¿Es indispensable la figura del Defensor del Pueblo de Navarra? Como muchos recordarán esta figura fue creada como un nuevo ‘cargo-obsequio’ de UPN al PSN en la negociación del reparto de la tarta de poder en julio del año 2000. Antes de esa fecha nadie echaba en falta este puesto. Parece ser que cuando Rafael Gurrea, político austero donde los haya, se enteró de lo que iba a costar el ‘cromo’ del trueque de prebendas se llevó un gran disgusto.
Con toda rotundidad se puede afirmar que el Defensor del Pueblo de Navarra es innecesario por una razón irrebatible: todas las funciones propias de esta figura autonómica las puede ejercer con la misma o mayor capacidad el Defensor del Pueblo nacional. Dicho de otro modo, la figura del defensor del pueblo en Navarra es redundante, como en el resto de CC.AA. Cuando alguien tiene una queja que se ajuste al ámbito de actuación de un defensor del pueblo, el que tiene esa responsabilidad a nivel nacional puede ejercer las mismas acciones que su réplica en Navarra.
Si se toma la estadística de 2008 (último año completo en cifras) el número de quejas admitidas fue de 598 y el presupuesto que le concedió el Parlamento fue de 1,2 millones de euros. Si se divide resulta que cada queja costó al contribuyente navarro más de 2.000 euros. Si de las resoluciones dictadas se descuentan aquellas que no obligan a rectificación alguna, por ser simples recomendaciones o sugerencias del Defensor, resulta que hubo solo 101 quejas que provocaron la acción de la Justicia. Si vuelven a dividir sale que cada queja que responde a derecho nos ha costado 12.000 euros, cantidad que representa el salario anual de muchos mileuristas. Si estas últimas reclamaciones fueran formuladas al Defensor nacional, en lugar de al navarro, el resultado obtenido sería el mismo, por ser la Justicia la destinataria final de la queja, y además Navarra ahorraría millón y pico de euros.
Como acudir al Defensor es gratuito, todo descontento, aunque sea totalmente injustificado, acaba en una causa más en el supuesto protector del ciudadano. Nuestro Defensor del Pueblo para justificar su función admite a trámite muchas quejas con escaso fundamento jurídico, lo que con frecuencia entorpece el trabajo de la Administración. Hay veces que la aparición de un desperfecto en una vivienda VPO origina la presentación de una queja al Defensor, algo para lo que no está esa figura. La estadística muestra este aumento: el año 2007 se presentaron 447 quejas y la estimación del 2009 es de llegar al doble. Sin duda este incremento justificará que el actual equipo de 14 personas tenga que aumentar, así como el dinero que nos cuesta.
Todas las instituciones económicas, comenzando por el Banco de España, coinciden en que para salir de la crisis es conveniente la austeridad en el gasto público no productivo. Sería deseable que el Parlamento foral, organismo del que depende el Defensor, contribuyera a arrimar el hombro en la crisis y pusiera fin a este derroche. Probablemente, de acuerdo a las razones del artículo aparecido en estas páginas (Parlamento… ‘floral’, DN 22/11/2009) el motivo para no hacer nada sea que nadie suprime el despilfarro ajeno si se beneficia del mismo abuso. Navarra ha dado un ejemplo admirable a toda España al no subir los tributos; ojalá se atreviera a dar otra lección ahorrando el dinero de estos cargos redundantes.
La guinda del despilfarro del dinero de los contribuyentes la ha puesto el Defensor del Pueblo de Navarra. Este año de plena crisis ha regalado una caja de vino (un crianza de 2005) y un libro (El Diario de Ana Frank) a aquellas personas que ha querido. ¿Quién nos defiende del Defensor del Pueblo cuando este dilapida nuestros impuestos? La conclusión es diáfana: nuestro defensor es indefendible.
Un comentario
Totalmente de acuerdo… por no decir que el defensor del pueblo español es toda una filfa. En términos practicos, (sin decir que el hombre no se esfuerce sinceramente) es cero.
Nos lo ponen los políticos que, hombre por hombre, desde el concejal hasta el ministro, pasando por el diputado «de a pie», NO hacen su trabajo de defender y representar al votante, sino AL PARTIDO (lease,al Jefe).