generalizada en el IBEX, no una táctica exclusiva de este banco.
Al final la burbuja de los dividendos ha explotado y de repartirse 0,6 euros teóricos se pasará a cobrar alrededor de 0,2, pero ahora seguramente reales, de verdad.
Eso sí, entretanto el batacazo bursátil es bastante morrocotudo.
La parte buena es que ahora quizá el banco sí esté suficientemente capitalizado, el dividendo sea más real y la cotización más ajustada a ese dividendo.