Antonio Gila, un alcalde hostil a la inversión empresarial en Ansoáin.

Poner en marcha una empresa es siempre difícil en cualquier sitio. En Ansoáin, sin embargo, es un poco más difícil que en el resto. Las empresas que intentan invertir en la localidad, aparte de superar todas las demás barreras que supone poner en marcha un negocio, deben además superar el filtro político del alcalde socialista. Es el caso del colegio de chicas de Irabia, que finalmente podría recalar en Donapea.

Ansoain renuncia así a una inversión multimillonaria que generaría riqueza en el pueblo, incrementaría los ingresos públicos, crearía puestos de trabajo e incluso revalorizaría los alrededores de la zona.

Pueden ustedes imaginar fácilmente la infalible tienda de chucherías, capaz de dar de comer a una familia de Ansoáin, que ya nunca se abrirá a las puertas del colegio. O la cafetería donde las madres y los padres se toman un café tras recoger a sus hijos. Por no hablar de todas las personas que podrían trabajar en el mismo colegio en labores de portería, limpieza, jardinería, etc. Toda esa actividad, esos puestos de trabajo, y esos negocios que podrían florecer alrededor del colegio, gracias al alcalde tendrán que crearse en otro pueblo. Que nadie se pregunte luego porqué el socialismo no sabe crear empleo.

La lista de empresas vetadas de Ansoáin, a la luz de los hechos, incluye a los colegios donde no se enseña lo que quiere el alcalde socialista, o como lo quiere que se enseñe el alcalde socialista, o a quien quiere que se enseñe el alcalde socialista. Por esas paradojas que caracterizan el pensamiento progresista, es posible en cambio que la lista no incluya los centros de prostitución diferenciada. No en vano, entre quienes rechazan la educación diferenciada y aplauden al alcalde, los hay que acogen sin reparos la prostitución diferenciada. Es probable que una empresa como Navarra Confidencial, defensora de la libertad educativa, tampoco fuera bien recibida. Resulta difícil saber cómo de larga podría ser la lista. Sin duda tan larga como el capricho de alcalde Gila lo decida.

No es descartable que alguna vez se cree algún puesto de trabajo en Ansoáin. Simplemente será más difícil que en otros pueblos. Y será a pesar de Antonio Gila, no gracias a él. En momentos como los actuales, no se nos ocurre nada peor que decir de un alcalde. O sí. Porque hay dos clases de políticos: los que apuestan por la libertad y los que quieren imponer su visión del mundo a los hijos de los demás. Antonio Gila es de los segundos.

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