Entrevista a Javier Barraycoa, autor de “Historias ocultadas del nacionalismo catalán”

 

El libro “Historias ocultadas del nacionalismo catalán”, escrito por Javier Barraycoa y publicado por la editorial Libros Libres, promete sacar a la luz algunos de los mitos históricos en los que todos los separatismos, en este caso el catalán, apoyan su actual discurso antiespañol. La siguiente entrevista con el autor apunta algunas de las revelaciones, a menudo explosivas, que pueden encontrarse a lo largo de sus páginas.

Ha escogido un título provocativo, para este libro … 

El libro no pretende ser una provocación sino una invitación a conocer mejor Cataluña, tanto a catalanes, catalanistas como al resto de españoles. Hoy ni siquiera los catalanistas ni los nacionalistas conocen bien la historia de Cataluña. Este es un libro escrito por amor a lo catalán y deseando que ayude a que en el resto de España se nos conozca mejor.

¿Hay alguna diferencia entre catalanistas y nacionalistas catalanes?

Los primeros “catalanistas” eran lingüistas e historiadores interesados en conocer mejor el catalán y la historia de Cataluña, como Milà y Fontanals y otros. Eran normalmente católicos, conservadores, escribían en castellano, se sentían españoles sin complejos y no tenían ningún interés en convertir ese movimiento en algo político. De hecho a la lengua catalana ni siquiera la llamaban así, la denominaban “Llemosí”. Ser catalanista a mediados del XIX significaba ser un folklorista o una persona interesada por la cultura catalana. El nacionalismo catalán, como opción política, surgirá muy tardíamente y liderado por un conservador: Prat de la Riba. Paradójicamente el nacionalismo catalán originalmente fue de “derechas”.

¿Y entonces cuándo surgió el catalanismo político?

El catalanismo tiene dos arranques políticos diferentes. Por un lado un catalanismo de izquierdas, republicano y federalista, liderado por Almirall. La explicación de este catalanismo es la frustración ante la caída de la I República. Ésta fue liderada por catalanes pero fracasó. Almirall se enfadó con Pi y Margall porque un catalán impidió la proclamación del Estado catalán. Sin embargo, Almirall siempre consideró que su nación era España y Cataluña era su Patria. Y, con él, así pensaban todos primeros catalanistas de izquierdas. Podemos decir con toda tranquilidad que no eran nacionalistas. El pendón federalista estaba escrito en castellano y no usaba siquiera las cuatro barras. Almirall, acabó militando en el españolísimo Partido Radical de Lerroux.

¿Y la rama derechista del catalanismo?

El catalanismo de derechas emergió más tarde y acabó configurándose como nacionalismo. La inmensa mayoría de sus militantes originalmente eran católicos y moderadamente regionalistas, pero liderados por un pequeño grupo de jóvenes nacionalistas conservadores y una potente burguesía que necesitaba un instrumento político para defender sus intereses ante la caída del Imperio español. Eran tan escasos los nacionalistas que el primer gran partido catalanista tuvo que llamarse Lliga Regionalista, pues las expresiones catalanista o nacionalista sonaban excesivamente fuertes incluso para ellos.

¿Y este catalanismo ya era antiespañol?

Bueno, aquí empieza la complejidad del catalanismo. Prat de la Riba escribió y defendió la existencia de un Estado español compuesto por nacionalidades, lideradas por Cataluña. No tuvo ningún reparo en reclamar que se volviera a configurar un imperio español. Eso era lo que además quería la burguesía que le promocionó. Otros nacionalistas catalanes tuvieron itinerarios curiosos, pasando del catalanismo al españolismo, o viceversa, muchas veces abruptamente.

¿Algún ejemplo de “conversos”?

No pararíamos. Ya hemos dicho que Almirall, fundador del catalanismo de izquierdas, acabó en el españolismo. Cambó, sucesor de Prat de la Riba, a pesar de su ambigüedad calculada en torno a su relación con lo español, acabó apoyando a Franco durante la Guerra Civil. Buena parte de los fundadores de la Lliga acabaron siendo franquistas. Companys, el “presidente Mártir” de joven, militó en el lerrouxismo y se dedicaba a disolver sardanas a bastonazos (pues la sardana se había convertido en el símbolo del catalanismo conservador). Maciá, igualmente, pasó de ser un entusiasta militar monárquico y españolista a liderar el nacionalismo ya separatista durante la II República.

¿Tiene entonces algún fundamento histórico el nacionalismo catalán o se trata de sentimientos?

El paso del catalanismo al nacionalismo político estuvo enmarcado por el romanticismo que inundaba Europa. El romanticismo por su propia naturaleza emotiva deformaba la historia y creaba símbolos. Por eso los nacionalistas actuales no suelen hablar de historia, pero se reafirman en sentimientos. Muchos de los símbolos catalanistas nada tienen que ver la historia de Cataluña, empezando por el 11 de septiembre. Por cierto, no hay ninguna nación en el mundo que tenga como fiesta nacional una derrota, en todo caso se celebran victorias. Eso nos dice mucho más de lo que imaginamos.

¿La diada nacional de Cataluña no es catalanista?

Quiero decir que los catalanes derrotados en 1714 luchaban por un Rey de España, fue una guerra de sucesión, no de secesión. La manifestaciones de españolismo fueron más que evidentes en todos los autracistas. Además también hubo muchos catalanes felipistas. Hubo una verdadera guerra civil dentro de Cataluña. De hecho los “Mozos de Escuadra” fueron originalmente tropas de represión contra los catalanes austracistas.

¿Los Mozos de Escuadra, por tanto no serían catalanistas?

No, que va. Fueron tropas tan fielmente españolistas, monárquicas y borbónicas, que un catalán, Prim, suprimió el cuerpo ante la caída de Isabel II. Eran tan españolistas y eficaces que se tomaron como modelo para formar la Guardia Civil. Fueron restaurados por los carlistas y mantenidos tras la restauración. Pero, paradójicamente, Prat de la Riba, en el siglo XX quiso suprimirlos pues no se fiaba por su manifiesta devoción españolista. Sería divertido y sorprendente escribir la historia de los Mozos de Escuadra, desde su origen hasta su restauración por parte de Franco en los años 50.

¿Otros imaginarios nacionalistas, por favor?

No pararíamos. El himno de Cataluña, Els segadors, por ejemplo …

Cuente …

En su origen era una canción tabernaria que hacía referencia al Corpus de Sangre, una refriega en Barcelona allá por 1640. La canción, escrita en métrica castellana, hacía referencias religiosas a la devoción del pueblo catalán y su reconocimiento en el liderazgo de Cristo. Pero la letra fue cambiada radicalmente por Emili Guanyabens, un anarquista y espiritista en relaciones con la masonería, convirtiéndola en una canción revolucionaria que emanaba odio contra el “enemigo”. La letra fue “impuesta” como himno de Cataluña por el catalanismo de izquierdas. Pero los primeros catalanistas conservadores no la aceptaban como himno por su carácter revolucionario (hoy los catalanistas conservadores la cantan con entusiasmo). Catalanistas de izquierdas de principios del siglo XX, como Rovira y Virgili, desdeñaban esta efeméride, pues consideraban que el pueblo catalán era fanáticamente religioso, por aquellas fechas. De hecho apareció un “Ejército cristiano” a favor del rey de España. Sin embargo hoy los catalanista idolatran este hecho histórico (vaciándolo de contenido, claro).

Siga …

La propia sardana fue una imposición del primer catalanismo conservador deseoso de tener un símbolo cultural común. La sardana apenas fue conocida por los catalanes hasta principios del siglo XX. Jacinto Verdaguer reconocía que sólo había visto bailar una vez en su vida una sardana.

¿Y respecto a la lengua, qué hay de cierto o de falso sobre las acusaciones de imposición del castellano?

Aquí mejor recomiendo la lectura del libro. Los archivos de la corona de Aragón nos muestran la realidad. Los documentos oficiales de la Diputación de Cataluña están en latín, castellano, catalán, incluso árabe. La Corona de Aragón así como Cataluña y Barcelona era plurilingüe. Las escuelas de traductores de entonces, los documentos y los estudios serios así nos lo demuestran. Durante varios siglos en buena parte de Cataluña se hablaba el mozárabe y los poetas catalanes escribían en occitano. Y el castellano ya se hablaba, y en él se escribía, en Barcelona desde hace muchos siglos. Y en italiano se representaban las obras de teatro. Para colmo, en los documentos medievales oficiales de la Diputación Catalana, casi siempre que se refieren a Cataluña lo hacen como “Provincia” y escasamente como nación.

O sea, ¿no se puede hablar de una lengua propia?

En el caso de Cataluña es bastante absurdo ¿qué es una lengua propia? La lengua propia de Castilla sería el bable, si nos atendemos a la historia. El castellano fue una lengua que apareció en la periferia de Castilla. Nunca hubo una oposición catalán-castellano o Cataluña-Castilla, como se nos ha querido hacer creer. Incluso hay curiosidades …

¿Respecto a la relación Castilla -Cataluña?

Sí, si atendemos al origen etimológico de la palabra “Cataluña”, hay varias interpretaciones. Por cierto, nunca he conocido un catalanista que se haya preocupado por saber de donde viene la palabra Cataluña. El origen está, muy probablemente, en “castellanus”, que así se denominaban a los habitantes de los castillos catalanes. La palabra fue derivando en varias formas por influencia francesa, chatlar, chatelain, etc., hasta llegar a “catalán”, y de ahí “Cataluña”. Por tanto, esencialmente, “Cataluña” y “Castilla” significan lo mismo, tierra de castellanos o habitantes de castillos.

Esto es muy fuerte, decirlo así …

Sí, pero es lo que es. Suena tan raro como decir que el Real Madrid lo fundaron dos hermanos catalanes, o que uno de los primeros equipos de fútbol fundados en Barcelona se llamaba el Madrid de Barcelona. Pero esto es la historia y no podemos cambiarla, te guste o no.

Yo pensaba que el Barcelona era el equipo catalán por excelencia …

Nunca fue así. En su origen, el suizo Gamper fundó el equipo del Barcelona, prohibiendo que jugaran catalanes. Sólo podían jugar extranjeros. El Español se fundó como un equipo en el que pudieran jugar los catalanes, como así fue. Toda la iconografía del Barça, era suiza y protestante. El español, a petición de un socio, cambió el color amarillo de su camiseta por el blanquiazul, color de las enseñas de los almogávares y de la Inmaculada. Era una respuesta catalana al Barça de los extranjeros.

Y ahora Usted me dirá que el Toro de Osborne es también catalán …

Pues en cierta medida sí. El nacionalismo declaró la guerra a los famosos toros por ser símbolo de españolismo. Pero el toro fue diseñado por un comunista y retomado por un famoso publicista catalán, ya fallecido, que fue el que organizó toda la campaña de plantar las conocidas siluetas del toro por toda la geografía española. Se puede decir que si el toro de Osborne forma parte de nuestro imaginario colectivo es gracias a un catalán.

A ver si ustedes los catalanes van a ser más españoles que el resto de los españoles …

El siglo XIX fue definido por autores como Madariaga como aquel siglo en el que Cataluña se mostró españolísima. Hasta el gran historiador, republicano y catalanista, Rovira y Virgili, reconocía que el pueblo catalán en el siglo XVIII se volvió entusiásticamente español y borbónico. Cuando aún no existía Madrid, ni el nombre de Cataluña, el territorio se designaba “Marca hispánica”, el Obispado de Tarragona ostentaba el título de Primado de las Españas, y en los documentos francos cuando hablan de los catalanes se refieren a ellos como de “natione hispana” o  los documentos del siglo VIII nos hablan de los hispanos de Barcelona. Cuando no existía siquiera Castilla, lo que es ahora geográficamente Cataluña era el epicentro de Hispania. Coja los cronistas medievales catalanes y se llevará una sorpresa mayúscula, todos, absolutamente todos, al hablar de Cataluña la consideran las “Españas”.

¿Tiene algo más para desmontarme esquemas?

Sí, el 12 de octubre es actualmente una fiesta española. Originalmente fue una fiesta privada de los catalanistas en el Círculo Hispano ultramarino de Barcelona, un centro dedicado a impulsar las redes comerciales en América de los burgueses catalanistas. Tras la caída de Cuba se intentaba mantener las relaciones afectivas y económicas con Hispanoamérica. Un periodista asturiano dio cuenta de esta celebración y rápidamente se fue extendiendo por toda España. Otro dato curioso es que la fiesta por excelencia en Madrid, “el dos de mayo”, lo fue a petición de un catalán, Antoni Campmany, en las Cortes de Cádiz. Quería que fuera una fiesta para toda España.

Bueno, pero al menos confírmeme que Franco persiguió el catalán

Al principio sí, era lo “lógico” tras acabar la guerra: prohibiciones, juicios, ejecuciones, etc. Pero el catalán se fue abriendo paso bastante bien durante el franquismo. Había censura de textos en catalán pero no por la lengua, sino por los contenidos. El censor en Barcelona, por cierto, era catalanoparlante. Se pueden contabilizar  decenas de editoriales que publicaban sin ningún problema en catalán durante el franquismo. Eso sí, no estaban subvencionadas. Durante el franquismo, especialmente al final del Régimen, se hacían cursos de catalán, había programas de radio, de televisión en catalán e incluso se reconoció oficialmente como lengua legal para la enseñanza primaria. ¿Sorprendente no? Más cuando ahora te dicen, y yo lo he oído, que Franco prohibió “hablar” en catalán. Por cierto, Joaquín Viola, el gran impulsor del catalán dentro del franquismo, fue asesinado durante la transición por terroristas separatistas.

¿Me está diciendo que no hubo resistencia catalanista al franquismo?

Hubo varias resistencias al franquismo, especialmente la de los comunistas en la clandestinidad que nada tenían de catalanistas. La resistencia catalanista fue escasa y centrada especialmente en elementos burgueses y entornos eclesiásticos. Pero lo que verdaderamente erosionó el régimen en Cataluña, fue la desafección de los hijos de las familias franquistas, que se hacían marxistas tras pasar por colegios religiosos y llegar a la Universidad. Esto sí que es lo que hay que estudiar, de donde provenían esos jóvenes revolucionarios y uno descubrirá que la mayoría no venían precisamente de los barrios obreros, sino que iban a la Universidad y provenían de las “familias bien”.

¿Es, por tanto, Usted un “revisionista”?

No, este no es un libro de historia, es un libro de historias. Pequeñas historias, hechos, acontecimientos que ilustran lo que fue el catalanismo y lo que fue Cataluña. Creo que muchos catalanes se sorprenderán y me gustaría que este libro ayudara a que en el resto de España se nos admirara y no rechazara. Cuando de joven fui a hacer el servicio militar a Madrid, al decir que era catalán, los mandos se admiraban: “¡un catalán!” como si fuéramos fantásticos. Y te daban los puestos de responsabilidad, pues se suponía que un catalán era mucho más serio y estaba mejor preparado que otros españoles. Esta experiencia la tuve en mis primeros viajes fuera de Cataluña: “¡Ah, un catalán!”, oía siempre con admiración. Ahora vas por España y casi tienes que disculparte por ser catalán. Este es un libro para redescubrir Cataluña, para querer amarla,

¿Y qué más, a parte de lo que nos ha contado, puede encontrar un lector en él?

El lector descubrirá que hubo un pensamiento racista catalanista. Cataluña que fue avanzada en muchas cosas, acogió, al menos ciertos intelectuales catalanistas, el racismo pseudocientífico que venía de Europa. Muchos catalanistas acusaban al resto de españoles de ser semitas, moros, incluso alguno propuso que los catalanes teníamos un hueso especial en la cabeza que nos diferenciaba del resto del mundo. En el libro también se descubrirá el papel del catalanismo en la Guerra Civil. Hay muchas sorpresas. Hubo catalanistas radicales que intentaron asesinar a Companys, por ser demasiado moderado. O, como botón de muestra, la primera organización fascista española se fundó en Barcelona. El catalanismo tuvo su deriva “fascista”, sus vinculaciones con Mussolini,  y tuvo también su particular Duce, Dencàs, presidente del Estat Català. Pero todo eso lo dejo para que el lector lo descubra.

Entonces habrá que leer el libro …

Sí, me temo que sí.

 http://www.libroslibres.com/ficha_libro.cfm?id=278

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3 respuestas

  1. Parece que el libro es como la caja de Pandora.

    Y claro no se lo leerá ni un catalán de esos que sabemos que abundan hoy en día, de esos que hacen que el resto de los españoles nos avergoncemos de ellos. Sí, a mí me dan vergüenza cuando actúan con ese «catalanismo» o «pueblerinismo» en cualquier ámbito internacional.

    En nuestra casa, ya sabemos quienes son los tontos del pueblo. No nos dan vergüenza, nos dan pena.

  2. Magnífico regalo para estas Navidades. Tengo un amiguete que vivió largos y felices años en aquellas benditas tierras. Creo que la va a gozar.

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