El incierto futuro de Egipto

Israel, Arabia Saudí, Qatar y demás aliados árabes de EEUU en el Próximo Oriente ( con la excepción de Erdogan), habrían presionado a Obama y a la UE a no condenar el golpe de mano contra Morsi, optando por un nuevo Mubarak como mal menor ante la amenaza del islamismo surgido de las urnas.
Por otra parte,el anuncio de Obama de que EE.UU.  había cancelado el ejercicio bienal militar conjunto con Egipto como medida de presión  al gobierno interino militar para ceñirse al acuerdo del plan de transición democrático y la posible revisión de la ayuda militar que concede a Egipto ( estimada en 1.500 millones de $ anuales), habría provocado el desapego afectivo de al Sisi respecto a EEUU.
Recordar que según el periódico Al Tharir,  el general Sisi tendría «fuertes lazos con funcionarios de Estados Unidos tanto a nivel diplomático como militar, pues estudió en Washington, asistió a varias conferencias militares en la ciudad y participó en ejercicios conjuntos de guerra y operaciones de inteligencia en años recientes».
Sin embargo el apoyo de la Junta Militar egipcia se estima crucial para mantener el tratado de paz de Egipto  con Israel, (acuerdo Camp David, 1979), para continuar la lucha contra las milicias yihadistas en el Sinaí y en especial para asegurar el acceso al Canal de Suez , pues Egipto otorgaba a la Marina de EE.UU. paso expedito a través del Canal de Suez para los ceca de 50 buques de guerra  que atraviesan mensualmente dicho canal, lo que les aseguraba un atajo crucial  para  el acceso directo a los Emiratos Árabes, Irak y Afganistán.
Morsi,  habría recibido como herencia de Mubarak un déficit presupuestario cercano a los 14.000 millones $ y la única tabla de salvación era el préstamo del FMI por valor de 4.800 millones de dólares a un tipo de interés cercano al 1,5%, (inyección de capital que debía servir para hacer frente a pagos urgentes y evitar una fuerte y repentina devaluación de la libra). Sin embargo,  dicha ayuda implicaba  drásticos recortes del gasto público  y un aumento de los intereses con los consiguientes efectos colaterales en una sociedad inmersa en la cultura del subsidio ( alrededor del 30 % del presupuesto del país está destinado a subvenciones), por lo que Morsi rechazó dicho préstamo y se entregó en brazos de Qatar al aceptar su donación de 5.000 millones $, lo que suponía el rechazo a la la disciplina económica implementada por EEUU al tiempo que un  peligroso ejemplo  extrapolable al resto de países del Tercer Mundo,  por lo que se granjeó  la enemistad del establishment económico mundial ( FMI y el Banco Mundial).
Por parte egipcia, el ministro de Asuntos Exteriores, Nabil Fahm, criticó la actitud de algunos países que han amenazado con retirar o suspender su asistencia al país y respondió anunciando que va a revisar toda la ayuda internacional que recibe para comprobar si se utiliza de una manera positiva, en la certeza de que en el nuevo escenario geopolítico de Guerra Fría EEUU-Rusia en que nos encontramos, Egipto siempre podrá contar con la ayuda incondicional de otros aliados.
Así, tras el golpe de mano contra Morsi, Egipto podría recibir una inyección económica de Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos por un monto total de 15.000 millones $ como parte de la estrategia de las monarquías árabes del Golfo para  participar en el futuro de Egipto mediante sus peones salafistas.
Recordar que Egipto sería un país lastrado por su excesivo déficit energético y por las elevadas tasas de importación de cereales, por lo que en el nuevo escenario que se dibuja, las necesidades de grano y de tecnología  de Egipto  podrían ser satisfechas en exclusividad por Rusia, lo que supondrá un cambio geopolítico total  en el complicado puzzle de Oriente Próximo, pasando Rusia a ser elemento referente y socio estratégico de Egipto y convirtiendo a Egipto en el portaaviones continental de Rusia (rememorando la política de Jruschov cuando Egipto era el principal socio de la URSS en la región y su Presidente Nasser fue condecorado con la Estrella de Héroe de la Unión Soviética).
El mencionado desapego de Sisi respecto a los países occidentales aunado con el previsible ataque de EEUU a Siria, el previsible fracaso de la enésima ronda de conversaciones de paz palestino-israelíes y la delicada situación económica en que se encuentra Egipto ( país empobrecido de iure y subsidiado de facto), podría hacer que Sisi enarbolara la bandera de un nuevo movimiento panarabista que tras extender su efecto mimético al resto de países árabes que circundan a Israel ( Siria, Líbano, Palestina, Jordania e Irak ), podría terminar por reeditar la Guerra de los Seis Días en el horizonte del próximo quinquenio.

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