Osasuna y la mala imagen de Navarra

Lo que le faltaba a Osasuna. El diario Marca destapa que la Fiscalía Anticorrupción investiga al expresidente de Osasuna Miguel Archanco por un supuesto intento de compra de partidos al final de la temporada pasada, en un desesperado intento por evitar bajar a Segunda. Citando fuentes de la investigación, Marca señala que un millón y medio de euros habrían sido utilizados con ese objetivo. Por su parte Luis Sabalza, actual presidente de Osasuna, reconoce que 1,5 millones salieron del club de forma poco clara a empresas y personas que no son navarras y que no tienen vinculación con Osasuna.

Javier Aguirre y el Español-Osasuna

Uno de los partidos investigados es el del empate del Español contra el Osasuna en mayo del año pasado. Se da la circunstancia de que el entrenador del Español era el mexicano Javier Aguirre, que casualmente había sido antes durante varios años entrenador de Osasuna y que recientemente ha sido imputado ante los tribunales por el presunto amaño del Levante-Zaragoza, cuando Aguirre era entrenador del Zaragoza.

La imagen de Navarra

A menudo se suele justificar cualquier trato de favor a Osasuna mediante el argumento de que el club de fútbol potencia la imagen de Navarra. O que Osasuna forma parte de una manera metafísica e inexplicable de la esencia de Navarra. ¿De veras? Para muchas personas en y fuera de Navarra, Osasuna ahora mismo se asocia a:

1-Los Indar Gorri con sus pancartas de presos, sus ikurriñas y su imagen de grupo ultra 2-Un club de fútbol malbaratado, arruinado y que no paga sus impuestos 3-Ahora mismo un club bajo sospecha de ser tramposo y que se ha dedicado a amañar partidos.

Obviamente ni siquiera podemos decir que a cambio Messi juega en Osasuna, que Osasuna es campeón de Europa o que las arcas forales rebosan ingresos fiscales gracias al club, por lo que sobra dinero para todo lo demás. Se han hecho trampas para conseguir mejores resultados pero se han descubierto las trampas, se ha perdido el dinero y encima los resultados han sido desastrosos. ¿Cuánto mejor no hubiera sido ser honrados y austeros? ¿De qué sirve hacer las cosas mal cuando encima los resultados son peores que si se hubieran hecho bien?

¿Es esto lo último o habrá más?

Esperemos que en este ir y venir de millones los únicos euros despistados por el camino sean los de Germán Urbayen, el presidente de la Federación de Peñas de Osasuna que se apropió indebidamente 38.000 euros de la cuenta de esta federación.

Pero puede que no.

Se comenta que hay personas en la dirección de Osasuna que han salido con bastante más dinero que con el que entraron, es posible que perfectamente dentro de la ley como José Bono.

A todo esto Osasuna y el Gobierno de Navarra cierran la tasación de las instalaciones de Osasuna (El Sadar y Tajonar) en 43 millones de euros, lo que confirma las previsiones de la Ley Foral que permite a Osasuna saldar el grueso de las deudas con Hacienda cediendo la titularidad de las mencionadas instalaciones al Gobierno de Navarra, el cual a su vez cede el uso de las mismas a Osasuna por un precio ridículo (75.000 euros si Osasuna está en Segunda y 150.000 si está en Primera; es decir, el 0,17% ó el 0,34% de los 43 millones).

El resultado es que la Hacienda Navarra no ingresa ni un euro de los que le deben, sino que pasa a ser titular de un estadio que obligatoriamente se lo tiene que ceder a Osasuna. Y que la rentabilidad del alquiler es ridícula para un capital de 43 millones.

O lo que es lo mismo: los 60 millones que Osasuna dejó de poner para colegios o ambulancias los tendremos que seguir poniendo el resto de los contribuyentes. Y además le hemos prestado otros 4 millones más a Osasuna para ir tirando, esperemos que no literalmente.

Una vez más no queda sino cuestionar que Osasuna realmente sea una seña esencial de la identidad navarra, o que si lo es lo sea por suerte o por desgracia, visto lo visto. O recordar que para salvar al club sistemáticamente, inexplicablemente, se ha evitado hablar de cualquiera de las alternativas que no significaban estragar al contribuyente o que implicaban la recuperación del dinero para Hacienda, como el crow-funding (tan popular ahora) o la conversión en sociedad anónima del club.

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