Juan Moscoso del Prado se ha estrenado como concejal del Ayuntamiento de Pamplona con una moción sobre la memoria histórica, en la que ha recordado a su bisabuelo represaliado, Severino Oscoz. Nada sorprendente si tenemos en cuenta que se trata de un socialista y de un alumno aventajado del nieto del capitán Lozano, es decir del presidente Zapatero.
Lo que sí es curioso es que a la hora de hablar de esos hechos demuestre tener una memoria histórica selectiva que le hace omitir algo muy importante que cambió el rumbo de la Historia de España y que él debe conocer de primera mano. Me estoy refiriendo a esa reunión que se celebró en Pamplona, el 20 de abril de 1936, en el domicilio de su abuelo, el entonces capitán Carlos Moscoso del Prado a la que, según narra Félix Maíz en su libro “Alzamiento en España”, asistieron siete capitanes que representaban a los oficiales de las guarniciones de Logroño, Burgos y Pamplona que llevaban ya varios meses comprometidos en la conspiración; es decir, en eso en lo que ahora el nieto denomina en su moción como “la sublevación del 18 de julio de 1936 que provocó la Guerra Civil”.
Maíz cuenta en su libro que en esa reunión se vio que era urgente despejar una incógnita: El Mando de la Conspiración, y que en ella se decidió que “había llegado el momento preciso de que una organización directora asumiese la responsabilidad de la Organización”. Pensaron en el general Mola y por eso llamaron por teléfono a su ayudante, el comandante Fernández Cordón, rogándole que se personara en el domicilio del capitán Moscoso del Prado. Allí llego éste diez minutos más tarde y le dijeron: “Estamos reunidos porque queremos salvar a España. Deseamos exponer nuestro Proyecto y manifestar la firme decisión de la Oficialidad de distintas Guarniciones a quienes representamos de que dicho proyecto llegue a conocimiento del general Mola. De nuestro General esperamos su consejo y sus órdenes”. Fernández Cordón les escuchó, se hizo cargo de su deseo y partió hacia el Gobierno Militar para hacer su exposición a Mola. Treinta minutos más tarde estaba nuevamente en el domicilio del capitán Moscoso para informarles: “El general no solamente aprueba su decisión sino que aplaude el proyecto … Debo adelantarles, en su nombre, que desde hoy tendrán su consejo y dirección”.
A partir de ese momento el capitán Moscoso junto a los también capitanes Manuel Vicario y Gerardo Lastra se convirtieron en los hombres de confianza de Mola. Su actividad conspiratoria en las guarniciones de Pamplona Logroño, Estella y San Sebastián fue frenética y les hizo acreedores del título de “Guiones de la Cruzada”.
La misión que empezó en casa de Moscoso en el mes de abril acabó el 19 de julio de 1936 cuando, como narra el que fuera primer alcalde republicano de Pamplona en 1931, Mariano Ansó, en su libro de Memorias “Yo fui ministro de Negrín”: “La plaza del Castillo de mi Pamplona natal se cubrió de las boinas rojas carlistas en pie de guerra. A ellos se unieron inmediatamente los jefes y soldados de Mola. Se arrió la bandera tricolor primero en las formaciones carlistas y después en todas partes”.
Con la moción de ahora el concejal Moscoso nos demuestra que, además de tener una memoria selectiva, no pisa suelo y no es consciente de los problemas que realmente preocupan quitan el sueño a los pamploneses de hoy: la economía que no repunta, la tasa de paro en alza y sin freno, la falta de crédito, el poder llegar a fin de mes y, si es cierto lo que ha declarado el vicepresidente Jiménez, si Navarra está o no en la UCI. Mientras tanto él empieza su gestión como concejal con la guerra de su abuelo. Por eso, si nos sigue hablando de “la sublevación” le tendremos que seguir desempolvando las hazañas bélicas de sus mayores.
2 respuestas
Los Moscoso siempre mintiendo y engañando. Pero siempre en el machito. El abuelo, el padre, los nietos. La familia corcho que nunca se hunde.
Otro que se ha colado en la políotica sin temor a la vergüenza. Otro que contribuye a destrozar la escala de valores que debe guiar a nuestros hijos a través de una ética moral.