La banca española ha naufragado. Sí, ha necesitado un rescate, no se le puede llamar de otra manera. El rescate consiste en lo siguiente.
1-Europa le presta al estado español hasta 100.000 millones de euros.
2-Consiguientemente, el estado español se endeuda en 100.000 millones de euros más.
3-El estado español presta ese dinero a los bancos para evitar su quiebra
4-Los bancos tienen que devolver el préstamo al estado español al cabo de un largo plazo
5-El estado español le devuelve el dinero a Europa
¿Por qué es un rescate?
Lo que acaban ustedes de leer no es un simple préstamo. Es un rescate en toda regla del sistema bancario. La razón es que los 100.000 millones que pueden necesitar los bancos españoles no se los presta el mercado. Es decir, que Europa presta un dinero que el mercado no presta porque:
1-El mercado no considera solvente al deudor y directamente no le presta o…
2-Pide unos intereses elevadísimos por asumir el riesgo de prestar a la banca española
El rescate supone que vamos a prestar dinero a la banca española a pesar de su insolvencia y a un interés mucho menor que el de mercado. Es decir, que le vamos a regalar dinero.
Sí, regalamos dinero a la banca
Tomemos el ejemplo de Irlanda, que tiene que pagar a Europa por su crédito-rescate un interés del 3,75% cuando el estado español se está financiando a un interés cercano al 6,5%. Las entidades españolas que necesiten rescate tienen acceso al crédito en el mercado (si lo tienen) a intereses incluso superiores. Es decir, vamos a prestar a en torno al 3,75% a entidades financieras a las que nadie les presta por debajo del 6,5%, el 7,5% o incluso más. Eso significa que si fuera el mercado quien prestara a las entidades rescatadas 100.000 euros a 20 años, las entidades tendrían que devolver 230.000 millones. Por el contrario, siendo el estado español con dinero de Europa quien lo presta, sólo tendrían que devolver 175.000. Los 55.000 millones de euros de diferencia son un regalo a la banca de los contribuyentes europeos (incluyendo españoles, que también aportamos al fondo europeo del que proviene el dinero), que prestamos dinero a los bancos muy por debajo del precio de mercado.
El rescate lo reciben los bancos pero el crédito lo garantiza España
Europa, como decíamos, no presta directamente a los bancos. Europa presta a España que incrementa su deuda pública en 100.000 millones de euros. Todo esto hay que hacerlo porque los mercados consideran a los bancos españoles poco solventes. Si los bancos no pudieran devolver el dinero del rescate, quien tendría que devolver a Europa el dinero sería el estado español a costa de todos los contribuyentes. Sumen esto al punto anterior y entenderán que los rescates no hay que celebrarlos demasiado.
El estado es otra cosa y puede necesitar su propio rescate
Nos encontramos ante un rescate del sistema financiero español y no ante un rescate del estado español. Al menos de momento. Esto quiere decir que el estado tendrá que seguir ajustando sus cuentas para evitar su propio rescate. La pesadilla no ha terminado. En este sentido la economía española hace frente todavía a dos graves riesgos:
1- El estado español necesita sus propios ajustes o tendrá que sufrir su propio rescate
2- Podemos seguir atrapados en la espiral por la cual los bancos reciben ayudas al 3,75% que invierten en deuda pública por la que reciben el 6,5%.
3-Si el estado presta al 3,75% un dinero que los bancos vuelven a prestar al estado al 6,5% a los bancos les sale gratis el rescate a costa del estado (los contribuyentes).
4-Además de lo anterior, los bancos se pueden seguir dedicando a comprar deuda pública en vez de dar crédito al sector privado (familias y empresas).
¿Por qué salvamos los bancos?
Para que usted pueda ir al banco y sacar el dinero de su cuenta y para que pueda haber crédito. Si no rescatamos a los bancos, podría evaporarse todo el dinero que usted cree que tiene en el banco. El negocio de los bancos es pedir dinero prestado para prestarlo a un interés más alto. Si los bancos no son solventes y nadie les presta desaparece el mercado de crédito. Hay que recapitalizar a los bancos para que recuperen su solvencia, puedan pedir dinero prestado y a su vez prestarlo a las empresas y las familias restableciendo el crédito bancario. Hay que rescatar también a los bancos para evitar una quiebra del sistema bancario. El temor a la quiebra en cascada de los bancos provocaría el efecto llamado “run on the bank”. Es decir, una súbita fuga de capitales inspirada por el pánico cuyos posible efectos serían la temida provocación en cascada de la que se pretende huir o el establecimiento de un corralito para impedirla. ¿Para que ayudamos a los bancos? Para evitar la quiebra del sistema, la evaporación de los depósitos, la parálisis del crédito y el corralito. Esta sería, si el rescate funciona, su vertiente positiva. El límite lógico de un rescate es que no sea superior a los depósitos bancarios.
Todo es mentira
Pueden ustedes consultar las cuentas de resultados de las cajas y bancos durante los últimos ejercicios y se quedarán atónitos. Por ninguna parte encontrarán los números rojos. Desde el inicio de la crisis, año tras año han seguido publicando beneficios y han repartido dividendos (incluso con el dinero del rescate). Todo mentira. Los balances de las entidades financieras no reflejaban las pérdidas latentes que contenían tras el estallido de la burbuja y nadie ha movido un dedo desde las altas instituciones políticas y financieras. Todo para mantener en nombre del orden y la confianza en el sistema un secreto que todo el mundo conocía menos los más desprotegidos: los que compraron acciones o participaciones preferentes de cajas quebradas y privatizadas. Al final no se ha arreglado el daño, no se ha evitado el rescate, no se ha protegido a los inocentes y no se ha castigado a los malvados. Al mal banco se le rescata. ¿Qué sentido tiene entonces gestionar bien un banco? Se manda un mensaje pésimo al futuro y se ponen las bases de la siguiente crisis bancaria.
La responsabilidad del PP y del PSOE
A diferencia de una lancha motora, un transatlántico no puede variar su rumbo en un instante. El transatlántico lleva una gigantesca inercia por lo que, mucho antes de chocar con los arrecifes, puede estar vendido y haber superado un punto de no retorno por más que se gire el timón en el último momento. El PSOE abandonó el puente de mando con el barco dirigido a los arrecifes a la máxima velocidad. Su responsabilidad es por tanto la máxima. Cuando el PSOE abandonó el puente, de hecho es posible que ya se hubiera rebasado el punto de no retorno. Es probable que el nuevo capitán poco haya podido hacer tomando el mando de la nave en el último minuto. Rajoy se preguntaba con razón este fin de semana por qué lo que se ha hecho ahora no se hizo hace 3 años. Lo cierto es que tampoco Rajoy, siendo menor su responsabilidad, ha sabido por el momento ni frenar ni girar el timón lo bastante. O ponerle alas al barco. Se ha hecho muy poco para salvar al estado y sus servicios (y ya hablamos del estado y no de los bancos): ni recortar lo bastante para mantenerlos públicos ni reformar lo bastante para privatizarlos al máximo. Nos jugamos que el próximo rescate no sea para los bancos sino para el estado.
Cerrar los bancos centrales y acabar con la reserva fraccionaria para que los bancos puedan quebrar
La crisis de los bancos y los estados se está resolviendo a partir de los mismos esquemas que han generado la crisis: crear liquidez infinita, dejar los tipos de interés en manos de los políticos, rescatar a las entidades fallidas, premiar a los malos. Un banco malo debe poder quebrar como cualquier otro negocio mal gestionado. El banco malo debe poder quebrar y el banco bueno acoger a los clientes del banco malo y ampliar negocio a su costa igual que la zapatería bien gestionada acoge a los clientes de la zapatería que quiebra, amplia negocio y contrata más personal. La zapatería mala no puede ser rescatada de modo que el dueño de la zapatería buena tenga que competir en desventaja con la rescatada hasta que ambas sean negocios malos o llegue a la conclusión de que es absurdo gestionar bien su zapatería. De hecho, la realidad es todavía más lacerante puesto que encima el rescate de la zapatería mala lo paga la zapatería buena. Es por ello que la salida de la crisis es más libre mercado y más capitalismo. Especialmente en el sistema bancario, donde la mayor parte del agujero lo han generado las cajas por su naturaleza semipública. Pero en un sistema capitalista no hay negocios zombies: hay negocios que funcionan o negocios que cierran. Cuando un negocio echa la persiana otro la abre para intentar probar suerte. Los malos negocios cierran, por eso el capitalismo se ajusta a la realidad y genera riqueza. La normativa contable española también debería ser revisada puesto que las entidades financieras, presumiblemente dentro de la ley y con el beneplácito del Banco de España, han sido capaces de publicar unos resultados cuyo parecido con la realidad era error material o mera coincidencia.
El rescate es una muy mala noticia aunque dadas las circunstancias y los rescates posibles el menos malo
Todo lo anterior nos lleva a concluir que el rescate bancario no es exactamente una buena noticia. No imparte justicia. No resuelve los problemas de fondo que nos han conducido a la actual situación. No garantiza la veracidad de las futuras cuentas de resultados bancarias. No evita el enorme ajuste que le queda pendiente al estado. Simplemente resuelve una situación coyuntural para evitar (o intentar evitar) la quiebra del sistema y el estrangulamiento del crédito.
Si los bancos no pudieran devolver ni un euro de los 100.000 millones del rescate -algo imposible- los 100.000 millones los tendríamos que pagar a Europa de nuestro bolsillo entre todos los españoles.Sin embargo si sucede lo previsible , que se pueda devolver el dinero habrá sido el mejor rescate posible.
En todo caso el rescate bancario es una noticia absolutamente extraordinaria que quizá no valoramos hoy en su extrema magnitud, porque en los últimos tiempos lo extraordinario se ha convertido en cotidiano. A los españoles nos queda por delante mucho sacrificio y al gobierno mucho trabajo.
3 respuestas
Las agencias de calificación de crédito deberían poner un cero a los bancos centrales, ahora escondidos tras el BCE: (1) siguieron una política desbocada de creación de masa monetaria con crédito disponible ilimitado; (2) permitieron a los bancos mantener sobrevalorados los activos ejecutados en el sector inmobiliario; (3) bajaron los tipos de interés a niveles que desincentivaron el ahorro y aceleraron alocadamente el consumo y la inversión no productiva; (4) que la bajada de los tipos de interés buscó también ayudar a que el sector público siguiera sobre-endeudándose para financiar un alocado, no-financiable «estado del bienestar»; (5) permitieron a los bancos instrumentar créditos hipotecarios con importes superiores al valor del inmueble a hipotecar; (6) mantuvieron un EURO deliberadamente sobrevaluado para abaratar las importaciones y frenar así cualquier posible brote inflacionario; (7) resultando de todo ello que se estancaran las economías nacionales generando desempleo. Las agencias deberían poner un CERO a los bancos centrales. Ver “ESPAÑA, una economía asfixiada” http://www.lebrelblanco.com/articulos.
Como esto no vaya acompañado de una revisión de la política de retribución de dividendos, reducción salarial a directivos, y la gestión de semejante dineral no sea supervisada por una o varias comisiones independientes que emitan informes a los que podamos acceder los contribuyentes para ver a dónde va a parar hasta el último céntimo,esto volverá a ser una mamarrachada infame. Y como alguno use este dinero para llenar el depósito de su Range Rover (que lo harán), a la sombra hasta que lo devuelva. Y con intereses. Ya está bien.
Según tengo entendido (corríjanme si no es así, la normativa que regula la supervisión de los bancos por parte del Banco de España, establece que el criterio de la inspección es el que prevalece al calificar los activos de un banco de tal forma que, el criterio del inspector (que podría estar contaminado políticamente por sus superiores) puede derivar que un banco sea considerado solvente o insolvente.
De esta forma, en el caso Banesto, los inspectores consideraron que determinados créditos concedidos por el banco eran de difícil cobro y, por lo tanto, le obligaron a pasarlos a pérdidas hasta desequilibrar negativamente los balances y, de esa forma, procedieron a intervenir el banco. Más adelante, cuando el banco ya estaba en otras manos, esos créditos “malos” fueron cobrados en su totalidad y el nuevo dueño del banco se llevó una buena pasta.
En el caso actual, la cosa habría funcionado al revés, según criterios ¿políticos? el Banco de España habría considerado como seguras determinadas operaciones crediticias de dudoso retorno efectuadas por algunos bancos y cajas, sin embargo la realidad ha sido más tozuda que los criterios del supervisor, las potenciales ganancias se han convertido en pérdidas y la situación financiera de la banca española ha hecho inevitable el rescate actual.