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Si no por amor a España, tendría sentido oponerse a la independencia de Cataluña por amor a la libertad. En esto de los independentismos, por otro lado, hay que señalar que el factor esencial es lo odio a lo ajeno y no el amor a lo propio. Más aún, en el caso del independentismo vasco y catalán se basan en el odio a parte de lo propio. La identidad a fin de cuentas es como una cebolla, o como un sistema de círculos concéntricos. Uno no es una cosa sino la suma de muchas, salvo que sea casi nada. Uno puede sentirse español y catalán, o español y vasco, o español y navarro sin ningún problema. No tiene que elegir. No tiene que restar. No tiene sentido restar no teniendo que elegir. El que te obliga a elegir te quiere amputar innecesariamente una parte de tu identidad. Alguien no se hace separatista porque hay una incompatibilidad entre ser vasco y español o español y catalán. Hay muchísima gente que se siente española y vasca o catalana. En realidad el proceso es a la inversa, aparece una incompatibilidad entre ser vasco o catalán y español porque alguien se hace separatista. Pero empezábamos hablando de represión.
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Todos los estados son represores, el catalán también lo sería
Los separatistas y sus colaboracionistas denuncian que la policía actúe contra quienes llevan a cabo actividades fuera de la legalidad actual, señalando que vivimos en un estado represor. Sin embargo, ¿acaso es que la policía catalana no actuaría reprimiendo a quienes se saltaran la legalidad de un futuro e hipotético estado catalán? ¿Qué pasaría con los que no pagaran a la hacienda catalana, por ejemplo? ¿La policía y la administración no los reprimirían? Incluso antes de llegar a ese punto, ya ha comenzado la represión, o por lo menos la amenaza de represión. ¿No recuerdan al ahora diputado Lluis Llach, exigiendo la colaboración de los funcionarios en el referéndum ilegal y declarando que “En el momento que tengamos la ley de transitoriedad jurídica, ello obligará a todos los funcionarios que trabajan y viven en Cataluña. El que no la cumpla será sancionado. Se lo tendrán que pensar muy bien. No digo que sea fácil, al revés, muchos de ellos sufrirán”. Nadie en la Generalidad desmintió a Llach.
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España es el único refugio de los catalanes para la dictadura que viene
En una Cataluña futura no habría libertad. No la habría porque los impulsores del golpe no son amantes de la libertad. Pero es que además no pueden permitírsela. El PIB de Cataluña ronda los 200.000 millones, pero Cataluña vende productos y servicios fuera de Cataluña por valor de unos 120.000 millones de euros. De esos 120.000 millones, 60.000 los vende en el resto de España y 40.000 en la UE. Es decir, de los 120.000 millones que Cataluña vende fuera de Cataluña, 100.000 millones los vende a España o el resto de la UE. Sin España y la UE, la economía catalana podría caer un 50%. Es decir, el PIB per cápita catalán podría caer de unos 27.000 euros anuales a unos 13.500. La verdadera pregunta del referéndum catalán tal vez debería ser: ¿quiere usted perder la mitad de su sueldo para ser un republicano catalán independiente? ¿Cómo serían la sanidad o los servicios de dependencia en Cataluña si el presupuesto para pagarlos bajara a la mitad? Es por esto que los separatistas no podrían permitir que dentro de un año se les preguntara a los catalanes si querían volver a España. La sostenibilidad de la independencia es incompatible con conceder esa libertad.
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La erradicación de los no nacionalistas
La viabilidad de un estado catalán independiente tendría que basarse por consiguiente en la erradicación social de los no nacionalistas, uno no se independiza para volver a desindependizarse en unos meses, no se puede tolerar. Así que aparte de no preguntar a los catalanes si se arrepienten de la independencia, hay que controlar totalmente la educación y los medios de comunicación. O sea, que no haya ni libertad educativa ni pluralismo informativo. Y que la vida y la prosperidad de la gente dependa del estado catalán, sus subvenciones y sus contratos. O sea, lo que sucede ahora pero más.
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Un avance de lo que viene
En los últimos días se ha puesto de manifiesto en múltiples aspectos la falta de compromiso del gobierno catalán con la libertad. Por ejemplo en los colegios públicos, donde hasta a los niños pequeños se les ha puesto como tarea hacer pancartas a favor del referéndum. Ojalá pudiéramos decir que tal o cual resultado en un referéndum, incluso tal o cual resultado electoral, se produce como resultado de la libertad educativa y no como posible resultado de su ausencia. Otro ejemplo es que muchos catalanes se están encontrando con que sus datos personales, incluyendo su nombre y dirección, están en manos de webs extranjeras a las que la Generalidad ha transferido sus datos censales, vulnerando la ley, las exigencias mínimas de la Agencia de Protección de Datos y la más elemental intimidad. Los separatistas han pasado por encima del derecho a la privacidad de los datos de estas personas para entregar sus datos a terceros sin su consentimiento. La libertad y los derechos individuales ya están en peligro. En este mismo sentido, la Asamblea Nacional Catalana está repartiendo fichas con instrucciones recomendando que los partidarios del referéndum identifiquen a los vecinos que considera que no participarán en el referéndum, a efectos de someterles, como mínimo, a un apostolado no pedido. En una línea similar la CUP está impulsando unos denominados “Comités de Defensa del Referéndum”, a semejanza de los “Comités de Defensa de la Revolución” en Cuba, para crear unos órganos vecinales que controlen a los ciudadanos bajo la excusa de hacer un «llamamiento a los vecinos para que se movilicen» o para “ayudar” a “personas mayores y a las que no tienen acceso a Internet para que sepan dónde puedan votar«.
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A todo lo anterior podemos añadir el señalamiento público con pegatinas y carteles de domicilios de personas que se han pronunciado públicamente contra el referéndum, el acoso a los ediles socialistas y sus familias, o los ataques a familiares de líderes no nacionalistas, como es el caso del comercio de la familia de Albert Rivera. Recuérdese también el “Barrámoslos” de la CUP escenificando la expulsión de los monárquicos, los taurinos, los simpatizantes del PP o los creyentes, pero pasando por los dirigentes de CiU. O por amor a España o por amor a la libertad, o por ambas, interesa a los catalanes oponerse con todos sus medios al referéndum, siendo en este momento la Guardia Civil y la Policía Nacional lo único que hay entre sus derechos y libertades individuales reales y su inexistente derecho a votar en un referéndum sin garantías sólo para separatistas. Si los separatistas votan el 1 de octubre, puede ser la última vez que los demás puedan votar en igualdad de oportunidades y libertad.
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3 respuestas
Lo más extraño es que la clase media catalana no se dé cuenta de que los únicos beneficiados por la independencia serían los mangantes que actualmente los dirigen: ellos (y sus cuates) seguirían en el machito. Y la primera medida sería indultar a la banda del 3%, que es lo que buscan desesperadamente.
Me dice un compañero que la mitad de los que se manifiestan no saben lo que la independencia significa. Es cierto. Muchos se dejan arrastrar por este movimiento no porque crean en una república cerrada, sino como respuesta a un sistema que creen corrompido. El otro día decía en Twitter que lo primero que haría la nueva república catalana es cortar las emisiones de TV de España en Cataluña. Por supuesto que sí, porque saber quién es Belén Esteban o cómo es la recolección del membrillo en Albacete une. Pues bien, muchos y muchas me replicaron diciendo que digo tonterías.
La gente se cree que independencia no perder el pasaporte español, no salir de la UE, seguir viendo Telecinco, ir al pueblo de Extremadura de vacaciones igual que ahora, y todo lo demás ventajas.
Pues no. Les han engañado. Han querido ser engañados por una propaganda muy hábil. Y a nosotros nos ha pillado ese toro.
Por cierto, el cartel de la CUP es repugnante: admite a las claras que quieren instaurar una dictadura llena de campos de reeducación. Para temblar…
Dicen que habrá que hablar.No lo dudo, el problema es de qué exactamente , no de bailarles el agua .El fuego del bosque no se corta con una manguera.. Desde luego al secesionismo hay que tener claro que hay que combatirlo en su terreno y con los mismos medios que desde 1977 han utilizado contra la unidad de España. Que eso no es fácil y va a costar ,por supuesto que para andar el camino hay que comenzar, haganlo ya , de la misma forma que ellos comenzaron: educación,etc. Aunque me temo que pasteleo de ciertos partidos no lo van a seguir. Se tardarán años , bueno será para los españoles que vengan detrás.
Ni siquiera sr.Obabatarra campos de reeducación eso es un eufemismo para encubrir el verdadero lema , como en los campos nazis » El trabajo os hace libres» , le pegaría mas a esos gulags que nos esperarían con la inscripcion que Dante escribio exitía, en la puerta infernal»» Perded toda esperanza los que entraís»
Se ha abatido sobre muchos catalanes que no son secesionistas el ser tachados de anticatalanes, la exclusion social, pintar sus negocios, las coacciones,acosos, es decir un «progrom» nazi.