Se atribuye la denostada teoría del “Quesito” a Miguel Sanz. Sin embargo es muy anterior a que él tuviera alguna responsabilidad importante en el Gobierno de Navarra. Nunca los partidos conservadores y socialdemócratas, por sí mismos, han constituido gobiernos en Navarra sin la necesidad de apoyos concretos, presupuestarios o de legislatura, para alcanzar la mínima estabilidad de gobierno.
Estos partidos, por sus propias fuerzas, sólo han sido la minoría mayoritaria en el Parlamento de Navarra. Algunos afirman que sociológicamente Navarra es conservadora políticamente. Por tanto, los partidos conservadores deberían aprovechar esta actitud para conseguir gobiernos de mayoría absoluta. Según ellos, se requeriría mayor imaginación en los líderes políticos, mayor compromiso y más vínculos sociales. No voy a discutir esta apreciación cuya corroboración requeriría realizar algunos estudios sociológicos, pero la realidad de los hechos, al menos con la ley electoral actual, la desmienten.
Se han realizado suficiente elecciones regionales como para corroborar la teoría del “Quesito” con fundamentos suficientemente sólidos. Han sido nueve las elecciones regionales celebradas. En ellas han llegado a concurrir hasta 28 partidos, sin contar los que apenas alcanzan un número de votos que no merezcan otra cosa que incluirlos en el cajón de sastre de la calificación OTROS. En el mejor de los casos (elecciones de 1979) estos partidos alcanzaron el 4,4% de los votos emitidos.
Es conveniente, por tanto, para no perderse en el amasijo de siglas, hacer la ficción de agrupar los votos en tres grupos electorales distintos. Que, aunque no tienen significado alguno, yo denomino DERECHAS, IZQUIERDA y NACIONALISTAS. Podrá ser muy discutida esta clasificación con los partidos que se mueven en el borde de uno y otro ámbito electoral. Además, en el bloque nacionalista incluyo al PNV y a GeroaBai que son claramente conservadores. No obstante, en ellos se impone el componente nacionalista.
Pues bien, nunca ningún partido de alguno de los bloques citados, alcanzó la mayoría absoluta. La posición más próxima a esta meta se dio en las elecciones del año 2003 en las que UPN alcanzó 23 parlamentarios de 50. El PSN, en el mejor de sus resultados conseguidos en 1983, sumó 20 escaños. Por tanto, ninguno alcanzó la mayoría absoluta.
Tampoco, con la excepción de las elecciones de 1995 y 2003 que luego comentaré, la mayoría fue alcanzada por alguno de los bloques. En estas elecciones la mayoría se alcanzó con los votos de UPN y CDN, es decir, por el bloque de derechas. Sin embargo, es preciso matizar mucho estos resultados. En el CDN de 1995, seguramente por la personalidad singular de su líder, se refugió mucho voto del PSN y de los nacionalistas. De hecho el bloque de izquierdas perdió 10 puntos porcentuales de sus votos, 3 puntos el de los nacionalistas, 3 UPN y 3 la abstención. Este movimiento de votos explica el 18,41% de los conseguidos por el CDN. En 2003, el bloque conservador consiguió la mayoría absoluta por un efecto, seguramente, de la D´ont. Se desmovilizó el electorado de HB que no pudo concurrir a las elecciones. Parte de sus votantes se refugió en la abstención y la opción de voto nulo. De hecho el bloque conservador tuvo 3 puntos porcentuales menos de votos que en las elecciones de 1999 y, sin embargo alcanzó la mayoría absoluta.
Por el contrario, en casi todas las elecciones la suma de votos de UPN y PSN han podido permitir gobiernos con mayoría absoluta en el Parlamento. Se consiguió con acuerdos presupuestarios o de legislatura en 1987, 1991, 1996 (una vez fracasado el gobierno tripartido de 1995) y en 2011 hasta que se rompió el gobierno de coalición. No se consiguió en 1983, en cuya legislatura el PSN gobernó con el apoyo del PNV. Tampoco en 1999 que gobernó UPN con el PSN primero y CDN cuando aquel rompió el acuerdo de legislatura. En 2007 gobernó UPN con la ayuda del CDN. En estas legislaturas, el gobierno en minoría contaba con 23, 24, 25 y 24 votos respectivamente, número de parlamentarios lo suficientemente próximo a la mayoría absoluta para contar con cierta estabilidad política. A estos efectos, no tiene significado alguno las elecciones de 1979 que dieron lugar a una corporación formada por los cabezas de lista ganadora en cada Merindad, con la excepción de Merindad de Pamplona y Tudela que por razones de población les correspondían dos diputados.
Estos son los fundamentos de la incomprendida ley del quesito.
2 respuestas
Un artículo muy oportuno.
Me resulta un poco necio, a la par que sorprendente, el denostamiento visceral que de la teoría del quesito (por más que se pueda adversar o no a Miguel Sanz como la persona que lo verbalizó) se puede encontrar en estos lares.
Una cosa es que un partido tenga que (y deba) salir a ganar, por mayoría absoluta si es posible, cada elección, pero otra muy distinta es el desprestigio irracional de la posibilidad de pactos entre las fuerzas navarristas (que eso es lo que es el quesito) para defender Navarra como comunidad propia y diferenciada de la amenaza anexionista vasca.
No hay que obviar que el primer y principal damnificado de la teoría del quesito es y ha sido el nacionalismo vasco (contra él y contra la amenaza que representa se alumbró precisamente esta teoría).
Lo que en NC se suele llama con cierto desprecio «quesito», es exactamente lo que en el Mentinoticias llaman el «régimen» y es lo que llevan 20 años intentando derribar procurando de mil maneras engatusar y PSCizar al PSN-PSOE.
Hay que recordar que fue precisamente gracias a otro «quesito», que el plan Ibarretxe fue desencarrilado cuando el PP (aliado con el PSE) desde el Ayuntamiento de Vitoria y desde la Diputación Foral de Álava dejaron muy claro que Álava se consideraría liberada del compromiso con el País Vasco si se rompía el Estatuto de Guernica con el Plan Ibarretxe.
Aquello forzó al nacionalismo a recoger velas.
Precisamente, la gran tragedia de Álava es que allí el quesito tardara una década en llegar, y que a pesar de que con la irrupción de Unidad Alavesa el no nacionalismo tenía en Álava mayoría desde 1990, se dejara estúpidamente al PNV gobernar las instituciones alavesas una década más, una década que fue vital para amarrar bien la euskaldunización forzada de esa provincia y la implantación del adoctrinamiento en la administración y la universidad.
Ojalá hubiera habido en su momento un «quesito» en Cataluña entre las fuerzas no nacionalistas, ahora no se asistiría allí a lo que estamos asistiendo.
Ante estas verdades como puños publicadas por «El Doblero» e «Ikerceta» resulta clamoroso el silencio de la banda de la morcilla y la muralla,habituales de la insidia y la falsedad en los correos de este medio.