¿Reducir el número de parlamentarios? ¡Jamás! Eso sería antidemocrático. Mucho mejor guillotinarlos. No se crean que exageramos mucho. Ayer una guillotina presidía la convocatoria para rodear el Parlamento de Navarra. O igual estamos equivocados y era un cortapuros gigante. Entre los asistentes, personalidades conocidas como Juan Carlos Longás, al que por la mañana le parece muy mal reducir el número de diputados pero por la tarde se manifiesta frente al Parlamento junto a una guillotina, dándose la paradoja añadida de que él mismo es diputado de Nabai. No nos consta si coreaba a voz en grito aquello de “que no, que no nos representan”… dirigiéndose a sí mismo. Afortunadamente, parece que el trastorno de identidad disociativo tiene tratamiento.
Foto retuiteada por la cuenta de 15M Pamplona
4 respuestas
Juan Carlos.Longás todavía no sabe que la.izquierda es sansculotera…que detrás de cada.menchevique hay un bolchevique, que se lo.carga, y detrás aparece un troskista, que se lo cepilla, al que viene un estalinista y lo purga, pero luego vendrá un maoista que le.dejará tieso, y más tarde aparece un khemer rojo polpotiano que te extermina…
Así es el sozialismo, todavía no legan a celebrar los 100 años desde 1917 y llevan bastante más de 100 millones de.muertos. Y siguen…
Yo, si me lo permitís, voy a contar cómo viví la acción pacífica de ayer. Pero antes voy a hacer una reflexión. Cuando hace muchos años comenzó en Pamplona el movimiento insumisión, al principio, en sus albores, NO era un movimiento batasuno. Eso fue después. Cuando los batasunos lo vampirizaron e hicieron suyo.
Ayer estábamos tres y el del tambor. Casi diría que entre forales y nacionales sumaban más. Éramos gentes que entre nosotras no nos conocemos. No había líder alguno. No había órdenes de actuar. No había discurso compartido. Éramos personas libres coincidentes que se mojaban bajo la lluvia delante de un Parlamento. Sin ninguna maldita gana de utilizar la violencia. Personas que en vez de mirar para otro lado confiamos en la Democracia y queremos recuperarla. Queremos darnos una oportunidad de seguir creyendo en las instituciones, aunque sus actuales moradores sean unos canallas. Puedo asegurar que tenía planes mucho más cómodos que estar mojándome delante del Parlamento sintiéndome una apestada.
Prosigo. A las 8.30 se dio por terminada la concentración. Los manifestantes, por lo general personas solas, parejas, tres amigos… Personas heterogéneas, de treinta y cuarenta años, sin banderas y sin símbolos. ¡Que nos conocemos y nos reconocemos! No había lilas, ni naranjas, ni pantalones de monte. Aquí no había una organización y unos borregos obedeciendo órdenes. No compréis esa idea, porque esa idea no es cierta.
«¿Qué hacemos? ¿Nos vamos? ¿Por qué no tratamos de rodear el Parlamento andando? Es nuestra calle y no vamos a hacer nada malo. Vamos a rodear el Parlamento».
Con la incompetencia que da la falta de experiencia de ejercer de ciudadanos, comenzamos a andar. Cruzamos por el paso de peatones de Yanguas y Miranda hacia la acera del Parlamento. Ahí estaban los forales con voz de malotes dando la orden de que no se podía caminar a la derecha. Nada, nos fuimos a la izquierda. A dar un rodeo, un paseo por la acera del Parlamento. Sí. Un paseo. Necesitábamos sentirnos libres. El problema llegó cuando había que encaminar la calle Marqués de Rozalejo. El foral decide que por esa calle no se anda y que no tenemos permiso de manifestación. Uno propone andar de 20 en 20, número hasta el que por lo visto la ley no considera manifestación o lo que sea. Se está en la esquina y en ese momento el foral llama a los nacionales.
Un grupo de manifestantes violentísimos como se ha podido demostrar con los hechos, no con los prejuicios, nos vemos de un momento a otro con los nacionales detrás. Con sus cascos, sus porras y su actitud amenazante ordenando que adelante. En vez de dejarnos pasar por Marqués de Rozalejo deciden que tenemos que andar por General Chinchilla: la calle de la Comisaría. Y por ahí prosiguió la caminata. Ese momento fue el más delicado. La policía en plan ‘aquí mando yo’, y los manifestantes sin saber qué hacer. Sin ninguna gana de que la policía utilizara la violencia con ellos. Sin ninguna gana de correr. Sin ninguna gana de quemar contenedores. Sin ninguna gana de convertir una manifestación violenta en una carga policial. Y se demostró: cuando uno no quiere, dos no riñen.
Volvimos en frente del Parlamento. Y desde allí me fui. Con tristeza. Con el convencimiento de que las cosas no están bien. Con el convencimiento de que yo no soy la mala y la peligrosa. Yo quiero denunciar pacíficamente que el Parlamento está para acoger la voz del pueblo. Para hacer leyes justas. Para controlar que el Ejecutivo haga las cosas bien. Fue una acción simbólica. Una denuncia simbólica. Tenemos que ser incómodos al poder. No podemos consentir que la oligarquía se crea con derecho a hacer lo que está haciendo.
Respecto a la guillotina, yo tengo una explicación. Estamos en el siglo XXI. Los ciudadanos tenemos otras alternativas a tirar piedras y quemar contenedores para manifestar nuestro desacuerdo con los políticos y sus políticas. Podemos y sabemos utilizar el lenguaje y los símbolos. Tenemos las redes sociales para crear opinión pública.
Aunque cada vez tenga menos las ganas, tengo que seguir y aprender de la Historia y no tener que decir dentro de 20 años que en los albores de las protestas ciudadanas éramos personas libres y pacíficas antes de que nuestras razones las vampirizaran organizaciones violentas.
Una.- que sí Amaiur, que todo muy bien y muy bonito, pero ¿quién llevó la guillotina y con qué fin?. En las manis de hace unos meses los Bardem y compañía aparecían junto a pancartas que hablaban también de recortes y guillotinas. Exacto y preciso el comentario del sr. Caña.
Dos.- el sr. Longás ¿qué propone? si reducir los parlamentarios del parlamentico es antidemocrático ¿por qué no aumentarlos y será más democrático? ¿60? ¿120 tal vez, como en la «Asamblada» de Madrid? Venga Longás a que no hay webs. Matxote.
Mejor pasarlos por la Universidad…