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Desde que en setiembre de 2011 se dio la licencia de apertura a la clínica abortista Ansoáin, se han producido en Navarra unos 1.650 abortos, suponiendo un importe cercano a los 700.000 €. Esta cifra, sólo celebrada por quiénes se lucran de ella, esconde historias de muchas mujeres que no han visto otra alternativa a su embarazo no deseado.
Mientras el Gobierno recorta en prestaciones sanitarias, el aborto sigue siendo subvencionado al 100% con nuestro dinero. ¿Qué pasaría si se invirtiera este dinero en una red de apoyo a la mujer embarazada? Quizás no interesa que al disminuir tanto el número de abortos, algunos perdieran el chollo multimillonario que tienen montado.
Frente a la carencia de ayudas por parte de la administración, hace unas semanas nació la Escuela de Rescates de Navarra, consistente en ofrecer alternativas a las mujeres que se disponen a entrar a la clínica abortista, desde el respeto, tomen la decisión que tomen, y sin juzgarlas. Los rescatadores van allí con la firme voluntad de ayudar a toda mujer que les pueda necesitar, ya sea para que conozca una prestación que nadie le había ofrecido, para que se desahogue con ellos, para que no se sienta sola… Hacen a la mujer más libre.
Afirmo lo dicho porque he tenido el gozo de observar su actuación y de ver el cariño con el que las tratan. Contando esto no quiero decir que no haya mujeres que tengan muy clara su decisión, que no deseen más información o que no estén acompañadas, pero ante ellas los rescatadores se limitan a aceptar un no por respuesta.
Por esto me indigna que el Dr. Gurrea, propietario de la clínica abortista, les acuse de vejar o coaccionar en conocidos medios de comunicación navarros, y que les atribuya hechos que ninguno de ellos ha cometido, cuando sabe que quien les ha insultado o enviado a la policía con acusaciones falsas es su centro. Tratar así a gente que sólo quiere ayudar hace cuestionarme lo siguiente: ¿El Dr. Gurrea ve a la mujer que entra en su local cómo una persona o como un billete morado que se le puede escapar?