El debate entre recortes y crecimiento es un falso debate. Lo contrario a recortar no es crecer, sino gastar lo que no tenemos. Para poder gastar lo que no recaudamos o bien nos endeudamos o bien subimos los impuestos. ¿Por qué hay carteles reclamando menos recortes pero no hay ninguno reclamando más deuda y más impuestos? El problema de seguir gastando más de lo que tenemos se complica teniendo en cuenta que para endeudarnos más tendría que haber alguien dispuesto a prestarnos el dinero. Evidentemente no lo hay o sólo a condición de que ajustemos nuestras cuentas. La única opción para mantener el gasto, consiguientemente, es subir los impuestos. Pero resulta que cuando subimos los impuestos dejamos a la gente con menos dinero en el bolsillo, por lo que gripamos el motor de la economía y en consecuencia agravamos la recesión y, oh sorpresa, al final hasta recaudamos menos.
¿Apoyaría a quienes protestan contra los recortes si ello significara pagar usted más impuestos?
Da la impresión de que quienes protestan contra los recortes en el fondo creen que usted no les apoyaría si ello implicara una subida de impuestos. De esta manera se explica que junto a los carteles en contra de los recortes nunca aparezcan carteles con la contrapartida a no recortar: o más impuestos o más endeudamiento. Contrapartidas, por otro lado, que como hemos visto ahora tampoco son efectivas. Alguien podría alegar que los españoles sufrimos tanto recortes como subidas de impuestos y es cierto, pero sólo en la medida en que si se han subido los impuestos ha sido para intentar recortar menos. ¿Se imaginan cuál podía ser el estado de nuestra economía si se hubiera recortado lo necesario desde el principio y no lleváramos ya cuatro años seguidos soportando continuas subidas de impuestos?
Más estado, menos crecimiento
El mejor plan de crecimiento que puede poner en marcha la administración es menos administración. Más estado, menos crecimiento. Menos recortes, más impuestos. Más impuestos, menos crecimiento. Menos crecimiento, menos recaudación. Quienquiera oponerse sistemáticamente a los recortes que sea valiente y explique que a cambio necesita que paguemos más impuestos.
Más estado, menos crédito
Como epílogo se puede añadir un dato que tomamos del último informe de Financiación a familias y empresas (septiembre de 2012) del Banco de España. En él podemos observar cómo se materializa lo que los economistas llaman efecto “crowding out” o situación en la que la administración pública vampiriza todo el crédito dejando sin financiación al sector privado. El crédito en el último año decrece en el sector privado (familias y empresas) aproximadamente en la misma medida en la que crece en el sector público. A más estado, menos crédito. El mejor plan de estímulo del estado es menos estado. O lo que es lo mismo, más oxígeno para el sector privado. Volvemos a preguntarnos cuál podía ser el estado de nuestra economía si se hubiera recortado lo necesario desde el principio y no lleváramos ya cuatro años seguidos de endeudamiento público, déficit masivo y continuas subidas de impuestos.
5 respuestas
Cada vez está más.claro que grupos organizados usan al estado para.llevarse por todo el morro el.dinero de aquellos que no están en grupos.organizados.
Y si alguna vez los que quieren menos impuestos se.organizan como grupo organizado para.defenderse, les.avanzo lo primero que va.a.decir la.izquierda: «Fahcijtaaaaaa»
El debate debería trasladarse también a otros términos: más Estado sólo en lo que sea más eficiente. Más gasto y endeudamiento, hasta cierto límite, sólo en la medida en que no sea improductivo y sirva de locomotora del sector privado en tiempos de recesión, actuando como sustitutivo temporal de éste.
El problema es que tenemos un Estado con gasto improductivo o ineficiente económicamente y que los potenciales efectos locomotora del gasto no generan beneficios en cuantía superior a los intereses de la deuda pública que hay que emitir.
Identificados los dos problemas, la conclusión es obvia.
Vivir del presupuesto es algo genético en la naturaleza de los españoles. Hasta un genio de la talla de Miguel de Cervantes, se pasó media vida intentando conseguir una pensión o un puesto (ya lo tuvo, pero le llevó a la cárcel) como soldado herido en Lepanto.
Recuerdo haber leído que durante la Gran Depresión que siguió al crack del 29, muchos norteamericanos se lanzaron a vagar por el campo de la América profunda solicitando trabajo de granja en granja. El norteamericano rural en aquella época tenía profundas convicciones religiosas y por ello, aunque también los granjeros estaban pasando dificultades, se sentía obligado a dar un plato de comida y alojamiento siquiera en el pajar o en los establos a esos vagabundos durante uno o dos días y luego que siguieran su camino ya que no tenían tampoco trabajo que ofrecerles. Estos granjeros se dieron cuenta que muchos se sentían humillados por esta situación, que querían hacer algo y así acordaron inventarse algún trabajo tal como apilar un montón de leña de un sito a otro, y así cuando venía otro vagundo, hacerle cambiar el montón de leña a otro lado. De esta manera el pobre sentía que la comida y el alojamiento que recibía durante uno o dos días lo pagaba con su trabajo.
En España, por el contrario, nadie se siente humillado por que le den sin hacer nada. Es el país de los pícaros, de los mendigos ciegos que ven como un lince, de los mendigos cojos y tullidos que corren como gacelas, del patio de Monipodio.
Esta picaresca secular se ha modernizado y hoy todo es conseguir subvenciones para los partidos, sindicatos,ONGs. Lograr un puesto cómodo y seguro en la Administración. Agotar las prestaciones de desempleo. Conseguir incapacidades fraudulentas. Todo a costa del presupuesto. Está en nuestros genes. Y como hoy, por mor del progreso, todo es más caro, nuestra ruina es segura, hágase lo que se haga.
Señor Mandeville: ha retratado usted una parte de la sociedad española que estoy segura de que existe. Ahora bien, la mayoría (espero) no estamos incluidos en este retrato. Considero que formo parte de otro tipo de sociedad: la que trabaja honradamente, paga sus impuestos y no sale a pegar carteles. En cuanto a las aspiraciones de lograr un puesto cómodo y seguro en la Administración (no es mi caso), considero que no hay nada malo en ello, siempre que la Administración ofrezca la posibilidad. Algo muy diferente son las incapacidades fraudulentas, fraudes con el paro… En lo referente al tema del artículo, estoy de acuerdo en que es un falso debate el de enfrentar los recortes al crecimiento, pero también considero una alternativa falsa la de subir los impuestos para evitar los recortes. La alternativa a los recortes empieza por evitar los despilfarros y, como dice el sr. Fernando de la Hucha, evitar los gastos improductivos.
Es el cuento de nunca acabar. Mientras no estemos dispuestos a quitar poder a los políticos haciendo que manejen menos presupuesto, no consintiendo que nos presten (con nuestro dinero) servicios que los podríamos pagar si nos rebajaran los impuestos; mientras no nos atrevamos a cambiar nuestra actual comodidad por mayor libertad, no saldremos de este bucle perverso. Es el actual sistema el que ya no vale en los tiempos actuales.