NAVARRÓMETRO La publicación del estudio de CIES sobre la situación de Navarra está poniendo en pie a toda la artillería mediática y política sobre la comunidad foral. Los datos que revela, la pérdida de la mayoría absoluta por el actual gobierno de coalición, han sido en algunos sitios un auténtico bombazo y la maquinaria electoral comienza a engrasarse. Las conclusiones son claras: UPN aguanta con alguna frescura el desgaste de doce años en el Gobierno, pero la suma con sus socios comienza a no cuadrar. Las mejoras de Navarra en este tiempo, en todos los ámbitos: infraestructuras, empleo, calidad de vida, medio ambiente, son tan evidentes que pocos votantes se resisten a negarlas con su voto. Pero el voto en Navarra es también fiel, pocos cambian de orientación de unas elecciones a otras, y esos votos que a veces cambian a veces no, van a ser definitivos. Lo que a nadie se le escapa es que el Gobierno de Navarra va a tener que venderse mejor porque sus políticos, en especial sus consejeros raramente muestran sus aciertos y virtudes y su perfil político es muy plano. El Gobierno de Navarra se dedica a gobernar y eso lo hace bien, pero necesita también dedicarse a hacer política y a vender sus logros a la sociedad, y de eso sólo se está ocupando Miguel Sanz. Nadie salvo él, habla de Navarra, de la identidad de Navarra de la unidad de Navarra, del progreso de Navarra. Las cifras del navarrómetro son claras y las conclusiones también: el Gobierno de Navarra está haciendo bien su trabajo, las cifras lo respaldan en todas las áreas, pero los ciudadanos no lo perciben porque el Gobierno no comunica bien sus éxitos, que son muchos. La otra conclusión: los consejeros tienen que implicarse más y mejor en las cuestiones políticas que preocupan hoy a los navarros: terrorismo, anexión al País Vasco, e identidad de Navarra. Les queda un año. Comienza la cuenta atrás. P.T.