Los funcionarios y empleados públicos conforman un nutrido colectivo algunas de cuyas principales características son las siguientes: incluir a más de 3 millones de personas (casi 3 millones de familias) lo que les otorga un poder político extraordinario, trabajar en una empresa que no depende de los beneficios para su supervivencia o, en el caso de los funcionarios, tener el puesto de trabajo asegurado. Pero también resulta esencial otra característica de los funcionarios, y es que su sueldo procede de los Presupuestos; es decir, que el sueldo de los funcionarios lo pagan quienes no son funcionarios. El sueldo de los que no son funcionarios va hacia los Presupuestos, el de los funcionarios viene de los Presupuestos. Cierto que los funcionarios pagan impuestos pero circularmente, porque el dinero con el que los pagan procede de los Presupuestos. Los que no son funcionarios, por tanto, tienen que poner el dinero con el que los funcionarios cobran los sueldos y hasta pagan los impuestos.
Los funcionarios son necesarios
No se trata de estigmatizar a los funcionarios. Los funcionarios son necesarios porque hay una serie de cosas que, tal y como nos organizamos, hemos decidido que las haga el estado. De hecho es probable que siempre haya un conjunto de cosas (aunque seguramente más pequeño del que pensamos) que seguramente siempre tendrá que hacer el estado. Se trata además de cosas importantes, por lo que no sería sensato menoscabar sin más la imagen o la labor de los funcionarios. Ahora bien, hay una serie de cuestiones que se pueden y se deben debatir sin que ello signifique desestimar a los funcionarios. Por ejemplo qué cosas queremos que haga el estado, cuál es la forma más barata y eficaz de que el estado las haga o, al margen de todo lo que querríamos que hiciera el estado, qué podemos pagar realmente con los recursos que tenemos.
Los empleados públicos no pueden cobrar sueldos mucho más altos que los demás
Sumando lo expuesto en los dos párrafos anteriores, salta a la vista que los empleados públicos (que cobran con lo que pagan de su salario los demás) no pueden cobrar más que el resto de ciudadanos. Existe una disfunción evidente que acaba de poner en evidencia el Instituto Nacional de Estadística en su última Encuesta de Estructura Salarial, la cual revela que el sueldo de los empleados públicos es un 37,6% superior al de los empleados privados. El cuadro es además revelador porque, contrariamente a lo que podría objetarse en primera instancia, son los directivos y altos cargos del sector público el único segmento de la Administración que cobra menos que el sector privado. Pese a que los datos corresponden al 2010 y desde entonces los empleados públicos han padecido algunos recortes, es improbable que se haya reducido significativamente una diferencia tan aparatosa. ¿Cómo es posible que los empleados públicos hayan llegado a cobrar tanto más que los del sector privado? Seguramente por alguno de los factores citados, como el poder de negociación colectiva que ostenta un grupo de más de 3 millones de personas o el hecho de que su contraparte negociadora, a diferencia del empresario privado, no pague con su dinero. Si durante los años de boom los empleados públicos han subido más que los demás (hasta ese 37,6%), seguramente es justo (en todo caso inevitable) que ahora también tengan que sacrificarse más cuando llega el reflujo. Obviamente los salarios reales son los del sector privado que dependen de la economía real y no los de los funcionarios, que se determinan por decreto y se pagan con el dinero que los empleados del sector privado derivan a los presupuestos públicos por medio de los impuestos. Si la situación fuera a la inversa y los salarios públicos fueran inferiores a los privados, sí que se podría sostener en términos económicos que fueran los salarios públicos los que se equipararan a los privados, pero no a la inversa sí tenemos claro quién paga a quién. Por todo ello la lógica y la sostenibilidad del estado exige una equiparación del salario de los empleados públicos con el del los empleados privados. Menos no sería justo para los empleados públicos, pero más no lo es para los empleados privados que pagan a los públicos.
4 respuestas
Y luego se enfadan cuando a los profesores.les.hacen dar.dos.horas.de.clase.más. Me viene a la memoria esa cancioncilla «…¿a qué dedica el tiempo libre ? …»
Anadan luego las partidas para gastos.de dentistas y ópticas de las Aytos de Pamplona y Tudela….que se sepa.
Al final de la estadística hay un dato explicativo entre paréntesis «(-)» que significa dato no representativo, no sé si se refiere a los guiones que hay justo delante de los porcentajes de desviación respecto al salario medio del sector privado (voy a entender que no, porque entonces el sector privado no tendría datos representativos y no hubieran podido sacar conclusiones). En tal caso, me preocupa más que el sector privado gane por debajo del salario medio. ¿Cómo pretendemos mantener una economía basada en los impuestos si los que pagamos dichos impuestos tenemos un sueldo por debajo del salario medio, eso sin contar los parados, dependientes…? Si nos escandaliza que los funcionarios ganen más, más debiera escandalizarnos que el sector privado tenga unos sueldos tan bajos.
La encuesta se publicó ayer en varios periódicos de toda clase de ideología y es para echarse a temblar, ya que supongo que será el preludio de un nuevo recorte: es el más fácil de controlar dada la dependencia de los Presupuestos. En tanto en cuanto no soy imparcial en este asunto, simplemente un par de cuestiones:
a)Si observan la nota 1 del cuadrito, verán como dice expresamente que «no están incluidos los funcionarios adscritos a mutualidades…». Básicamente los incluidos en la Mutualidad de Funcionarios de la Administración Civil del Estado que son, aproximadamente, 900.000 efectivos; a ellos súmese la Mutualidad de Jueces y la Mutualidad de funcionarios de la Administración local, cuyo número desconozco, aunque se puede encontrar.
Este colectivo -que nunca he entendido, porque determina dos clases de funcionarios- es el más importante de los existentes.
Por otra parte, supongo que estarán incluidos los funcionarios autonómicos, los cuales, salvo excepciones (que no es el caso de Navarra) cobran más que los funcionarios estatales.Si me comparo con un funcionario de Navarra me pongo a llorar y si comparo la jubilación de uno y otro me puedo deprimir (si existen fondos en el Estado para que me pague la jubilación).
b) Dada mi tendencia a estar en el lugar equivocado en el momento inadecuado, resulta que la mayoría de los profesores funcionarios de cualquier Universidad Pública se encuentra en el punto 1 del escalafón, con lo cual tenemos un sueldo menor que en el sector privado (lo constato no hago ninguna reflexión adicional).
El régimen funcionarial (Comunidades Autónomas incluidas que pueden ser las que eleven la media) es tan absurdo como que un Policía Nacional, un miembro de la Guardia Civil, un Ertaintza, un Policía Foral, un Mosso d´Esquadra y un Policia Local cobren un sueldo diferente.
Se me objetará que son administraciones diferentes (estatal, autonómica y local)y que cada una tiene su poder de decisión autónomo. Bien, pero entonces contraataco con un ejemplo de una misma Administración: ¿por qué el Estado paga distinto a un Guardia Civil de un Policía Nacional? Misterio.
Creo que sería bueno que se desagregase la estadística entre los distintos niveles de gobierno; ya verían como las Comunidades Autónomas son, de media, las que más retribuyen a sus funcionarios.
Yo que quedo con el dato de que gano menos que un equivalente mío en el sector privado y desde luego no es difícil de comparar; he dado clases en la Universidad de San Pablo-CEU y cobraba más que en la Publica de Navarra.
En fin, reitero que las encuestas hay que desbrozarlas, porque cada uno toma de ellas lo que le interesa.
Ya podemos darle las vueltas que queramos, mientras no se cambie el SISTEMA político, económico y social, en el que estamos instalados, y que nos parece el más guay; mientras no quitemos poder a los políticos vía reducción de impuestos y prestaciones, iremos cuesta abajo y sin frenos. Así como para poder utilizar las actuales aplicaciones informáticas no podemos utilizar en nuestro ordenador el sistema operativo MS-2 o el Pentium y los hemos tenido que cambiar por otros más actuales, si queremos salir de este laberinto que nos lleva a la miseria tendremos que adoptar un SISTEMA para adultos. ¿Quien nos lo puede proporcionar?. Yo, particularmente, empezaría por cambiar el sistema educativo y por erradicar de nuestras mentes, numerosos conceptos que nos parecen dogmas y que nos han llevado a la situación actual.