El estado autonómico en su concepción actual resulta insostenible porque es demasiado caro. La abundancia de propuestas desde ámbitos contrapuestos en los últimos tiempos parecen apuntar a un consenso a este respecto. Si al principio era UPYD la única formación con este tipo de planteamientos, Esperanza Aguirre vino a sumarse después a la idea de devolver competencias autonómicas al estado. Alternativamente, Carlos Salvador añadió al debate la idea de promover la responsabilidad de cada autonomía lanzando la propuesta de ofrecer fueros para todos. La penúltima idea la acaba de lanzar Josep Antoni Duran i Lleida: que sólo Navarra, País Vasco, Cataluña y Galicia conserven la autonomìa. Si les parece poco, cabe sospechar que el nacionalismo vasco aún consideraría que sobra una autonomía en la propuesta de Duran Lleida. Lo que a estas alturas nadie parece poner en cuestión, como decíamos, es que lo rocambolesco resulta pretender seguir como estamos. Hace un par de años muy pocas personas se hubieran atrevido a expresar en voz alta este tipo de pensamientos.
Con eso y con todo echamos de menos que nuestros políticos sigan eludiendo la medida más barata y eficaz, que no es devolver competencias al estado central ni a otra entidad burocrática sino a la propia sociedad. Claro que para eso a lo mejor todavía la sociedad española tiene que despertar.
5 respuestas
Entiendo que las diputaciones forales tengan competencias fiscales propias de su sistema…pero aparte del gallego y del catalán, ¿qué diferencia a un español de un lado y otro de la raya?
Propuesta de Ciudadano Caña, con el mismo valor que el del Sr. DURÁN DURÁN….comunidades al mínimo, las forales con más competencias (no todas) en Economía y Hacienda, y las que tengan lengua vernácula, Educación compartida con el estado. Sanidad y Justicia of course al Gobierno Central. Así no hay discriminaciones en el trato.
Sencillo, ¿no?
Nueva propuesta revolucionaria: suprimir la monarquía.
Vale, la propuesta no es nueva, y seguramente muy revolucionaria tampoco, pero no me negarán que no es necesaria.
Echo de menos en NC, entre tantas propuestas de recortes en educación, sanidad y demás una propuesta de recortes en la institución menos productiva, despilfarradora y opaca del estado. El tema es de actualidad, y más ahora que por casualidad nos hemos enterado de las actividades cinegéticas no precisamente baratas de juancarl.
Espero ansioso un sesudo análisis.
En mi opinión sería aceptable un federalismo asimétrico en el que haya autonomías que tengan más atribuciones y otras que queden como entes administrativos. No entiendo que después de menos de 30 años tengan que desaparecer casi todas las autonomías. Un país no se puede crear a base de esos golpes espasmódicos que duren pocas décadas. Hace falta un sistema que tenga vocación de perdurar.
El problema no son cuestiones esenciales, ancestrales o emocionales en relación con las autonomías; sino cuestiones puramente pragmáticas. La descentralización administrativa puede ser una buena solución en ciertos casos, y una mala solución en otros. La descentralización no tiene nada que ver con la democracia. Francia es una país esencialmente centralista y nadie duda de su democracia. En la Unión Soviética había nacionalidades y regiones (entre otros tipos de entidades administrativas) y, sin embargo, su democracia era manifiestamente mejorable.
El problema es cuando las entidades descentralizadas se empeñan en tener que ser los defensores de valores tradicionales, hechos históricos mayúsculos o fantasías originarias. En ese caso, la administración se torna en «conducción» (que dirían en Argentina) con el fondo totalitario que lleva la palabrita. Es decir: todas las «autonomías» con la excepción de Madrid han pasado de ser entidades de gestión administrativa a ser los entes valedores de todos esos «valores tremendos» reales o inventados sirven para que los contribuyentes demos de comer a los políticos que los inventan, gestionan y defienden.
En resumen: podría no haber problema con las autonomías si estas se dedicaran a hacernos la vida más fácil a los mortales que vemos desde fuera esos «valores tremendos»; pero el caso es que, en la práctica, las autonomías se dedican al tremendismo.
Por cierto, la propuesta del diputado Fashion de CIU evita considerar el hecho que dos de las autonoías que causan los principales problemas políticos de este país son las que él pretende mantener. Probablemente no tenga nada que ver el hecho de que él mismo vive del cuento de una de ellas (seré malpensada).