Gaviotas de cartón

         Supongo que para asegurarse la prebenda, el sillón o el saludo, el entorno de Rajoy organizó la escena del balcón con Arenas triunfante, digna de pasar a la historia como perfecto remedo de una página de Valle-Inclán.

En los últimos ocho años, ya casi olvidados, de demagogia zapateril, el abajo firmante sintió la tentación de enarbolar la pluma, y otras tantas se cuidaba de no destilar demasiada bilis. Sin embargo, hoy, la situación del que escribe es distinta.

Porque uno es de esos que se confió al PP pensando en principios y operatividad. Pero la fortuna no llega. Yo no he visto un gobierno que pierda el brillo del triunfo y la dignidad de la victoria en tan poco tiempo.

El PSOE llega al poder y pone patas arriba lo que se le pone, y aquí no pasa nada, excepto la crisis, que es cosa europea. El PP cae en la Moncloa y su ministro de interior le echa flores a Rubalcaba. TVE sigue siendo de la izquierda y Rosa Díez se queda sola en el intento de ilegalizar a Bildu. Dos cadenas públicas de televisión sangran nuestros bolsillos. El señor Rajoy se niega a quitarles el chiringuito a los sindicatos. La lectura oficial de la lucha antiterrorista es que todo, PSOE y Perpignan en la sombra alargadísima, se ha hecho bien. Gallardón pone mala cara cuando le preguntan por qué el PP llevó al constitucional la ley de matrimonio entre homosexuales. Y para derogar la ley del aborto actual hace flores verbales sobre el derecho de la mujer a ser madre y no sobre el derecho a la vida. Torres Dulce le pide perdón a Pilar Manjón por ordenar que se investigue ese tren que la investigación oficial del 11M ha ignorado. Y me temo que la balsa educativa, construida por el PSOE y encallada en una mediocridad de la que se hacen lenguas en el extranjero, seguirá ahí por mucho tiempo. Eso sí, el ministro Wert parece muy simpático.

El PP ha perdido 400000 votos en Andalucía, lo cual me parece un escándalo y una consecuencia de la falta de convencimiento, de principios, de valentía, de no atreverse a leer su programa electoral, de merengueo bienquedante y de camuflaje en el panorama progre de los ciudadanos y ciudadanas.

Se empezó allá cuando jubilaron a María San Gil y se dio de baja Ortega Lara. La penúltima ha sido la de Toñi Santiago, víctima del terrorismo; no es casualidad. La última, la de los 400000 votantes perdidos en Andalucía. Sí, perdidos, que no están; de ellos queda solo una brisa triste por los olivos. Yo canto la alegría de Rajoy con palabras que gimen, conteniendo la bilis.

En el PP hay demasiado pijín con la tabla de surf esperando a que venga la ola.

Pero la ola se deshincha. La base social del PP es otra, es esa clase media que busca gente con principios y con narices y que no tiene que pedir perdón por pensar como piensa. Gente molesta para escenificar el guiñol de la victoria en un balcón con gaviotas de cartón.

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