VELEIA: SIN MIEDO A LA HISTORIA Lo mejor que se puede hacer con la verdad histórica es conocerla tal cual. Y si uno es de la pata del Cid pues muy bien. Y si resulta que desciende de piratas pues tampoco pasa nada. Hasta eso tiene arreglo. Nuestros hermanos alaveses están dando un paso importantísimo para reencontrar sus raíces con ocasión de las excavaciones de Iruña de Oca, la antigua Veleia romana. El hallazgo de inscripciones del siglo III en las que se mezclan vascuence, latín y catequesis cristiana es emocionante. Creíamos hasta ahora que en aquellas épocas remotas la diosa Mari reinaba en el bosque alavés y Basajaun se dedicaba a dar sustos a los pastores. Que Aitor aparecía y desaparecía entre la niebla mientras su pueblo, el pueblo vasco, el más antiguo, el más noble, veía como desfilaban culturas e imperios sin inmutarse. Toda esa mitología está muy bien para las largas noches de invierno. Es bonita. Pero no sirve para cimentar una estructura política. Llevan cien años intentándolo pero ese experimento euskadiano que nació contaminado de tanta fantasía irracional ha de provocar todavía mucho sufrimiento… a no ser que se encauce en la verdad de la historia. Siento parecer un pamplonica fanfarrón pero permítanme que les diga que Navarra, en cambio, es un ejemplo. Nuestra historia constituye una concatenación admirable de hechos en los que una estructura política, jurídica y social se construye de abajo a arriba a la luz de los siglos. Con sus luces y con sus sombras. Documentando su realidad sin necesidad de recurrir a mitos ni a leyendas. Y eso es bueno. Amigos alaveses: ¡bienvenidos a la historia!. Jerónimo Erro