La Real Academia Española define la Hispanidad como el “carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura hispánica”, o el “conjunto y comunidad de los pueblos hispánicos”. Según Wikipedia, la expresión Hispanidad apareció para denominar a las personas, países y comunidades que comparten el idioma español y poseen una cultura relacionada con España. En ella se incluyen 30 naciones y algo más de 472 millones de personas, en África, América, Asia, Europa y Oceanía.
El jarrón roto
Si ustedes se dan cuenta, la Hispanidad presenta notables elementos comunes con otro concepto de uso común por estos pagos como es el de “Euskal Herria”, al menos si hablamos de la comunidad idiomática y cultural entre personas de diferentes estados y territorios. Algo similar sucede en el ámbito anglosajón sin que tenga sentido pretender que, necesariamente, todos los que hablan español o comparten determinados elementos culturales han de ser españoles, o que todos lo que hablan inglés tienen que hacer otro tanto y unirse en un solo estado, incluyendo a los niños navarros del modelo “british”. En este sentido la celebración de la Hispanidad difiere notablemente de la idea nacionalista de Euskal Herria. En el imaginario nacionalista, después de la experiencia nazi, el idioma ha sustituido como elemento vertebrador más políticamente correcto a la raza (algo que espantaría a Sabino Arana), corrompiendo por el camino el sentido cultural del término Euskal Herria e incluso la propia percepción del vascuence. Pero en uno u otro caso se trata de categorías desfasadas para una teoría política del estado (una raza, una lengua, un estado). Como tales categorías desfasadas contrapuestas con la realidad (hay muchos estados que hablan la misma lengua, estados con muchas razas y culturas, etc) generan conflicto. Como concepto cultural, la Hispanidad es un fenómeno extraordinario. Volviendo al principio, el 12 de octubre celebramos la Fiesta Nacional de España, pero también la hermandad idiomática y cultural con casi 500 millones de personas en el mundo ¿Cuidamos, valoramos y estimamos el español (y lo español) o ahora estamos siendo víctimas de muchos años de autodesprecio?
8 respuestas
Uno de los elementos que forjaron la «Hispanidad» fue el desarrollo de una lengua escrita – el «español» – que es el resultado de la fusión de las diversas lenguas romance peninsulares, variedades dialectales del latín vulgar. Tanto las lenguas romance (gallego-portugués, asturleonés, navarro-riojano, aragonés, catalán-lemosin valenciano, etc.), como el «español» transmitieron cultura escrita. Una HISPANIDAD con un denominador común escrito, aseguró una amalgama cultural entre pueblos muy diferentes.
No así en el caso de «Euskal Herria». Hasta la reciente creación del «batúa», no dispuso de una lengua transmisora de cultura ESCRITA, por lo que se trató más bien de HABLAS vascuence, no de una LENGUA vascuence. El «batúa» de creación de finales del siglo XX, potenció las «hablas vascuence» para convertirlas en una «lengua unificada», vehículo transmisor de cultura, una capacidad que el vascuence nunca había desarrollado a través de la historia y cuyo hecho explica, por encima de cualquier otra razón, su inexorable decadencia histórica. No fue el resultado de un proceso espontáneo de acercamiento de diferentes hablas – como ocurrió con la progresiva fusión de las lenguas romance en la lengua española hasta el siglo XVI – sino el fruto de una planificación guiada por una institución lingüística e impuesta políticamente por vía legal como principal instrumento del “nacionalismo lingüístico”. Históricamente, Euskal Herria no dispuso de un denominador común escrito, dejando que la amalgama cultural estuviera únicamente basada en manifestaciones orales y folklórico-popular culturales.
La HISPANIDAD y EUSKAL HERRIA tienen pues caracteríticas no similares.
«La Lengua en el Crisol Navarro» http://www.lebrelblanco.com/libro/
Cabeza de León versus culo de ratón diarreico.
La pena es que algunos están contentos pululando por cloacas y alcantarillas.
Me parece fuera de recibo que haya personas que sigan insistiendo en el manido y falso tema de que el euskera no fue una lengua escrita hasta…..¡incluso dice el señor Sanchez Marco que hasta la formación del batua! .Tengo que reconocer que esto no lo había oído ni leído antes. Los falseadores de los datos en que el euskera se convirtíó en una lengua escrita, transmisora de cultura, solo se atrevían a datar estas obras escritas en el siglo XVIII.
Sin embargo, para cualquiera que tenga un mínimo interés en la legua vasca, no es un secreto que ya en el siglo XVI se escribieron hermosos libros de teología, de poesía, etc. en euskera.
Repitiendo machaconamente falsedades, se suele conseguir despistar a algunos, pero no cambiar la realidad probada.
Y no veo necesario mezclar la Hispanidad con esto.
La expansión y fijación del concepto HISPANIDAD tal como lo entendemos hoy en día, se debe a la obra de un alavés (muy vinculado a Navarra, por cierto) Ramiro de Maeztu y su gran obra «Defensa de la Hispaniad» y, sobre todo, a alguien mucho menos conocido. Se trata del vizcaíno Zacarías de Vizcarra y Arana (no todo iba a ser negativo en el apellido). Vizcaíno cuya lengua materna era el vascuence y, por lo tanto español, español y católico a carta cabal.
La tercera pata del banco de la Hispanidad sería el universal Unamuno y si queremos hacer mesa incluimos a Salvador de Madariaga.
Les dejo con un enlace sobre el asunto más que interesante http://www.filosofia.org/hem/194/esp/9441007a.htm
PD.-El día 11 de septiembre podíamos aprovechar para explicar brevemente la aportación intelectual catalana a la nación española.
http://www.donalilavolta.org/
La Sra. Sanz Orrio me adusa de difundir falsedades. Pero no lo son. Puedo citar a Jimeno Jurío.
Hasta el siglo XVI no poseen las hablas vascuences textos extensos y sólo en época muy reciente ha recibido cultivo literario escrito. Se trata de un habla rústica – o “vulgar” en términos lingüísticos – que no encuentra lugar en la escritura hasta 1545 en que el navarro-francés Bernat Dechepare publica el primer libro en vascuence (con título en latín “Linguae Vasconum Primitiae”). El clérigo Ioannes de Lizarraga traduce al vascuence en 1571 el Nuevo Testamento (“Iesus Christ gure Iaunarem Testamentu Berria”) por encargo de la reina Juana III de Navarra Albret (1528-1555-1572) que había abrazado y lideraba la causa hugonote en sus territorios norpirenaicos y quiso por motivaciones religiosas vulgarizar en el pueblo las Sagradas Escrituras.
Una literatura religiosa no aparece hasta el siglo XVIII. Hasta muy recientemente se nos ha ofrecido como un idioma que mantenía su peculiarísima estructura, pero sometido a secular e intensa influencia léxica del latín y del romance y fraccionado en multitud de dialectos, o más bien variantes dialectales, que prácticamente han desaparecido con la reciente imposición oficial del “batua”.
Jimeno Jurío – historiador navarro de reconocido prestigio en el nacionalismo vasco – pensaba que frente a las lenguas cultas (latín, árabe, occitano, gascón, francés, castellano), utilizadas oficialmente por la Iglesia, la corte y la administración, el vascuence fue lengua vulgar, propia del pueblo que trabajaba las tierras, cuidaba el ganado y designaba casas, montes, pastizales y cultivos en su propia lengua, la única que conocía. La toponimia es por lo tanto la expresión de la cultura y de la lengua del pueblo vasco , confirmando así la no disponibilidad del vascuence para otras comunicaciones sociales escritas de mayor trascendencia cultural.
José María Jimeno Jurío. «Estudios de toponimia navarra», Pamiela, 2004, p. 33
Señor,despues de leer sus comentarios sobre el euskera y su aclaracion posterior, es evidente lo ilimitado de sus fobias y lo limitado de sus conocimientos. Le deseo un feliz dia de la Hispanidad! Y tenga cuidado, huyendo de lo popular ¿vulgaridad?; se pude acabar en la mas necia arrogancia!!
No alcanzo a ver la grandeza de una cultura, que para tratar de evidenciarlo, tenga que menospreciar a otras culturas. Pretenden ser grandes, haciendo pequeños a los demas. ¡Aprecio y valoro su cultura pero quedense con su grandeza!