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Esta madrugada, como estaba anunciado, el Ayuntamiento ha procedido a ejecutar su plan para exhumar los restos de los muertos del bando nacional sepultados en la cripta de los Caídos. En todo el asunto relativo al Monumento a los Caídos, las fuerzas del cuatripartito han decidido traspasar una línea difícilmente calificable desde el punto de vista de la prudencia: desenterrar a los muertos de uno de los dos bandos contra la voluntad de sus familias. ¿Alguien se imagina lo que puede suceder si, con este precedente, en el futuro se deja de respetar esa línea igual para los unos que para los otros? Evidentemente nadie se opone a que los caídos del bando republicano reciban adecuada sepultura y respeto, ¿pero sacar de las tumbas a los del otro lado?
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La decisión, además, se toma por motivos estrictamente políticos e ideológicos, podría pensarse que hasta obsesivos por parte de Bildu, aunque quizá sería más exacto pensar en una campaña muy bien pensada de lavado de imagen de la izquierda abertzale: pasar de ser los del tiro en la nuca a ser los luchadores contra el franquismo y a favor de la libertad, esta puede ser la razón de fondo de todo lo que está sucediendo con el Monumento a los Caídos, al menos por parte de Bildu. Al resto del cuatripartito sin duda no le estorba que se hable de esto en vez de la falta de logros de su política en el primer año de gobierno.
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Naturalmente nadie puede poner ninguna objeción a una familia que quiera sacar a un antepasado de la cripta, el problema es sacar obligadamente a quien no lo desea. Si se leen los comentarios a las noticias de algunos medios, hay quien desearía no sólo exhumar a quienes están en la cripta sino echar sus restos a un estercolero.
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De todos modos, aunque las familias tengan la libertad de solicitar el traslado de sus familiares, aunque nadie se oponga a eso y aunque la libertad de unos para pedir la exhumación es perfectamente compatible con la libertad de otros para preferir la permanencia de los restos en la cripta, no falta quien se muestra extrañado ante el caso por ejemplo de Josetxo Munarriz, concejal de EH Bildu en Oteiza, sobrino de uno de los caídos cuyos restos se encuentran en la cripta y como tal pariente personado en el procedimiento para presentar una alegación favorable a exhumar los restos mortales no solo de su familiar, sino de todos los que reposan en la cripta.
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Munáriz apoya la decisión de Asirón de exhumar todos los cuerpos mediante argumentos como que su padre, Carlos Munárriz, “expresó desde el principio su opinión contraria al traslado del cuerpo de su hermano al Monumento a los Caídos», cosa que como se verá a continuación resulta aparentemente cuestionable en virtud del siguiente documento.
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Se trata de una carta de 1961 del citado Carlos Munárriz, padre del concejal de Bildu, dirigida a José María Echarri, Caballero Prior de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, al que se dirige como “amigo” y al que le contesta “con mucho gusto” una carta anterior, requiriéndole detalles de su hermano Jaime, el tío del concejal de Bildu enterrado en la cripta. No da la impresión ni por el tono ni por el contenido de la carta que el padre del concejal muestre hostilidad ni oposición al proceso de enterramiento en la cripa de su hermano, que es el trasfondo tras el intercambio de cartas entre el Prior de la Hermandad y el padre del concejal de Bildu. Cabe señalar que el traslado había tenido lugar poco antes de escribirse esta carta y que, en otros casos en que los familiares opusieron objeciones, no se realizó ese traslado. Juzguen ustedes mismos la literalidad del documento:
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El Dr. Carlos Munárriz Escondrillas, autor de la carta, hermano del caído y padre del concejal de Bildu, era un destacado carlista y persona profundamente cristiana, fue médico de Medicina General del Instituto Nacional de Previsión, perteneciente a la Escala de 1946 y obtuvo una plaza como Médico de Medicina General en Pamplona en 1969, después de plantear un recurso contencioso-administrativo y ganarlo. Su destino previo tuvo que ser Tudela.
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Políticamente, como decíamos, fue carlista partidario del pretendiente Carlos de Habsburgo y Borbón, nieto de Carlos VII a través de su hija Blanca, al que consideraba como rey. Pero el hecho de que estuviera alentado por el régimen de Franco hizo que prefiriera ausentarse de Cascante y no abrirle su casa en 1944, ya que venía acompañado por la policía franquista. Este hecho indica por tanto que formaba parte del carlismo descontento con Franco.
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La carta, por lo demás, pone de manifiesto algo en lo que se debería insistir tanto por respeto a la verdad histórica como por respeto a la memoria de buena parte de los caídos en la Guerra Civil por el bando nacional. Como describe su hermano en la carta, Jaime Munárriz luchó para defender a la Iglesia y a la religión de una persecución. No en cambio para defender a Franco ni al franquismo, que serían una figura y un régimen que surgirían con posterioridad y que no conocían quienes se sumaron al alzamiento. A nadie se le escapa que en la zona republicana se destruyeron u ocuparon las iglesias y se ejecutó sistemáticamente a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas, en número cercano a los 7.000. Estos asesinatos de religiosos se suman a varias docenas de miles más, de personas de todo tipo, que tuvieron lugar en la zona republicana, por lo que no cabe alegar ni que fueran hechos aislados, ni ignorados, ni generalmente combatidos por los responsables republicanos. A ver cuándo la Generalidad deja de ir a poner flores a la tumba de Companys y destruye el monumento. O el Gobierno Vasco quita el busto de Prieto de Bilbao. O se elimina la estatua a la Revolución del 34 en Oviedo. Hasta entonces, todo es hipocresía. No digamos la de quienes van a visitar las tumbas de los terroristas del IRA o reciben como héroes a los presos de ETA.
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Si resulta que unos no se levantaron en armas para derramar su sangre por el franquismo, que entonces ni existía, sino fundamentalmente para oponerse a la persecución religiosa, y resulta que los otros no eran sólo los intachables defensores de la libertad y la democracia que nos pintan ahora, sino en gran medida quienes llevaban a cabo esa persecución o no se oponían a ella y propugnaban la dictadura del proletariado, resulta que ni unos eran tan buenos ni los otros tan malos. Y si no eran tan malos, resulta más difícil sacarlos de sus tumbas y estigmatizarlos como meros fascistas, particularmente a los combatientes de a pie que no tuvieron responsabilidad alguna en la represión de retaguardia sobre el rival. Al margen del odio a la religión, ya saben ustedes lo que defendían los grandes partidos de la izquierda en 1934 o en 1936, antes de la guerra, porque para eso solemos salpimentar los artículos de memoria histórica con diversas e ilustrativas citas de hemeroteca.
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5 respuestas
Hacen esto con los muertos. Todos sabemos lo que hicieron con los vivos.
Si pudieran, todo el mundo sabe lo que haría. Berriotreblinka echaría humo todo el día hasta que no quedará ni un hueso de «esos celtas que iban de paso por el solar vasco».
Lo peor de Bildu no es lo que hacen o dejan de hacer, lo peor de todo es que haya quien les de COBERTURA LEGAL para ello.
Muñoz Molina llamaba a los de su catadura «héroes retrospectivos del antifranquismo».
Los bildus reniegan y traicionan a sus antepasados, que tuvieron una talla humana incomparablemente superior a sus degenerados descendientes.
Los rojos saqueaban por sistema las iglesias y las quemaban. Luego se encargaban de sus ocupantes. Los bildus dicen por sistema lo contrario de lo que hacen o acusan a otros de sus propios ardides.
Que no hay rencor ni revanchismo, dicen. Sucede justo lo contrario. Pretenden sacar rédito político de las exhumaciones pero acusan a la oposición de querer aprovecharse políticamente del «altercado» de Alsasua y afirman que el reloj no se detuvo hace 5 años (cuando ETA anunció el alto el fuego) como si el terrorismo etarra fuera cosa pasada. En cambio lo sucedido hace 80 debe tenerse presente.
Culpables de lo que hace Bildu: el PP que lo legalizó y el cobarde arzobispo que ha pactado con el Asirón